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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


40 mil leguas de viajes de un marino

 Escapando del paraiso  Contenido | Anterior | Siguiente

Nov.8 de 1991

-Mi hermano discúlpame por llegar tarde, pero lo cierto es que le dije al gordo que me despertara el camarote de Irma y no lo hizo.-

-No hay líos viejo cabrón, verifica la posición cuando pase el próximo satélite, la velocidad es apenas unos seis nudos, la mar ha ido aumentando, trata de tomar el parte meteorológico a las 06:00hr local-

-Muy bien, perfecto.- No dio tiempo a dirigirle ni una sola palabra más, terminando de decirle- esto, se cerró la puerta del puente. Otra vez solos el timonel y yo acompañados de nuestro inseparable silencio, la verdad era que no me nacía el mas mínimo deseo de entablar una conversación con este individuo, al que conocía desde mis primeros pasos en la marina, pero es que nunca se sabe cuando hablan con sinceridad, ni cuando están a la caza de cualquier detalle o error para luego plantearlo en la reunión del partido, y sinceramente, no tengo esa facilidad de otras personas para ser hipócrita. Ese silencio era roto por el ruido de la lluvia cuando chocaba con los cristales del puente o por las fuertes cabezadas del barco, después, el silencio de siempre, el eterno amigo de los que trabajamos de noche,

Collejo había escuchado la excusa que le ofrecí al Segundo Oficial en voz alta y no me equivoco al afirmar que a esa hora debió haber tenido las bilis revueltas por la rabia, él era uno de los pretendientes de Irma desde que el barco se encontraba en La Habana, viendo como se le evaporaban las esperanzas de disfrutar aquel hermoso trasero cubano, por el que estaban locos varios tripulantes. Sintonizo la estación meteorológica en el radiofaximil y me dedico a plotear la posición obtenida del último satélite, la velocidad continuaba descendiendo y ahora estábamos haciendo solamente 5.6 nudos. Hice un breve recorrido mental por los tiempos del Servicio Militar Obligatorio, fueron tiempos terribles pero que no puedo narrar en este trabajo, sería interminable mi huida.

  El tiempo de la guardia se fue agotando, llegaron al puente los mismos madrugadores de siempre, Collejo se apareció con el acostumbrado café aguado de siempre y después de prender un cigarrillo, surge la tertulia con las conversaciones que hemos oído durante años, conversaciones que nos aburre, pero que mantenemos vivas para romper el silencio y tener un poco de comunicación cuando nos acordamos que somos seres humanos, por lo general, se evaden los temas políticos por un problema de seguridad personal y cuando se hace es para hablar mal de los americanos.

     Cuando llego al comedor, Irma me pregunta si se habían tragado el anzuelo y le contesto que no se preocupe, porque aunque parezca increíble, en los barcos te llevan la cuenta mental del dinero que puedas haber gastado. El agotamiento que siento es terrible, pero con el balanceo que tiene el buque es muy difícil dormir, esto es algo muy común y muchas veces puede extenderse por más de quince días, sobretodo, en los viajes de invierno por el océano Atlántico.

    Recorro otra vez todos los detalles de la fuga, buscando algo que delate mi intención, tengo mucha preocupación por Irma, las mujeres son muy nerviosas, aunque ella era de un temperamento muy fuerte, no la había visto en situaciones difíciles para saber como reaccionaría. Yo sabía que en el puerto de Bay Side, se encontraban dos agentes de la inteligencia cubana, cuya presencia era justificada como la de agentes que estaban atendiendo el embarque de papas hacia Cuba. El trabajo que estarían desarrollando lo desconocía, pero de su existencia si estaba seguro, estando de guardia en La Habana, oí por el VHF cuando le solicitaban dos camarotes al Capitán de un barco que partió para acá, unos quince días antes que nosotros. Eso me mantenía muy preocupado porque de existir una delación, ellos tendrían un millón de vías para enviarme preso a Cuba.

    Al mediodía me cuando levanté, el tiempo se mantenía endemoniado, almorzamos de nuevo con el plato en la mano gracias al esfuerzo que estaban realizando los cocineros, en realidad era muy peligroso cocinar en estas condiciones y cualquier negativa de ellos a hacerlo, tenía que ser aceptada. En el comedor me entere de que la pianista estaba mareada y vomitando desde el día anterior, me doy cuenta que llevaba casi dos días que no la veía y decidí visitarla cuando terminara de almorzar.

