Oh melancolía



Cuando yo era un enano

Cuando yo era chiquito todo quedaba cerca cerquita,
para llegar al cielo no más bastaba una subidita.
El sueño me alcanzaba para ir tan lejos como quería,
cuando yo era chiquito yo si podía, yo si podía.

Libertad, libertad, libertad para mi niño.
Libertad, libertad, libertad, libertad.

Cuando yo era vejigo me iba p'al río porque era hermoso,
aunque estaba prohibido por peligroso, por peligroso.
Como jagüey y ceiba, como la palma y la yadruma.
Cuando yo era vejigo yo era del monte y soñaba espuma.

Libertad, libertad, libertad para mi niño.
Libertad, libertad, libertad, libertad.

Cuando yo era un enano viví pasiones tan memorables
con los zapatos rotos y la sonrisa menos amable.
Tierra bajo las uñas, manos sin pena tocando mundo
cuando yo era un enano era profundo, era profundo.


Eva

Eva no quiere ser para Adán
la paridora pagada con pan.
Eva prefiere también parir,
pero después escoger donde ir.
Por eso adquiere un semental
y le da uso sin dudas normal.
Eva cambio la señal.

Eva sale a cazar en celo
Eva sale a buscar semillas
Eva sale y remonta vuelo
Eva deja de ser costilla

Eva no intenta vestir de tul,
Eva no cree en un príncipe azul.
Eva no inventa falso papel
el fruto es suyo con padre o sin él.
Eva se enfrenta al que dirán
firme al timón como buen capitán
y encoge hombros Adán.


Locuras

Hay locuras para la esperanza,
hay locuras también del dolor.
Y hay locuras de allá,
donde el cuerdo no alcanza,
locuras de otro color.

Hay locuras que son poesía,
hay locuras de un raro lugar.
Hay locuras sin nombre,
sin fecha, sin cura,
que no vale la pena curar.

Hay locuras que son
como brazos de mal:
te sorprenden, te arrastran,
te pierden y ya.

Hay locuras de ley,
pero no de buscar.
Hay locuras que son la locura:
personales locuras de dos.

Hay locuras que imprimen
dulces quemaduras,
locuras de Diosa y de Dios.
Hay locuras que hicieron el día,
hay locuras que están por venir.

Hay locuras tan vivas,
tan sanas, tan puras,
que una de ellas será mi morir.


Con un poco de amor

Con un poco de amor sobrevivo,
sobrevivo pecado, castigo.
Con un poco de amor yo me salvo,
sólo un poco de amor y soy algo.

Con un poco de amor tanto me enriquecí
que gastaba y siempre quedaba mi poco de amor.

Con un poco de amor me levanto
a mi diario de sed y de espanto.
Con un poco de amor yo progreso
canto himnos, me odian, voy preso.

Con un poco de amor tanto me enriquecí
que gastaba y siempre quedaba…

Con un poco de amor fue tejida mi piel
y el cincel de mis huesos fue un poco de amor.
Con un poco de amor soy yo mismo,
soy tú, soy aquel.

Con un poco de amor deberé continuar
a pesar de que sumo mil pocos de amor
Con un poco de amor
trabajando por un poco más.

Con un poco de amor sobrevivo
sobrevivo pecado, castigo.
Con un poco de amor yo me salvo,
sólo un poco de amor y soy algo.

Con un poco de amor tanto me enriquecí
que gastaba y siempre quedaba mi poco de amor.


Jerusalén año cero

De mano en mano se pasa la verdad
y en cada mano olvidará
algo de cierto y también se llevará
de cada mano el parecer.
Si camináramos calendario atrás,
todo estaría al revés.

Algunos dicen que es falso
y otros repiten que es cierto,
que entró en Jerusalén siendo de día,
se dice que su túnica era blanca,
que iba posada en sus ojos
un ave del mediodía.

Aquel fue tiempo de tumbas,
aquel fue tiempo de flautas,
de mercaderes, de Legión Romana.
Se dice que la chusma lo seguía
que en su palabra sencilla
se lavaba la mañana.

El Rey de los judíos,
el hijo de los hombres,
El Cristo, El Nazareno
lo llamaban.

Jerusalén año cero y se cambió
la suerte con lo que pasó.
Jerusalén, año cero y Nazaret
y el caserío de Belén.
Jerusalén año cero fue el lugar
donde ocurrió, o donde no.

Fue enemigo del Imperio
y amigo de la palabra,
decía que todo era para todos:
se dice que enseñaba a los pastores
a compartir las ovejas
y a cuidarse de los lobos.

Tanta enseñanza hizo ruido
en el poder de los templos
y en la madera lo clavaron recio.
Se dijo que por mago o hechicero,
pero si la historia es cierta
fue porque hiciera silencio.

El Rey de los judíos,
el hijo de los hombres,
El Cristo, El Nazareno
lo llamaban.


