Días y flores


A Violeta Rodríguez


  1. Como esperando abril
  2. Playa Girón
  3. El Mayor
  4. La vergüenza
  5. Sueño con serpientes
  6. Pequeña serenata diurna
  7. Esta canción
  8. Yo digo que las estrellas
  9. En el claro de la luna
  10. Santiago de Chile
  11. Días y flores

Como esperando abril

Mucho más
allá de mi ventana,
las nubes de la mañana
son
una flor
que le ha nacido a un tren.
Un reloj
se transforma en cangrejo
y la capa de un viejo
da
con una tempestad de comején.

Mucho más
allá de mi ventana
algodones jugaban
a ser un jardín
en espera de abril.

Luego entro los ojos
chorreando esa luz de infinito,
y es cuando necesito
un perro, un bastón, una mano, una fe.
Y tú pasas tocando
el frío con suave silencio
y, ciego, te sentencio
a que nombres todo lo que ahora no sé.

Mucho más
allá de mi ventana,
las nubes de la mañana
son
una flor
que le ha nacido a un tren.
Un reloj
se transforma en cangrejo
y la capa de un viejo
da
con una tempestad de comején.

Mucho más
allá de mi ventana
algodones jugaban
a ser un jardín
en espera de abril.
Mucho más
allá de mi ventana
mi esperanza jugaba
a una flor,
a un jardín,
como esperando abril.


Playa Girón

Compañeros poetas,
tomando en cuenta los últimos suceso
en la poesía, quisiera preguntar
me urge,
¿qué tipo de adjetivos se deben usar
para hacer el poema de un barco
sin que se haga sentimental, fuera de la vanguardia
o evidente panfleto,
si debo usar palabras como
Flota Cubana de Pesca y
«Playa Girón»?

Compañeros de música,
tomando en cuenta esas politonales
y audaces canciones, quisiera preguntar
me urge,
¿qué tipo de armonía se debe usar
para hacer la canción de este barco
con hombres de poca niñez, hombres y solamente
hombres sobre cubierta,
hombres negros y rojos y azules,
los hombres que pueblan el «Playa Girón»?

Compañeros de historia,
tomando en cuenta lo implacable
que debe ser la verdad, quisiera preguntar
me urge tanto,
¿qué debiera decir, qué fronteras debo respetar?
Si alguien roba comida
y después da la vida, ¿qué hacer?
¿Hasta donde debemos practicar las verdades?
¿Hasta donde sabemos?
Que escriban, pues, la historia, su historia,
los hombres del «Playa Girón».

(1969)


El Mayor

A la memoria del Mayor General
Ignacio Agramonte y Loynaz,
en el centenario de su caída en
combate en la sabana de Jimaguayú,
el 12 de mayo de 1873.

El hombre se hizo siempre
de todo material:
de villas señoriales
o barrio margina.
Toda época fue pieza
de un rompecabezas
para subir la cuesta del gran reino animal,
con una mano negra
y otra blanca mortal.

Mortales ingredientes
armaron al Mayor:
luz de terratenientes
y de Revolución:
destreza de la esgrima,
sucesos como un preso,
Amalia abandonada
por la bala,
la vergüenza, el amor;
o un fusilamiento,
un viejo cuento
modelaron su adiós.

Va cabalgando
El Mayor con su herida,
y mientras más mortal el tajo,
es más de vida.
Va cabalgando
sobre una palma escrita,
y a la distancia de cien años
resucita.

Trota sobre la espuma,
seguido por un mar
de negros en machete
y sin encadenar.
Ordena a su corneta
el toque de a degüello,
y a un siglo de distancia
entona nuestra canción
y con recia garganta
canta,
espanta
lejos la maldición.

Va cabalgando
El Mayor con su herida,
y mientras más mortal el tajo,
es más de vida.
Va cabalgando
sobre una palma escrita,
y a la distancia de cien años
resucita.

(1973)

Cuenta Silvio: «Está dedicada a la memoria de Ignacio Agramonte, el Mayor General de nuestras primeras guerras de Independencia. Cayó muy joven y aun así, por sus méritos militares y políticos, ya era uno de los fundamentales ejes de la Revolución. Su lema era: "Que nuestro grito sea para siempre el de Independencia o Muerte". Una vez le preguntaron con qué contaba para ganarles la guerra a los españoles y el respondió: "Con la vergüenza de los cubanos". Sus compañeros de armas lo llamaban cariñosamente el Mayor.»