     Marañón se encontraba sentado en el piso de su camarote haciéndole la visita, detrás de mi llegaron Irma y la camarera nueva, enseguida surgió la conversación apropiada para el momento, en los barcos deberían inventariarse las conversaciones y mantenerlas en un archivo, ya que para cada momento existe un tema modelo que oyes hoy aquí ,y mañana en cualquier otro barco de una forma casi similar. Hoy el tema eran los mareos, la pianista era novata y surgieron los consejos de lo que debía comer o no, que si tomar agua de mar, que si mirar al horizonte, etc.,etc. Todo lo vamos encontrando muy aburrido y cuando el viaje se hace muy largo, se nos acaban los cuentos y se comienza a hablar del compañero, después del otro, al final del viaje nadie se habla y todos terminamos odiándonos.

     La Fiñe al verme se puso muy contenta, creo que fue sincera su alegría.

-Yo pensé que mi mejor amigo, mi papá, no vendría a verme._

-Bueno, no he venido pero estoy muy seguro de que no te ha faltado compañía.-

-He tenido muchas compañías, pero parece que se olvidó del compromiso que hizo con mi mamá.-_

-¿Cuál compromiso?-

-¿No le prometiste que me cuidarías durante todo el viaje?-

-Tienes mucha razón corazón, ayer pasé por aquí, toqué la puerta pero parece que estabas dormida y no quise molestarte, yo sé que cuando uno se siente mal desea estar solo y tranquilo.-

    Irma y la camarera se despidieron de la pianista y se marcharon porque no habían terminado su trabajo, Marañón continuó un rato más, pero al final se marchó también, cuando vio que yo me acomodé en los pies de su cama, con la clara intención de hacer más prolongada mi visita. A los pocos minutos de entrar en su camarote, nos encontrábamos solos, prendí un cigarro enviando el humo en una dirección que no le molestara.

  -¿Sabes una cosa? Anoche tuve mucho miedo y pensé ir para tu camarote.-

  -¿Por que no fuiste?-

  -Es que temía que en uno de esos bandazos, alguna puerta pudiera darme un golpe, mira, la del baño me dio uno aquí.- Se sube el shirt y me muestra un hematoma a la altura de la cadera. Era cierto lo que me decía, como comprobé a primera vista, pero lo que más me llamó la atención, no fue el golpe, sino el mensaje que me había enviado sin intermediarios, unos años atrás no me hubiera dado cuenta, pero había pagado la novatada en varias ocasiones, y hacía mucho tiempo que yo no era un muchachón, estaba seguro de que yo no le caía mal y de eso me di cuenta desde el primer día que visitó el buque, aún así, la experiencia me ha enseñado a ser cauteloso y no precipitar los acontecimientos, por lo general me gusta luchar las cosas, conversar y convencer.

-¿Sabes una cosa? Desviste haber vencido el miedo y yo me hubiera pasado toda la noche velando tu sueño.- La realidad era otra, me alegraba mucho de que aquello no hubiera sucedido, esa noche la pasé en el camarote de Irma.

-¿Estuviste casada alguna vez?-

-Si, pero el matrimonio no duro mucho tiempo, durante dos años fuimos novios, pero después de casados nuestras vidas se convirtieron en un verdadero infierno.-

-¿En tan poco tiempo?-

  -Imagínate, nuestras relaciones sexuales se limitaron a una vez por semana y existieron momentos que duraron más, muchas veces, cuando nos acostábamos yo trababa de provocarlo con ciertas coqueterías propias de mujeres, rozándolo con una pierna, etc., y como respuesta a mis demandas amorosas, en varias oportunidades me lanzó patadas.-

-¿Qué profesión tenía él?-

-La misma que la mía, él es músico también.-

-No le notaste alguna inclinación homosexual.-

-No por el contrario, él andaba con otras mujeres y parece que le dejé de gustar.-

-Es una pena, parece que no tuviste suerte con la selección.-

-Es cierto y llegué a sentirme tan defraudada, que hice cosas absurdas para vengarme de él, pagué con mi inexperiencia, porque hubo hombres que llegaron a tratarme como una vulgar prostituta. Hubo momentos de mi vida en que llegué a sentir desprecio por los hombres, pero después me di cuenta que estaba equivocada. Por ejemplo, tu eres un tipo diferente, eres muy dulce y comunicativo.-