Entre el espanto y la ternura

Entre le espanto y la ternura
transcurre todo.
Un hombre sabio con la moldura,
la mano, el codo.

Entre el espanto y la ternura
crece la hiedra.
En sano juicio con la locura,
la flor, la piedra.

Entre el espanto y la ternura
la vida canta.
Una tonada clara y oscura,
profana y santa.

Entre el espanto y la ternura
corre la suerte,
con el abajo y con la altura,
con vida y muerte,
con vida y muerte.

Entre el espanto y la ternura
ayer y hoy día.
Manzanas verdes y las maduras
hay todavía, hay todavía,
hay todavía.

Entre el espanto y la ternura
hora temprana,
trabaja el hombre
entre locura
para mañana, para mañana.


Bolero y Habanera

Tú la perdiste pero aquí se queda
al fin y al cabo está con un obrero
conozco un caso que me da más pena:
una muchacha de por El Cotorro
por una chapa HK en febrero
torció camino y se perdió de El Morro.

En todo caso las sabrás presente,
latiendo aún para las nobles cosas,
y no partida y con el alma inerte.
Lo que te falta te abandona menos,
sólo mudo de cuidador la rosa,
no se trocó la flor por el dinero.

Quien hace altar de la ganancia pierde
la condición, la latitud, el puesto.
Y pierde amor, pues la codicia muerde
jamás en yo y siempre allá en el resto.

Por otra parte detener amores
es pretender parar el universo.
Quien lleva amor asume sus dolores
y no lo para el sol ni su reverso.

Tú la perdiste pero aquí se queda
al fin y al cabo está con un obrero
conozco un caso que me da más pena:
una muchacha de por El Cotorro
por una chapa HK en febrero
torció camino y se perdió de El Morro.

Vaya con suerte quien se cree astuto
porque ha logrado acumular objetos,
pobre mortal que desalmado y bruto
perdió el amor y se perdió el respeto.

Por otra parte detener amores
es pretender parar el universo.
Quien lleva amor asume sus dolores
y no lo para el sol ni su reverso.

En todo caso las sabrás presente,
latiendo aún para las nobles cosas,
y no partida y con el alma inerte.
Lo que te falta te abandona menos
sólo mudo de cuidador la rosa
no se trocó la flor por el dinero.


La prisión

La prisión termina,
la prisión malvada,
pero continúa
la prisión del alma, del alma.

La prisión se deja,
la prisión del hombre,
pero continúa
la prisión insomne, insomne.

La prisión se aleja,
la prisión amarga,
pero continúa
la prisión del alba, del alba.

La prisión acaba,
la prisión de hierro,
pero continúa
la prisión del sueño, del sueño.


Amigo mayor

Amigo pude ser quien bien repara
en la musa o engendro que yo aporte.
Amigo, sí, es también quien me soporte,
pero amigo mayor es quien me ampara.

No me cures, hermano, de delirio,
de aullido, desmesura o arrebato.
Déjame arder en el amor ingrato
o en la inefable luz de otro martirio.

Pero cuando haga daño, aunque inocente,
corre hacia mi blandiendo el pecho abierto
y descorre las nubes de mi mente
sé amigo manantial en mi desierto;
que yo sabré recompensar tu acierto
con mayor amistad para la gente.


Oh Melancolía

Hoy viene a mi la damisela soledad
con pamela, impertinentes y botón
de amapola en el oleaje de sus vuelos.
Hoy la voluble señorita es amistad
y acaricia finalmente el corazón
con su más delgado pétalo de hielo.

Por eso hoy
gentilmente te convido a pasear
por el patio, hasta el florido pabellón
de aquel árbol que plantaron los abuelos.
Hoy el ensueño es como el musgo en el brocal
dibujando los abismos de un amor
melancólico, sutil, pálido cielo.

Viene a mí, avanza,
viene tan despacio,
viene en una danza
leve en el espacio.

Cedo, me hago lacio
y ya vuelo, ave.
Se mece la nave,
lenta como el tul,
en la brisa suave
niña del azul.

Oh melancolía, novia silenciosa,
íntima pareja del ayer.
Oh melancolía, amante dichosa,
siempre me arrebata tu placer.
Oh melancolía, señora del tiempo,
beso que retorna como el mar.
Oh melancolía, rosa del aliento,
dime quién me puede amar.


Yo soy de donde hay un río (Décimas a mi abuelo)

Yo soy de donde hay un río,
de la punta de una loma,
de familia con aroma
a tierra, tabaco y frío.
Soy de un paraje con brío
donde mi infancia surtí
y cuando después partí
a la ciudad y la trampa
me fui sabiendo que en Tampa
mi abuelo habló con Martí.

