Será por tu vivienda
hecha de ruinas
y de misterios,
porque partías la roca
para ganarte un par de medios,
o por tus tirapiedras,
los mas famosos de la loma,
de la mejor horqueta
de la guayaba, y duras gomas.
Será por todo esto
que mi memoria
se empina a ratos,
como tus papalotes,
los invencibles,
los más baratos;
y te levanta en peso,
Narciso el Mocho,
para ponerte
entre los elegidos:
los que no caben
en la muerte.
El papalote cae, cae, cae, cae, cae
el papalote cae, cae, cae, cae, cae
se va a bolina la imaginación
buena cuchilla lo picó
Una vez de tus manos
un coronel salio brillando.
Qué pájaro perfecto,
cuántos colores,
qué lindo canto.
Ninguno de nosotros
iba a volarlo
ya se sabía
era un encargo caro
del que mandaba,
del que tenía.
LLevabas en el puño
aquel dinero
de la tristeza,
dinero de aguardiente,
del sol de Cuba,
de la cerveza;
y te seguimos todos
a celebrarlo
sucios y locos:
para ti Carta Oro
y caramelos
para nosotros.
El papalote cae, cae, cae, cae, cae
el papalote cae, cae, cae, cae, cae
se va a bolina la imaginación
buena cuchilla lo picó
Una noche respeto
bajó y te puso
bella corona.
Respeto de mortales
que muerto al fin
te hizo persona
pobre del que pensó
pobre de toda,
aquella gente,
que el día mas importante
de tu existencia
fue el de tu muerte.
El papalote cae, cae, cae, cae, cae
el papalote cae, cae, cae, cae, cae
se va a bolina la imaginación
buena cuchilla lo picó.
Cuenta Silvio: «Esta canción es autobiográfica. Yo nací en un lugar de la provincia de La Habana que se llama San Antonio de los Baños. Cuando era muy pequeño, antes del triunfo de la revolución, en el barrio de la Loma, que era donde yo vivía, había un hombre al que le llamaban Narciso el Mocho. Era un viejo, muy viejo, muy negro y muy amigo de los niños. No tuvo oportunidad de estudiar ni de trabajar en oficios limpios y se dedicaba a picar piedras, las hacia muy pequeñas y las vendía para las construcciones o recogía estiércol de los caballos en sacos y lo vendía para los patios de los ricos como abono. Entre las cosas maravillosas que sabia hacer estaban los papalotes. Los niños en Cuba, cuando uno pierde el control del papalote, dicen que se va a Bolina, y en este caso quien se va a Bolina es la imaginación. Esta canción es un homenaje a esa gente que uno conoce en la niñez y que pasa absolutamente desapercibida, ese tipo de personajes como Narciso el Mocho, que aparentemente no significan nada pero el día que mueren todo el mundo anda diciendo: ¡se murió! Y lo dicen porque ha sembrado una cantidad de bondad en el corazón de todos nosotros y de alguna manera nos ha hecho mejores, mejores gentes, mejores hombres.»
Tengo el impulso torvo y el anhelo sagrado
de atisbar en la vida mis ensueños de muerto.
¡Oh, la pupila insomne y el párpado cerrado!...
(¡Ya dormiré mañana con el párpado abierto!)...
¡Oh mi ensueño, mi ensueño! Vanamente me exaltas:
¡Oh el inútil empeño por subir donde subes!...
¡Estas alas tan cortas y esas nubes tan altas...!
¡Y estas alas queriendo conquistar esas nubes...!
Rubén Martínez Villena, dirigente comunista y poeta cubano, fue un incansable luchador en contra de la dictadura de Gerardo Machado. Escribió «La pupila insomne» y «El anhelo inútil» en 1923. Murió el 16 de enero de 1934.
Créditos
Dirección General: Leo Brower
Dirección musical: Leo Brower y Juan Márquez Lacasa
Grabación: Jerónimo Labrada, Ricardo Istueta y Germinal Hernández
Producción: Pablo Menéndez
Estudios: ICAIC
Fotos: Mayra Alvarez
Diseño y dibujos: Pablo Labañino
EGREM LDA-3456
[ Silvio Rodríguez ]
Última revisión: 06/04/98