-En eso tienes razón, creo que el éxito que he tenido con las mujeres en mi vida, se deba al respeto y delicadeza con la cual las he tratado, sabes, cuando voy en busca de ellas no distingo entre una profesional y una prostituta, para mi cualquiera de las dos es simplemente una mujer y como tal las trato no frecuento los prostíbulos, porque el dinero que nos pagan sabes que es una miseria y no alcanza para satisfacer las necesidades de una familia, y otra razón muy fuerte es, que siento gran temor por contraer cualquier enfermedad, mas ahora que existe el sida, pero todo esto no quiere decir, que en mis años mozos yo no lo haya hecho y con toda sinceridad te digo, que al final terminaba con un sentimiento de arrepentimiento muy grande.-

-¿Por qué?- Preguntó ella deseosa por saber más de mi vida.

-Porque concibo el acto sexual de una forma diferente a lo que se hace con una prostituta, para mí el acto sexual lleva implícito hasta un poco de arte, acompañada de una fuerte dosis de imaginación, debe haber una entrega total en la pareja, sin límites, prejuicios, tabúes, etc. La pareja debe encontrarlo todo normal, para lograr la máxima satisfacción debe existir entre ambos mucha comunicación y confianza en resumen, deben quedar satisfechos los dos.-

-Estoy de acuerdo contigo, creo que muchos de esos factores faltaron en mi vida matrimonial y el resultado ya lo conoces.-

-Son esas fuertes razones por las que no comparto la cama con una prostituta, son muchas las limitaciones que impone su oficio, sin embargo, esto no quiere decir, que durante esta penosa vida que llevamos los marinos cubanos, de vez en cuando, yo no me haya sentado a beber en un bar, donde por supuesto trabajan mujeres de este oficio y después de gastar horas conversando con ellas, alguna se haya enamorado de mí, es algo muy difícil que suceda, pero es cierto y todo se debe a que esas mujeres son seres humanos igual que nosotros, con corazón, sentimientos y los mismos problemas con los que enfrentamos la vida, y por eso las trato como seres y no como una maquina de sexo.-

-¿Sabes una cosa chiquito?, me tienes un poco asombrada, nunca pensé que dentro de este ambiente totalmente desconocido para mí, existieran hombres como tú, yo los imaginaba rudos, hostiles, vulgares, borrachos y curtidos por la dura vida que en realidad deben llevar. Sin embargo, veo que he estado equivocada por mucho tiempo, y que el mundo donde yo vivo, que es el de las personas más cultas de la sociedad, es un mundo vacío y falso, mucho más vulgar que el de ustedes.-

-¿Por qué me dices esto?, sinceramente no te entiendo.-

-Lo digo en primer lugar; porque encontrar hombres es muy difícil y los pocos que existen están ocupados, el resto, un gran por ciento de ellos, son generalmente homosexuales, y los que no lo son, es muy difícil que se expresen en la forma que tú lo has hecho de las mujeres y créeme, estoy asombrada, es de suponer que dentro de mi medio, la gente posea mucha más cultura que en tu mundo. El día que te hablé de las cosas que había hecho para vengarme de mi ex-marido, fuiste capaz de encontrar una razón que justificara mi forma de actuar, tal vez los cultos me calificarían como una prostituta.-

-¿Sabes cuál es el quid de la cosa?-

-No, si no me explicas.-

-El principal problema radica en que esa cultura de la que me hablas, no se adquiere en otra escuela que no sea la propia vida, y en esa escuela yo ingresé muy temprano, viviéndola intensamente y el único libro que se lleva para estudiar es el corazón.-

-Tienes razón y fíjate, no me digas mas Fiñe porque yo tengo 28 años de edad.-

-Eso te lo digo con mucho cariño y espero que no te hayas ofendido.-

-Es una broma bobo, puedes llamarme como más te guste.-

-Cambiando el tema, aquellos collares de los que me hablaste algo, es real que tienes el santo hecho.-

-No te mentí, yo tengo hecho Yemayá.-

-Chica, yo pensé que en la medida que la gente tenía más cultura, creía menos en esto.-

-Déjame aclararte que estas terriblemente equivocado, es muy probable que donde más se practique la santería en Cuba, sea dentro del ambiente de la cultura.-

