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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Amores que matan




Jesi  (11-17-2002)

Jorge no solamente era mi mejor amigo de infancia, también, como el hermano mayor que nunca tuve. El día que me enteré de su repentino fallecimiento, fué un golpe para todos los que tuvimos la dicha de conocerlo. Sin embargo, lo que más nos ha frustrado de su inesperada departura a tan joven edad, es el círculo de misterios y eventos inexplicables que nadie entiende.

Todo comenzó la primera vez que lo escuché hablar de su novia, Emilia, por teléfono. Jorge sonaba entusiasmado y a las puertas del amor ante la nueva conquista amorosa. En la conversación, la descripción de Emilia hubiera sonado como la descripción de novias anteriores a diferencia de un detalle: Emilia era una adicta a la lectura de ciencias ocultas, tenía una fascinación por la magia negra, la brujería y el satanismo.

Lamentablemente como ese día andaba ocupado, no tuve la opotunidad de indagar más sobre los “gustos esotéricos de Emilia” en detalle y me despedí de mi amigo con la promesa de irlo a visitar en unas semanas.

Durante los siguientes días, las conversaciones comenzaron a volverse extrañas y siempre girando hacia Emilia. Por el tono golpeado de su voz, dicerní que la mujer lo cautivaba de una forma espeluznante con su mirada y por las cosas “tan peculiares que ella hacía y le decía” que lo asustaban.

Preocupado por el tipo de compañia amorosa de mi amigo, bromeando le dije que quizás era mejor buscarse una chica “menos loca y rara” de la cual enamorarse, pero Jorge, molesto, me colgó el telefono haciendome ver que Emilia no era nada del otro mundo.

Pasaron unos días y la noche que me disponía a visitarlo, el cielo golpeaba con un tormenta tropical inesperada y fuertes relámpagos; mientras el viento helado soplaba sin piedad haciendo muy peligrosa la salida nocturna a cualquier lado.

Esa misma noche, cerca de las once, me despertó el timbre del teléfono. Cuando pregunté quien era, entre lágrimas y una vos histérica me percaté que se trataba de la madre de Jorge diciendome que mi amigo había fallecido.

La madre narraba que de un día para otro Jorge venía actuando extraño, evasivo y nervioso como preocupado por algo inexplicable. Esa noche se habían preparado para conocer a Emilia, pero Jorge les había dicho que ni se preocuparan en conocerla, porque había roto el noviazgo con ella. Sin dar más explicaciones, se había retirado a su cuarto a escuchar música.

Mientras la familia cenaba, la furia de la tormenta había cortado la electricidad debido a los relámpagos que estaban cayendo. En una ráfaga de viento, las puertas del patio se abrieron y los relámpagos del momento hizo a todos los familiares volver la vista al patio donde vieron a una mujer pálida, sonriendo, vestida de negro y retorciendo ferózmente el cuello de un muñeco de trapo entre sus manos.

Asustados de quien era, el padre y dos de sus hijos se levantaron de la mesa con un cuchillo a buscar a la intrusa. Una vez en el patio, y alumbrando con una lampara, no encontraron a nadie. Cuando la madre sube a buscar a Jorge descubre horrorizada el cuerpo de su hijo tendido en la cama, los ojos habiertos en sorpresa mirando hacia el vació y la boca congelada en un grito silencioso.

La noche siguiente, durante la vigilia fúnebre de Jorge, mientras me disponía a darle un ultimo adiós y respetos finales a mi mejor amigo, no pude evitar notar con sorpresa, extrañas marcas y moretes de dos manos en el cuello de Jorge; tal y como si hubiese sido sofocado…


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