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IdeasY encima del sofá... un televisor
¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?
¿Un flat panel sobre mi buró?
¿Y por qué no... "debajo" del buró?
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:: Novela Web :: Capítulo 4: El bosquesillo del otro lado del lagoEn la oscuridad de la noche, el bosque paresÃa absolutamente infranqueable; no habrÃa de ser muy extenso, empero, apenas un lote abandonado donde los chicos se habÃan sentÃdo héroes en tiempos pasados. Ahora se enfrentaban al mismo bosquecillo, solo que era de noche y ya no jugaban a ser Robin Hood. Se palparon los bolsillos en busca de alguna linterna, pero nada, obviamente aquella excursión no habÃa sido planificada. Juan encontró una fosforera en el bolsillo de su camisa. "La ventaja fumar", dijo, y entre todos recolectaron palos y restos de hojas secas con las que fabricaron tres antorchas y con ellas se adentraron en la maleza. Pese lo imponente de la noche, el bosque paresÃa tranquilo, solo el sonido de los grillos y las lechuzas se dejaba escuchar. Caminaron despacio sin separarse demasiado el uno del otro, más asustados y expectantes cuanto más espacio ganaban a la oscuridad. Caminaron bastante sin pronunciar una sola palabra, asi llegaron hasta un pequeño claro del bosque en cuyo centro habÃa a una piedra muy ancha pero menos alta que un hombre de pie. Ya fuere por haber dejado atrás la monotonÃa de la maleza, o bien porque estaba ya amaneciendo, aquel lugar les indujo una agradable sensación de seguridad. Extinguieron el fuego de sus antorchas y se sentaron a descansar en el suelo usando la gran piedra como espaldar. - Una vez más, hemos vencido al miedo - Dijo Adrián con aire seremonioso y quedó contemplando el pedazo de cielo en cÃrculo que se dejaba ver en la altura bordeado por las copas de los árboles. La hierba estaba mojada por el rocio, no corrÃa ninguna brisa pero la temperatura era fresca. Los pajaros mañaneros entonaban las primeras melodias del dia y los hermanos varones se dejaban vencer gustosos por el sueño. Jenifer en cambio estaba bien despierta y como no querÃa perturbar a sus hermanos, se levantó sigilosa y se fue a averiguar qué habÃa detrás de la piedra. Unos minutos después, se sintió un grito agudo como de alguien que acaba de encontrarse con el Demonio. - ¡Jenifer! Los dos hermanos se levantaron de un salto y le dieron la vuelta a la piedra en dos sancadas; allà estaba su hermana de pie, con los ojos muy abiertos mirando hacia el suelo y tapándose la boca con sus dos manos; frente a sus ojos, tiradas sobre la hierba, habÃan tres trajes confeccionados con rica lana de colores brillantes, tres pares de botas altas de cuero rústico y tres medallones de oro con incrustraciones en piedras preciosas... también habÃa armas: dos espadas enormes, un escudo, una daga, un arco y una canasta llena de flechas. Después de asimilar el asombro, Adrián atinó a sentenciar: - Un regalo póstumo de los Reyes Magos ¿No creen? El asombro se convirtió subitamente en júbilo, sin pensarlo dos veces, los tres se despojaron de sus ropas, incluida la interior y se metieron dentro de aquellos trajes de corte medieval. Ya habÃa suficiente claridad como para poder disfrutar el efecto visual de la indumentaria. - Oh, prÃncipe Juan - Dijo Adrián con solemnidad - Mi espada está a tu servicio. - ¿Qué estás diciendo, grandÃsimo enano? - Respondió Juan - Tú tambien eres un prÃncipe, mÃrate bien para que te des cuenta. Lamentablemente no habÃa ningún espejo por todo aquello, de modo que Adrián tuvo que conformarse con la corroboración de su hermana: - En verdad, hermanito, pareces un prÃncipe; solo los señores de muy alto