-De verdad me has dejado frío, ¿y tú por qué te lo hiciste?-

-Cuando yo era pianista acompañante del Ballet Nacional de Cuba y estábamos próximos a realizar alguna gira en el exterior, tenía que abandonar la misma porque siempre me pasaba algo, si no se me inflamaban las manos, se me infectaban con hongos, algo me sucedía, pero

   te digo una sola cosa, tenían que ver únicamente con mis manos, y debes suponer que dependo de ellas para mi trabajo. Acudí a los médicos en varias oportunidades y nunca me dieron una explicación satisfactoria, hasta que un día alguien me recomendó consultarme con un santero, quien hoy es mi padrino y a partir de entonces no me ha sucedido nada que interrumpa mi trabajo.-

-Yo nunca le había preguntado sobre esto a nadie, sobretodo por respeto, pero hoy me picó la curiosidad, tu sabes que hasta hace poco había una represión invisible, contra todo aquel que practicara cualquier tipo de religión.-

-Bueno, esa represión era con los de abajo, porque los de arriba bastante metidos están en esto.-

-El caso es que si tienes fe y todo te va bien, no te lo critico, cada persona es un mundo que debe ser respetado y sobre eso tenemos que aprender mucho. Bueno, cambiando el tema y aprovechando que tenemos más confianza, ¿puedo hacerte algunas preguntas indiscretas?-

-Depende de lo que sea indiscreción para ti, no me opongo, hazlas con toda confianza.-

-Creo mas conveniente cerrar la puerta del camarote, es que me molestan las miradas de los curiosos cada vez que pasan y lo hacen con malicia.-

-Ciérrala sin pena, así estaremos más cómodos.- Las cosas me estaban saliendo tal y como yo deseaba que fueran, después de cerrarla había mas intimidad entre ambos y podíamos expresarnos libremente, sin el temor de ser interrumpidos por algún inoportuno saludo. A medida que pasaba el tiempo yo ganaba más terreno en la vida de la pianista y esta situación inesperada, no estaba comprendida en mis planes, es muy probable que pudieran entorpecerlos. Pocos segundos transcurrieron en silencio mientras cerraba la puerta y quise romperlo con un poco de broma, para espantar cualquier temor nacido por esta acción.

-Fiñe, alguna vez haz hecho el amor en un tren.-

-Si, lo he hecho.- Me contestó con una sonrisa pícara, de verdad parecía una niña en su cama.

-¿Dentro de una guagua?-

-También lo he hecho.-

-¿Y en un barco?-

-En barco también.-

-Oye chiquita, ¿en cual barco?- Pregunté haciendo el papel de estar enojado.

-Oye no te preocupes que no ha sido aquí, fue en uno soviético donde yo iba de pasajera.-

-Mas te conviene de que así sea, tu no sabes lo celoso que yo soy.- Se echó a reír.

-Ven acá pícara, llegaste a hacer el amor en ese barco, en medio de un mal tiempo como éste.-

-No, el tiempo estaba magnífico.

-Entonces es la única ventaja que tengo sobre ti, ¿no te gustaría probar que se siente?-

-¿Con quién?-

-Por supuesto que conmigo.-

-Pero tú eres casado.-

-Es cierto, pero ahora solo existimos tú y yo, mas la oportunidad de disfrutar de un momento del cual no tengamos que arrepentirnos nunca y recordarlo con placer, aún cuando dejemos de vernos.-

-La realidad es que tu me gustas y eso lo sabes desde el primer día, pero sabes también que no me siento bien-

-Yo voy a hacer todo lo posible, para que te sientas mejor a partir de este momento, ya verás. Diciendo esto le tomo las manos y no soy rechazado, sinceramente sentía pena porque de verdad llevaba dos días sin bajar al comedor, sin embargo, yo llevaba dos horas hablando con ella y sus síntomas de mareo habían desaparecido. Me acosté a su lado, era diminuta, no recuerdo haber estado nunca con una mujer tan pequeña, pero aquella diferencia no se notaba mucho en la cama, Zenaida no aparentaba en nada tener 28 años, quien la observara detenidamente podía calcularle con facilidad unos 16 años. No pude soportar la tentación de acariciar su bello pelo y besar su cara casi infantil.

-Acuérdate que la puerta no tiene seguro puesto.-Me dijo preocupada.

-Pero es que aquí no puede entrar nadie sin tocar la puerta primero y tu permitir que pase después.-

-Pásale el seguro porque ese tipo tiene la costumbre de entrar sin tocar la puerta, por eso no puedo dormir desnuda.- Me dijo esto señalando con el índice en dirección al camarote del Capitán.

