Mortal |
Me siento mortal,
de carne y hueso como el ser
podrido, como un animal que gime
su fracturada pata, como un anciano
que narra sus batallas en el infinito
abismo de la noche.
No soy lo que un dios profesa
en la altura de su pena,
ni la felicidad de beber la muerte
como escarmiento de lo justo.
Las mamparas se cierran sin dejarnos
ver lo escudriñado, la cal entre las uñas
se polvoriza fantasmada, ya sin luz.
Es el resurgir de lo nuevo que me deja,
implanta con pies de acero su lugar
en el hilo natural y extendido.
Soy la limitada hormiga en el monte limitado,
en el extenso valle de estrellas y cometas,
mar que desemboca en una esfera
cada vez más lejos, más oculta.
Soy un mortal que supura lo inevitable
de este tiempo, la fragilidad con el día
estalla y se parte en la noche. Se que moriré
muy lejos del alba, sin encontrar respuestas,
mi cuerpo servirá de alimento a las hambrientas
alimañas y mi alma se perderá en la tierra
como una piedra del pleistoceno.