rango podÃan vestir de rojo en aquella época. - Entonces extendió su mano derecha hacia él - Besadme la mano, mi principe rojo. Adrián la contempló por un segundo y se echó a reir. - ¿Qué es tan gracioso, idiota? - Le reprochó Jenifer, pero Adrián no podÃa parar de reir. Juan se dio cuenta de lo que sucedÃa y explicó: - Jenifer, es que tú estás vestida de hombre, pareces un marimacho - Y se unió en carcajadas a su hermano. Jenifer se puso furiosa, recogió la espada que estaba a sus pies y se avalanzó contra Adrián. Este levantó institivamente la espada que tenia en su mano derecha y recibió el golpe con el acero. Sin darse cuenta, se vieron envueltos en un auténtico combate cuerpo a cuerpo con espadas de verdad. Juan comenzó a preocuparse, aquellas hojas paresÃan filosas y el ánimo de Jenifer no era de juego. - ¡Basta! - Gritó, y en el acto los otros dos se detuvieron para contemplarlo. La mirada de Juan no era de autoridad sino de asombro, pero dándose cuenta del efecto que habÃa producido, se abstuvo de lanzar las mil preguntas que tenia en la cabeza. - Jenifer - Ordenó con tono enérgico - Dame esa espada. Jenifer vaciló por un instante, pero teminó obedenciendo; Juan tomó la espada y la acomodó a su sintura. Adrián quiso hacer otro tanto con la suya, pero notó que la punta le quedarÃa arrastrando, dada su menor estatura, resolvió entonces llevarla a la espalda. Jenifer recogió lo que habÃan dejado para ella: el arco, la canasta de flechas y la daga. - Es hora de regresar. Juan recogió el escudo y los tres se pusieron en marcha, pero apenas se adentraron unos pasos en el bosque, se tropezaron con un soldado que sostenÃa las bridas de un caballo robusto. - Sus altezas - Les recibió el soldado inclinando la cabeza en reverencia. Inmediatamente salieron de entre los árboles otros dos soldados con sendos caballos tambien sujetos por las bridas y se ofrecieron a ayudar a los hermanos a montar en ellos. Asi fueron guiados por entre los árboles hasta la salida del bosque, donde aguardaban otros diecisiete soldados que se apresuron a montar sus betias y juntos conformaron la carabana con los tres hermanos y la custodia de veinte soldados con sus lanzas, escudos y banderas. Cabalgaron por un extenso valle repleto de flores y hierba silvestre; en la lejanÃa se distinguian pequeños caserÃos con sus campos de cultivo aledaños; los campesinos detenÃan sus labores para saludar a la comitiva. Atravezaron todo el valle sin decir palabras y comenzaron el ascenso por una pequeña loma en cuya cima se erguian los muros de un castillo, rodeando al castillo, un fozo lleno de aguas sucias y pestilentes y en sus alrededores, gente tosca y mal vestida también abandoba sus labores para inclinarse ante el paso de la carabana. Se escuchó una fanfarria, tras la cual el puente levadizo descendió y los veintitres jinetes avanzaron sobre él para pasar por fin al otro lado de la muralla. (Continuará el próximo Lunes).Capítulos publicados hasta ahoraCapítulo 1: AdrianCapítulo 2: Juan Capítulo 3: Jeniffer Capítulo 4: El bosquesillo del otro lado del lago ¿NOVELA WEB?¿Qué es una novela web?A diferencia de las novelas televisivas, mi "novela web" es de solo texto, pero a diferencias de las novelas literarias propiamente dichas, no se publica de golpe como un todo sino en forma seriada a medida que se va escribiendo. La novela web es, en ese sentido, un intermedio entre la televisión y el libro. Me propongo escribir tres capÃtulos por semana y publicarlos: lunes, martes y miércoles. Cada capÃtulo será suficientemente corto como que un lector promedio se lo pueda leer de un tirón. ¡Que lo disfruten! Novelas Web publicadas hasta ahora
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