La vergüenza

Tengo una mesa
que me alimenta,
que a veces tiene
hasta de fiesta.
Mas si tuviera
sólo una araña
burlona en mi despensa,
tendría la vergüenza.
¿A qué más?

Tengo zapatos,
tengo camisa,
tengo sombrero,
tengo hasta risa.
Mas si tuviera
en mi ropero
sólo las perchas vacías,
la vergüenza tendría.
¿A qué más?

Tengo billetes como de octava clase,
pero así viajo: contento de ir de viaje,
pues para un viaje me basta con mis piernas:
viajo si equipaje.
Más de una mano en lo oscuro me conforta
y más de un paso siento marchar conmigo,
pero si no tuviera, no importa:
sé que hay muertos que alumbran los caminos.

Tengo luz fría
y lavamanos,
cables, botones
casi humanos.
Pero si fuera,
ay, mi paisaje
sólo de ruinas intensas,
tendría la vergüenza.
¿A qué más?

(1974)


Sueño con serpientes

Hay hombres que luchan un día
y son buenos.
Hay otros que lucha un año
y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años
y son muy buenos.
Pero hay los que lucha toda la vida:
esos son los imprescindibles.

Bertolt Brecht

Sueño con serpientes, con serpientes de mar,
con cierto mar, ay, de serpientes sueño yo.
Largas, transparentes, y en sus barrigas llevan
lo que puedan arrebatarle al amor.

Oh, la mato y aparece una mayor.
Oh, con mucho más infierno en digestión.

No quepo en su boca, me trata de tragar
pero se atora con un trébol de mi sien.
Creo que está loca; le doy de masticar
una paloma y la enveneno de mi bien.

Oh, la mato y aparece una mayor.
Oh, con mucho más infierno en digestión.

Ésta al fin me engulle, y mientras por su esófago
paseo, voy pensando en qué vendrá.
Pero se destruye cuando llego a su estómago
y planteo con un verso una verdad.

Oh, la mato y aparece una mayor.
Oh, con mucho más infierno en digestión.

(1975)


Pequeña serenata diurna

Vivo en un país libre
cual solamente puede ser libre
en esta tierra, en este instante
y soy feliz porque soy gigante.
Amo a una mujer clara
que amo y me ama
sin pedir nada
o casi nada,
que no es lo mismo
pero es igual.
Y si esto fuera poco,
tengo mis cantos
que poco a poco
muelo y rehago
habitando el tiempo,
como le cuadra
a un hombre despierto.
Soy feliz,
soy un hombre feliz,
y quiero que me perdonen
por este día
los muertos de mi felicidad.

(1974)


Esta canción

Me he dado cuenta
de que miento.
Siempre he mentido,
siempre he mentido.
He escrito tanta
inútil cosa
sin descubrirme,
sin dar conmigo.
No amar en seco,
con tanto dolor,
es quizás la última verdad
que quede en mi interior,
bajo mi corazón.

No se si fue
que malgasté mi fe
en amores sin porvenir,
que no me queda ya
ni un grano de sentir.

(Yo se que a nadie
le interesa
lo de otra gente,
con sus tristezas.)

Esta canción
es más que una canción,
que un pretexto para sufrir
y más que mi vivir
y más que mi sentir.

Esta canción es la necesidad
de agarrarme a la tierra al fin,
de que te veas en mi,
de que me vea en ti.

(Yo sé que hay gente
que me quiere.
Yo sé que hay gente
que no me quiere.)

(1967)


Yo digo que las estrellas

Yo digo que las estrellas
le dan gracias a la noche,
porque encima de otro coche
no pueden lucir tan bellas;

y digo que es culpa de ella
de la noche el universo,
cual son culpables los versos
de que haya noches y estrellas.

Yo digo que no hay quien crezca
más allá se lo que vale
y el tonto que no lo sabe
es el que en zancos se arresta;

y digo que el que se presta
para peón del veneno
es doble tonto y no quiero
ser bailarín de su fiesta.

Yo digo que no hay talante
más claro que ir desnudo,
pues cuando se tiene escudo
luego se quieren los guantes.

Y al que diga que me aguante
debajo de una sotana,
le encajo una caravana
de sentimientos gigantes.

Yo digo que no hay más canto
que el que sale de la selva
y que será el que lo entienda
fruto del árbol más alto.