Supo la gran aventura,
supo la estación más triste,
supo el dolor que se viste
de redención la cintura;
supo la traición más dura,
luego el silencio, el rumor,
luego el murmullo, el clamor,
y al fin supo del aullido,
y del último estallido
mi abuelo supo el amor.

Así lo sé, porque quiero echarme
en su misma fosa,
sin oración y sin losa,
hueso con hueso viajero;
lo sé como el aguacero
sabe que acaba en la orilla;
lo sé como sé su silla,
su cuchillo, su mascada,
y su corona nevada,
cual sé también su rodilla.


Verbos en juego

Si tu signo es jugar, juégalo todo:
tu camisa, tu patio, tu salud;
si tú debes jugar de cualquier modo
juega bien, con virtud.
Pero, ay amor, ay amor
no te juegues el corazón,
ay amor, ay amor.

Pon el verbo azul, corazón
Pon el verbo cien, corazón
pon el verbo tú,
pero pon el verbo que te haga bien.

Si tu signo es arder, arde con todo:
tu camisa, tu patio, tu salud;
si tú debes arder de cualquier modo
arde bien, con virtud.
Pero, ay amor, ay amor,
no te quemes el corazón,
ay amor, ay amor.

Pon el verbo azul, corazón
Pon el verbo cien, corazón
pon el verbo tú,
pero pon el verbo que te haga bien.

Si tu signo es cantar, cántalo todo:
tu camisa, tu patio, tu salud;
si tú debes cantar de cualquier modo
canta bien, con virtud.
Pero, ay amor, ay amor,
canta siempre de corazón,
ay amor, ay amor.

Pon el verbo azul, corazón
Pon el verbo cien, corazón
pon el verbo tú,
pero pon el verbo que te haga bien.


El extraño caso de las damas África

El otro día fuimos al parque
a ver la galería de arte,
y cuando terminó la mañana
pasamos a comprar africanas.

Cargué con un cartucho
contento para casa
y lo guardé en el frío
porque el calor abraza,
y vaya usted a saber lo que pasa...

Anoche tuve una visita:
un matrimonio y su vejiguita,
y como era ocasión apropiada
quise brindarles mis africanas.

Cuando encontré la bolsa,
después de buscar mucho,
la sacudí en mi oído diciendo:
nada escucho.
Adentro hallé no más que cartucho.

¿Quién se comió mi africana?

Si no fue Juana,
ni fue su hermana,
que alguien me diga quién se ha comido mis africanas.

Es concebible,
y no imposible,
que yo sujete mis africanas con imperdibles.

Una pepilla,
me hacía cosquillas
interrogando sádicamente a la giraldilla.

señor Abate,
no se arrebate
si usted encuentra tanta ricura de chocolate.

¿Quién fue?
¿Quién fue?
¿Quién se comió, quién se comió,
quién se comió mi africana.?


Hay quien precisa

Los años pasan, sí, la vida no;
el mundo estalla hermoso alrededor.
Si el corazón mortal me deja de latir,
en ese instante hay quien saltó a vivir.

Los años pasan, sí, el fuego no;
el fuego volverá en los hijos del sol.
si el pecho se apagó, por un soplo senil,
el gran incendio acudirá en cien mil.

Hay quien precisa una canción de amor,
hay quien precisa un canto de amistad,
hay quien precisa remontarse al sol,
para cantar la mayor libertad.

Hay quien precisa una canción de paz,
hay quien precisa el canto de un fusil,
hay quien precisa una evidencia más,
para tener la razón de vivir.

Los años pasan, sí, lo bello está;
lo bello está invitando a irlo a tomar.
Si el sueño envejeció, fue triste para él,
lo bello nunca más será de aquel.


En el jardín de la noche

En el jardín de la noche
hay una rosa, luminosa,
que me mira fijamente a los ojos,
parpadea y me quiere decir cosas,
tantas cosas que no sé, que no sé.
Y es cuando alargo los brazos
para llevarle mis manos tan abiertas
que casi me siento llegar con el pie.

Pero yo,
quiero ser de noche el dueño
de los ojos, de la altura,
y he de fundir la montura
para galopar mi sueño.

Volaré,
tengo que domar el fuego
para cabalgar seguro
en la bestia de futuro
que me lleve a donde quiero.

En el jardín de la noche
hay una rosa, luminosa,
que me mira fijamente a los ojos,
parpadea y me quiere decir cosas,
tantas cosas que no sé, que no sé.
Y es cuando alargo los brazos
para llevarle mis manos tan abiertas
que casi me siento llegar...

Volaré,
volaré al jardín del cielo,
en un pájaro violento,
en un corredor del viento,
en un caballo de fuego.

Volaré,
quiero ser de noche el dueño
de los ojos de la altura
y he de fundir la montura
para galopar mi sueño.


Comentarios: Héctor Velarde

[ Silvio Rodríguez ]

Última revisión: 06/04/98