Poca Memoria |
Habita en cada latitud de mis desiertos
un extremado olvido ilimitado,
un encierro de mantos expandidos
que a la memoria asfixia, en el ostracismo
irreverente de la nada. Está en el desmesurado
asecho de los días el extravío continuo de mi nombre
y las fechas que enmarcan mi pasiva existencia.
No sé en cual de las paredes, escritas con paranoia,
se guardan mis reglas de conducta ante los hombres
como no recuerdo ni una leve sombra
del segundo que mi reloj destroza.
Si he prestado a alguien algo, que no me lo devuelva;
es mi calzada ese olvido que el azar dispone.
Ya no recuerdo el momento de mi muerte,
en el que burlonas hormigas engullían,
la sal que supuran mis leteos.
Nunca tendré en mis brazos, como una fruta abierta
que la esperan en los campos,
mi presente que se tiende entre lo tierno,
como un felino a la espera de su dueño.