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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


El niño y la piedrecita




Clipsia Wong  (12-09-2002)

¡Huy que rico! al fin puedo estar un rato solito aquí en la playa, y cerrar los ojos y escuchar el mar sin que nadie me interrumpla. Yo no sé por qué las madres se creen que uno siempre quiere escucharlas; y que si no uno habla o se ríe, o salta, es que se siente mal. Pero si me pusiera a saltar o correr, entonces me diría: "¡Niño estáte quieto! ¿No te cansas?" - La verdad que a veces no entiendo nada.

... Oye... oye... ¡eh! ¿Quién me llama?, no veo a nadie. Bueno, ni quiero, por eso me acuesto en la arena con los ocjos cerrados. Tango que aprovechar, porque seguro ahorita mismo mami me está llamando y no podré oir el canto del mar. Cuando sea grande voy a hacer una música como la del mar, y estoy seguro que es la que más va a gustarle a todo el mundo. Oye..., vaya no puede uno ni estarse quieto sin que le molesten. Pero ¿quién me llama? Ya tengo los ojos abiertos y no veo a nadie. Soy yo - ¿Quién soy yo?... Yo, la piedrecita que tienes delante.

- ¡Cómo! ¿Estaré soñando? - No, no estás soñando, las pedras también hablamos; lo que sucede que muy, muy pocas veces, nos pueden escuchar; esa es una virtud que tienen solo algunos. Y solo cuando son niños como tú. - Bueno, dime lo que quieres; - Quiero que me lleves contigo. ¿Y para qué quieres que te lleve? el mar es tan lindo... Sí, es muy lindo, pero cuando se pone bravo y la marea sube, nos arrastra hasta su fundo y nunca más tenemos la oportunidad de ver y hablar y a veces hasta ser acariciada por un niño, y eso es muy triste; muchas de mis hermanitas las piedrecitas se han salvado gracias a que un niño se las ha llevado para su casa.

Bueno... quizás tengas razón, pero lo malo va a ser que si mami te descubre te bota. Tú no sabes lo brava que se pone cada vez que yo llevo piedras o conchas, o cualquiera de esas cosas que a mi tanto me gustan, pero que ella dice que le lleno la casa de basura. - ¡Ay de mí!, entonces no puedes llevarme. - Espera, no te pongas triste, se me ha ocurrido una idea. Mira... yo tengo un amigo ya hombre que que es artista, y a él también le gustan las piedrecitas bonitas, tú eres muy bonita. Yo le voy a decir a mami que es para el profe Roberto, así se llama mi amigo; y así no te botará. Mientras no quiera botarte estarás conmigo. Si un dia quiere botarte no te asustes, yo te llevaré para casa del profe, la mamá de él no le bota nada. Te va a gustar el profe, es muy bueno y quiere y acaricia a las piedrecitas lindas como tú, yo lo he visto. Ven, te voy a recoger, ya mami me llama.

Niño, te he dicho que no estés cargando esas cosas para llenarme la casa de basura - Mami, pero si es muy bonita, ¿Verdad que me la dejas llevar? - Bueno, vamos, vamos, que ya es tarde... ¡Nos salvamos, te llevó!

Pero cuando pasaron unos dias: Mi niño, voy a limpiarte bien tu cuarto, asiq ue ve botando tus piedrecitas y todas tus barsuritas o te las boto yo. Pero mami.... la piedrecita esa bonita no ¿Verdad? - ¡Todas!

¿Ves? Te lo dije, pero no tengas miedo, te llevaré con mi amigo el profe y tú verás qué bien vas a estar.

Y así la piedrecita bonita fue a manos del profesor y ceramista Roberto, que cuando la vio se puse muy contento; la puso con otras piedrecitas, adornando unas piezas de cerámica que luego expuso. Y todo el mundo las admiraba y comentaba lko linda que se veían las piezas de cerámica con las piedrecitas. Y allí estaba ella con otras más, en aquel lugar tan lindo, lleno de eso que los mayores llaman obras de arte, y ellas, las piedrecitas, habían ayudado a lucir mejor.

Y no es que yo lo diga, pero era mi piedrecita la más linda de todas.


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