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He creado este espacio para compartirlo con familiares y amigos, aunque no descarto la posibilidad de que otros visitantes se encuntren a gusto y lo puedan disfrutar tambien...

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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Cuentos de Error y Mis Tedios

Trauseúnte

Cuentos de Error y Mis Tedios.




Roberto Wong  (10-25-2002)

Ladraba por inercia al escuchar a sus vecinos sin reales deseos de alertar a su dueño, mucho menos de asustar al acostumbrado noctámbulo que pasaba apenas comenzado el impreciso horario de la madrugada (ni un minuto antes ni un minuto depués) cuyo olor sólo instuía pues no estaba en edad de afinados sentidos. El domesticado homo ya no tan sapiens con la especie de tos del cuadrúpedo -esta palabra siempre me sugiere "cuatro peos"- catapultaba el torso, extremidades inferiores aún sin lucidez para acompañarlo, y cara rayada de luz y sombra contra las persianas seguía al busto heróico que andarítmicamente dirigía el coro desde la sata de La Ocho hasta el pastor alemán (¿bautista o evangélico?) más audiblemente lejano.

Era un asomo de pupilas entre párpados que reclamaban cerrarse y el impuesto alto en la nada conciente hacía adelantar pantuflas al baño, para ir a liberar la apremiante vejiga del último líquido de la noche (el jugo de la comida o el agua de antes de acostarse…) ... recuerdo cuando tomaba la cantidad de agua de antes de acostarme según la hora que quisiera levantarme y que me despertara las ganas de mear y todo por librarme del cabrón despertador muerto por accidente bajo la maceta colocada la noche anterior en el mismo mueble... ¿por donde iba?... el reloj... el pasillo... la ventana...el director de ladridos...

Alguna madrugada, sin previo aviso, el trauseúnte dejó el camino de regreso o ida al trabajo o a casa, o al bar o del bar, a casa de o de casa de para dejar margen a suposiciones de cambio de domicilio, empleo, mujer, bar o de gusto por ese camino; tranquilidad del perro, frustración del insomne llendo al baño por gusto… si ya no me despierta nadie, solito me despierto… deja ver… no nadie anda por ahi, Demián hubiera ladrado... coño me orino; las pantuflas, el pasillo, la taza... a la cama.

Esta vez no me equivoco, escuché a Demián… el perro apenas había eruptado incómodo y mal incorporado oteó hacia la cerca… pesadilla canina… no veo nada, ni los otros perros se han dado por enterados... Demián, pobre canino envejecido de nombre hermanhessiano, fue ente-rrado en los mismos cuatro pies cuadrados que lo sostuvieron los últimos meses a donde se le llevaba el alimento y el agua; al nuevo ocupante de la casa no se le dijo por si no le gustaba… lo que me importa es irme de este barrio a ver si encuentro paz en madrugadas diferentes.

Con el tiempo el orinal sustituyó las caminatas por el difuso y largo túnel, trabajoso hasta el semi-incorporarse optó por reclinarse entre almohadas hasta la hora de la convulsión y el semiabrir de ojos, comenzaba entonces el descanso... No tardó mucho en confundir dias con noches, tardes y madrugadas, si existía un momento lúcido era el de escuchar el ladrido de su perro ¿por fin no lo había dejado en la otra casa? y casi sin tiempo regar sábanas orinal, manos, piso...

En la cama del hospital no abandonó el rito; senil confundía enfermeras con el no olvidado trauseúnte provocando equivocados y libidinosos chistes con su insistente mirada antes de mojar la cama; decepcionado lloraba el abandono... ya no vendría nunca...

Al fin -nunca tuvo tanto sentido esto de “al fin”- pasó un día el esperado provocador de desvelos, lo confundieron con un familiar de visita y él, feliz de conocer a aquél que lo mantuvo sin sueño tantos años, lo siguió quizás para poder dormir de una vez y por todas...Vino puntual, ni un minuto antes ni después, a la misma hora de siempre; se fueron juntos.


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