-Mira Fiñe, aunque ese hijo de puta sea el Capitán, no tiene el más mínimo derecho a entrar al camarote de una pasajera sin su autorización, si sucede algo anormal, le puedes dar un escándalo y estoy seguro de que no la va a pasar muy bien.-

-Imagínate, yo no sabía que hacer en este caso.-

-Muy sencillo, amenázalo y si no entiende, dale un escándalo.- Diciendo esto me levanté y le puse el seguro a la puerta. Volví a la cama muy cerca de ella, mi nariz rozó la suya y sobrevino el beso, ella tenía los labios muy secos y los moje con los míos, nos pegamos más hasta formar un solo cuerpo, con mis manos casi temblorosas recorrí cada pulgada de su hermosa figurita, comencé a sentir como me subía la temperatura y se agitaban nuestras respiraciones, luego fui levantando su shirt, hasta descubrir unos hermosos y sólidos senos juveniles, sus pezones contrastaban con su piel canela, eran casi rosados y no oscuros como suelen ser con las mujeres de su color, aquel contraste era bello, los acaricié y acompañé de besos, ya nada podía detenerme, la fui desnudando y sin darme cuenta yo lo estaba también, ahora me sentía tenso, nervioso, algo andaba mal y le pedí que tomáramos un baño.

     En medio de aquella tormenta, era muy difícil mantener el equilibrio, peor aún con el piso mojado, fue muy peligroso, pero así la fui enjabonando y mientras se aguantaba la abracé, el roce de nuestros desnudos cuerpos me produjo una sensación maravillosa, debajo del chorro de agua, la crisis iba pasando hasta convertirse en desesperación por poseerla. De nuevo en la cama fuimos uno y recorrí todo su cuerpo, fue sublime el sexo con ella, algo divino, como un rito de entrega a sus dioses, no podía imaginar, que aquella muñequita abrigara tanto arte para producir amor. Creo que por vez primera me habían robado la iniciativa con tanta maestría, todo fue una maravilla.

   Acordamos dormir en mi camarote cuando terminara la guardia y nos despedimos convencidos-

   de que entre nosotros quedaba establecido un lazo no difícil de romper, pero imposible de olvidar, ambos nos descubrimos en unas condiciones que no ofrecían la más mínima esperanza, y al menos yo lo sabía. Una vez traspasado su puerta, la duda me atacaba y la primera pregunta sin respuesta era, si toda esta nueva aventura no entorpecería mis planes, dudaba porque las mujeres son muy observadoras y cualquier error podía delatarme. Algo que también tenía en mi contra lo era; el no poder confiar en ella a quien apenas conocía y en Cuba cualquier cosa es una sorpresa, no debía descartar la posibilidad de que también fuera agente de la seguridad del estado. Mientras me cambiaba de ropa, pensaba una y otra vez en esa posibilidad. La duda, nuestra gran compañera me invadía ahora, de ser así tendría que ser una agente perfecta, porque, hay una cosa que se puede fingir con estudiados movimientos, como lo es el acto sexual, pero creo que nunca se puede llegar a la perfección, si no se siente y se disfruta lo que estás haciendo como lo hizo ella. Aquellos minutos no fueron fingidos y de ello yo estaba muy convencido.

     Llegué al puente con una alegría interior incalculable, la alegría normal del macho vencedor ante una nueva aventura y dentro de todas esas cosas que corrían por mi mente, aparecía una nueva e inesperada figura, tenía que calcular mis palabras y movimientos, no debía confiarme, por lo general, la cama es el lugar donde existe más comunicación y se revelan los secretos. Por lo visto, la despedida de mi Patria, tendría un matiz más agradable, puedo considerarme un afortunado, miles han perdido la vida en este intento por escapar del paraíso.

     El mar continuaba aumentando su fuerza, ya la velocidad no sobrepasaba los 4 nudos y desde hacia menos de ocho horas, el Capitán había cambiado el rumbo hacia tierra en busca de aguas de sonda para ver si la marejada disminuía. Aproximadamente a las siete de la noche, recibimos un parte meteorológico y comprobamos que la baja barométrica que nos afectaba, se había convertido en una tormenta extra-tropical, y se desplazaba paralela a unas 100 millas de nosotros. El Capitán tomó la decisión de poner un rumbo inverso para dejarla pasar, el buque estaba sufriendo mucho.

