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Ideas


Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


El Proyecto

Aquel señor de la barba descuidada tiene una historia que contar, pero él prefiere hablar de sus proyectos, de los viejos proyectos que nunca terminó por falta de dinero o de tiempo. Es un inventor incansable, de una adicción enfermiza por el trabajo creador, y de una cultura técnica verdaderamente admirable.

Nunca he podido explicar la causa de su fracaso. Por eso es que digo que este señor poco aseado, de pelo blanco, ojos tristes y barba descuidada tiene por seguro una linda historia que contar, aunque él prefiere no hacerlo.




Armando Acosta  (12-11-2002)

Tantas horas dedicó a su absurdo proyecto, tanto dinero, tantas neuronas y tanta esperanza, que terminó perdiendo su empleo, su mujer, sus hijos y el respeto de sus amigos. Entonces decidió abandonarlo, caro que ya era demasiado tarde y no le quedó más remedio que entregarse a la inevitable tarea de reconstruir su vida. Con el tiempo y un poco de suerte consiguió un nuevo empleo, nuevos amigos y una nueva mujer que le dio nuevos hijos. También consiguió algunas canas y unos años más de cansancio.

Un buen día, comenzó a sentir nostalgia por su proyecto... Es que entonces me sentía vivo, se dijo, tenía fe en algo; ahora todo es tan monótono... Y después de todo, mi proyecto no era tan absurdo; simplemente no supe enfrentarlo. Claro, yo era muy joven, me dejé llevar por el entusiasmo, no hice cálculos financieros, no supe insertar el proyecto en mi vida, repartir mis sueños entre el hogar, la familia, el trabajo, y el proyecto. ¡Qué tiempos aquellos! Si hubiera tenido la madurez que tengo ahora...

Si yo volviera a hacer algo así, le dedicaría solo un par de horas diarias, especialmente en las noches después que todos se acuestan a dormir. Tendría que investigar un poco sobre las nuevas tecnologías, porque todo se ha desarrollado mucho desde entonces: no puedo permitir que mi proyecto nazca viejo y obsoleto. Tendré que comenzar por investigar en la oficina de patentes a ver qué han hecho por ahí otros inventores... Pero lo primero que haré será releer mis notas de aquel entonces y esbozar una nueva, madura y más realista versión de ¡mi proyecto!

* * *

Esta vez el hijo mayor no se molestó en traerle el cheque personalmente, se lo mandó por correo. Bueno, a caballo regalado no se le ven las mataduras. Si no fuera por la ayuda de mi hijo...

Dejó el cheque sobre la mesa y se sentó ante ella con la dificultad que impone la reuma. Allí estaba el viejo libro de notas junto a álbumes fotos de familiares ausentes. Dirigió la mirada a través de la ventana y la dejó perderse en el infinito.

He malgastado mi vida. Tantas neuronas gastadas, tantos estudios, de nada sirvió, ni siquiera puede retener a una familia. No estoy preparado para la vejez... y ya la tengo encima.

Sonrió con resignación. La prisa ya no formaba parte de su vida, los minutos y las horas eran igualmente imponderables.

Ese proyecto acabó con mi vida, o tal vez fue la vida quien acabó con el proyecto; no sé, siempre me hecho la culpa de mis fracasos, pero esta historia tiene muchos culpables, no solo yo. En realidad nadie me apoyó; nadie me dio un consejo como no fuera para separarme de él; nadie me prestó dinero ni información, ni una frase de solidaridad siquiera. Se limitaron reprocharme, y a abandonarme después. Si no fuera por mi hijo... Tal vez no soy hombre de esta época, tal vez nací antes de tiempo.

El tiempo, siempre el tiempo. Si hubiera sabido compartir el tiempo, o si hubiera tenido todo el tiempo que tengo ahora... Ahora, o sea, sí...después de todo, ahora tengo tiempo, todo el tiempo del mundo...

Abrió el viejo libro de notas y comenzó a leer.


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