Escuchando una ópera




Armando Acosta  (04-12-2006)

Yo nunca he sido un hombre culto, mucho menos en música, pero mi hermano me ha regalado un disco de una soprano llamada Cecilia Bartoli, que en este disco (llamado Portrait) interpreta piezas de Mozart, Schubert y Caccini entre otros.

Escuchar esta música en el silencio de la madrugada me expone a un tipo de disfrute muy especial y puro: el disfrute estético. No es la primera vez, claro; he sentido lo mismo escuchando piezas de Mozart y Vivaldi ó contemplando a un cuadro de Velasquez... pero repito, no soy un hombre culto; lo que a otros resulta cotidiano, a mi he hace reflexionar sobre lo que estoy sintiendo.

Es una música puramente bella. No son ideas que remueven resortes conceptuales aquí dentro de mi cerebro, ni ritmos que me estremecen, ni frases que endulzan mi corazón.. es simplemente belleza, al desnudo, pictórica diría yo.

Me acuerdo ahora de mi amigo Carlos, el violinista, un muchacho que ha estado estudiando música desde los cinco años. Cada vez que le pregunto algo de música, por simple que sea, me hace toda una conferencia. Seguro que él disfruta esta música con más amplitud que yo, porque los tecnicismos musicales (que escapan a mi oído) también tienen su belleza, como la tiene una solución matemática o un algoritmo elegante.

La belleza está todas partes, en cualquier lugar, solo hay que estar abierto a recibirla. Pero esta música en particular es absolutamente bella. Lo sé porque la estoy disfrutando, estéticamente, y es un disfrute simple y puro, como la sola presencia del ser amado.


                                                

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