-Casañas, anuncia por el intercomunicador que vamos a realizar un giro para ponerle la popa a la mar.-

     Aunque suena fácil decir esto por el intercomunicador, orden que cumplí inmediatamente, es posible que para la mayoría de los tripulantes aquellas palabras no significaban nada, pero, para la persona que conoce las condiciones pobres de estabilidad del buque, significan mucho y más aún, cuando se ha vivido una experiencia de este tipo. Si se calcula mal el sincronismo de las olas, se puede poner el barco de sombrero, este riesgo se duplica de noche por lo difícil de observar las olas. Otro factor importante es el humano y este salvaje que teníamos de Capitán, distaba mucho de aquellos con los que viví la peligrosa experiencia. A nadie le importó aquella noticia, creo mas bien por ignorancia, sin embargo, los viejos Capitanes reunían a sus tripulaciones en la popa con los chalecos salvavidas puestos, hoy la técnica va embruteciendo a los hombres.

-Timonel, todo a babor.- Ordenó el Capitán.

-Todo a babor.- Repitió como un eco el timonel.

-Ve cayendo hasta rumbo giro 220 grados.-

-Cayendo a rumbo 220 grados.-

     No me moví un solo instante de la consola del puente en lo que se realizaba el giro. no sé por qué, pero estaba sumamente atento a cualquier movimiento brusco del buque, increíblemente, con todos los adelantos técnicos que poseía ese barco, carecía de un clinómetro en el puente, es una especie de péndulo graduado en grados que indica la inclinación, y esto había que agradecérselo al estúpido Capitán que estaba dirigiendo la maniobra, lo digo porque él participó en la supervisión de la construcción del mismo, pero bueno, esta situación carece de importancia en un país donde suceden cosa peores.

     Afortunadamente fuimos cayendo al rumbo inverso con la ayuda de Dios, el barco no dio ningún bandazo peligroso y el movimiento se hizo más soportable cuando la mar se puso de popa. Ahora íbamos para atrás, cuán difícil se me estaba volviendo esta huida. Todavía quedaba una hora de guardia y me quedé nuevamente solo con el querido timonel. Volvían a ocuparme los pensamientos y viajaba mucho más rápido hacia el pasado.

  La navegación ahora era más suave con el mar de popa, no sentíamos las violentas cabezadas que estremecían todo el buque, mi guardia se iba acercando a su fin y hoy más que nunca deseaba que así fuera. La entrega fue rápida y como un rayo me dirigí al camarote donde esperaría con ansiedad a mi niña. Ella llegó unos quince minutos después que yo y como no había comido la obligué a tomarse un vaso de leche condensada con café. Tirados en la cama conversamos de todo un poco, de mi familia, de la suya, su matrimonio, el mío, etc., hasta que me di otro baño.

     Esta vez ella fue más maravillosa y yo continuaba sin salir de mi asombro, puedo jurar que nunca me había sucedido algo semejante, hicimos el amor por mucho tiempo, tuvo que haber pasado más de una hora, unas veces era ella quien lo hacía todo, otras era yo, no quería quedarme atrás y me vi obligado a sacar todo mi repertorio de las ocasiones especiales, pues el momento lo exigía, maniobrar con ella era muy fácil, no por lo liviana, era como si adivinara mis pensamientos, sabia perfectamente que posición adoptar y encima de mi, se movía como una pluma. Después del orgasmo ambos quedamos como muertos, prendí un cigarro y pensaba, cada palabra nuestra iba tomando más sentido que el usual para encuentros fortuitos, nos íbamos compenetrando sin darnos cuenta, a veces trataba de despertar de mi sueño pero realmente estaba despierto, de momentos, veía esfumarse mi plan de fuga y seguirla-

hasta España, por mucho que le pedía que no se ilusionara conmigo, menos comprendía y lamentaba que el destino nos hubiera unido de una manera tan fugaz. Me dijo que si alguna vez me encontraba solo, que fuera por ella, sus palabras me conmovían y quería no creerlas, al parecer ella era realmente feliz.

Esa noche dormí a pequeños intervalos, me sentía extraño con aquella muchachita al lado, tan cerca que nunca fuimos mas de uno. A las cuatro menos cuarto sonó el teléfono para avisarme que entraba de guardia, luego, pasaría el gordo para comprobar si me había levantado, ella comenzó a vestirse para subir a su camarote en lo que yo partía a mi guardia, nos despedimos con un beso.

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