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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Cuentos de Error y Mis Tedios

La casa amarilla de techo rojo a dos aguas

Cuentos de Error y Mis Tedios.




Roberto Wong  (10-25-2002)

Mi casa es de madera, amarilla y de techo rojo a dos aguas, además de abuela hay tres palmas en el jardín, tres tias y tres primos, por lo que la Santísima Trinidad no fue nunca motivo de grandes misterios en esta casa. Está ubicada al extremo sur de esta península al sur del país más poderoso por estos tiempos; la gran península, alargada y muy florida apunta a la isla de donde vinimos, alargada también pero no de arriba a abajo sinó atravezada en el mar; así sucede en todos los mapas.

De como llegué a esta casa amarilla de techo rojo a dos aguas, todo de madera, con una cantante, una flautista, la cuarta tía y mi hermano después de una larga travesía desde el sur para burlar las autoridades de la isla de donde salimos donde están estrictamente controladas las salidas de todos sus súbditos, es materia para otro cuento que prometo escribir.

Ahora, después que se fueron los músicos y la cuarta tía, queda todo como antes: Abuela cocinando y protestando por todo lo que es su razón de ser; prima Lina mecanografiando las bonitas solicitudes de trabajo abandonados a las pocas semanas para sentarse otra vez frente al teclado... a veces me da pena su gordura y su tartamudez... una vez se intentó suicidar...; los primitos, hijos de María de los Angeles (y sólo de ellos), la menor de las tias, la de los ojos grandes, juegan con sus vecinitos en el patio; su casa está después de este, algo más pequeña, más amarilla y más de madera, si, techo a dos aguas también; su papá, ex-inca aspirante a argentino, reciénregresó al ancestral imperio de sus abuelos, circunstancialmente dominado por un japonés.

Tía María tuvo que abandonar el trabajo pues sus preciosos ojos ya no le sirven tanto y se dedica al próspero negocio de la venta de vitaminas a domicilio; dicen las malas lenguas que además de pastas, que tanto le gustan, está “cocinando” trabajar con esos músicos que vinieron pues su perfecto bilinguismo le permite viabilizar la introducción de estos en el país.

Las otras dos tias, la rubia y la de nombre de flor, trabajan en una ecléctica tienda donde se puede conseguir todo lo concerniente a la crianza de bebés, situación muy favorable a la mayor pues su descendencia aumenta por año, y en las habituales reuniones de los jueves, donde prepara comida china para recordar al prematuramente ausente cónyugue junto a la progenie, siempre hay quien necesita la sillita alta y Abuela espera ya su sexto biznieto y espera también a la mayor de sus hijas de nombre egipcio que quedó en la isla atravezada en el mar y en breve pasará al imperio Inca, circunstancialmente dominado por un japonés para burlar el estricto control de las autoridades y venir desde el sur hasta la península alargada y florida, a la casa de sus tres hermanas, tres sobrinos, tres palmas, la santísima trinidad y abuela, amarilla de madera con techo rojo a dos aguas.


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