Y digo que cuesta tanto
y que hay que cruzar la tundra,
pero al final la penumbra
se hace arco iris del canto.

(1975)


En el claro de la luna

En el claro de la luna
donde quiero ir a jugar,
duerme la reina fortuna
que tendrá que madrugar.

Mi guardiana de la suerte,
sueña cercada de flor
que me salvas de la muerte
con fortuna en el amor.

Sueña, talismán querido,
sueña mi abeja y su edad;
sueña y si lo he merecido,
sueña mi felicidad.

Sueña caballos cerreros,
suéñame el viento del sur,
sueña un tiempo de aguaceros
en el valle de la luz.

Sueña lo que hago y no digo
sueña en plana libertad
sueña que hay días en que vivo
sueña lo que hay que callar.

Entre las luces más bellas
duerme intranquilo mi amor
porque en su sueño de estrellas
mi paso en tierra es dolor.

Más si yo pudiera hacerle
miel de abeja en vez de sal
a que tentarle la suerte
que valiera su soñar.

Suéñame pues cataclísmo
sueña golpe largo y sed
sueña todos los abismos
que de otra vida no sé.

Sueña lo que hago y no digo
sueña en plana libertad
sueña que hay días en que vivo
sueña lo que hay que callar.

Sueña la talla del día
del día del que fuí y del que soy
que el de mañana, alma mía,
lo tengo soñado hoy.


Santiago de Chile

(Silvio Rodríguez)

Allí ame a una mujer terrible,
llorando por el humo siempre eterno
de aquella ciudad acorralada
por símbolos de invierno.
Allí aprendí a quitar con piel el frío
y a echar luego mi cuerpo a la llovizna,
en manos de la niebla dura y blanca,
en calles del enigma.

Eso no está muerto,
no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado.

Allí entre los cerros tuve amigos
que entre bombas de humo eran hermanos.
Allí yo tuve más de cuatro cosas
que siempre he deseado.
Allí nuestra canción se hizo pequeña
entre la multitud desesperada:
un poderoso canto de la tierra
era quien más cantaba.

Eso no está muerto,
no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado.

Hasta allí me siguió, como una sombra,
el rostro del que ya no se veía,
y en el oído me susurro la muerte
que ya aparecería.
Allí yo tuve un odio, una vergüenza:
niños mendigos de la madrugada,
y el deseo de cambiar cada cuerda
por un saco de balas.

Eso no está muerto,
no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado.

(1973)


Días y flores

Si me levanto temprano,
fresco y curado,
claro y feliz,
y te digo: «voy al bosque
para aliviarme de ti»,
sabe que dentro tengo un tesoro
que me llega a la raíz.
Si luego vuelvo cargado
con muchas flores
(mucho color)
y te las pongo en la risa,
en la ternura, en la voz,
es que he mojado en flor mi camisa
para teñir su sudor.
Pero si un día me demoro, no te impacientes,
yo volveré más tarde.
Será que a la más profunda alegría
me habrá seguido la rabia ese día:
la rabia simple del hombre silvestre,
la rabia bomba la rabia de muerte,
la rabia imperio asesino de niños,
la rabia se me ha podrido el cariño,
la rabia madre por dios tengo frío,
la rabia es mío eso es mío, sólo mío,
la rabia bebo pero no me mojo,
la rabia miedo a perder el manojo,
la rabia hijo zapato de tierra,
la rabia dame o te hago la guerra,
la rabia todo tiene su momento,
la rabia el grito se lo lleva el viento,
la rabia el oro sobre la conciencia,
la rabia coño paciencia paciencia.

La rabia es mi vocación.

Si hay días que vuelvo cansado,
sucio de tiempo,
sin para amor,
es que regreso del mundo,
no del bosque, no del sol.
En esos días,
compañera,
ponte alma nueva
para mi más bella flor.

(1975)


Créditos

EGREM LD-3467 Estéreo

Grabado en La Habana entre 1974 y 1975

Letra y música: Silvio Rodríguez

Producción: Frank Fernández

Grabación: Jerzy Belc

Diseño y dibujo: Pablo Labañino

Montaje: Francis Gorbet y Helga Stephenson

Fotos: Mayra A. Martínez y Rigoberto Romero


Comentarios: Héctor Velarde

[ Silvio Rodríguez ]

Última revisión: 06/04/98