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Ideas


Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


El hombre-hormiga

Uno se pasa la vida entera trabaja que trabaja... y al final ¿Adivine qué? - Uno se muere.

-- Luis Matos --.




Armando Acosta  (02-19-2003)

Claro que me acuerdo de Antonio, el hombre-hormiga como le decían los jodedores del taller; era de esa clase de gente que no puede estarse quieto un minuto. Una vez lo pusieron conmigo a alambrar un patch-panel de audio, el pobre, sentado horas de horas haciendo esa tarea tan meticulosa. Yo trataba de entretenerlo hablándole de computadoras, que es su pasión, pero qué vá, el hombre contaba los cables que le quedaban por hacer y miraba hacia afuera donde estaban unos hombres poniendo una cerca. En una de esas me levanto para ir al baño y cuando regreso... adivina qué: me encuentro a Antonio dando pico y pala allá afuera, según él los hombres de la cerca le habían pedido ayuda.

Lo de hombre-hormiga vino porque las tres primeras letras de su nombre, "Ant", significa "hormiga" en inglés. Pero yo creo que también tiene que ver con su laboriosidad. Antonio era eso que los americanos llaman "workalcoholic", o sea, adicto al trabajo. Cuando lo conocí, y de esto hace como diez años, el hombre tenía "sólo" dos trabajos. Salía del taller rayando las seis y de ahi se iba para el otro hasta la una de la madrugada. Después se consiguió un trabajito para los fines de semana, hacía "delivery" de pizza, pero esto le duró poco porque quiso abarcar demasiado; imagínate que entre viaje y viaje intercalaba algún tabajo particular. Un dia un cliente se quejó de que su pizza se estaba demorando mucho, el manager de la pizzería salió para la calle y se encontró a Antonio nada más y nada menos que poniendo un techo. Hasta ese día le duró el trabajo de la pizzería.

Así era el hombre-hormiga, una máquina de trabajar. Había un colombiano en el taller, no recuerdo su nombre, que era de lo más ocurrente y se la pasaba mortificando al pobre Antonio; le decía: "La vida en este pais es solo trabajo ¿Se ha fijado usted? Uno se pasa la vida entera trabaja que trabaja y al final ¿Adivine qué? Uno se muere".

Antonio se reia como un idiota, nunca se dio por aludido siquiera. Nosotros siempre nos preguntamos qué hacía este hombre con todo el dinero que ganaba, o sea, con tantos trabajos era obvio que ganaba mucho dinero. En el carro no sería, porque andaba en un van todo destartalado repleto de herramientas de todo tipo, desde dispositivos de diagnóstico para fibra óptica hasta chapeadoras de hierba para la jardinería. En la casa tampoco; por lo menos por aquella época Antonio vivía en un apartamentico de mala muerte en la Pequeña Habana; después supe que se fue con una mujer que tenía en Miami Lakes.

A nadie en el taller le cabían dudas de que Antonio estaba ahorrando dinero para su retiro en Costa Rica. Allí había pasado cinco años de su vida antes de venirse para acá para Miami, y por lo visto la había pasado muy bien porque siempre hablaba de Costa Rica. El chiste constante entre nosotros era que los ahorros de Antonio ya casi estaba llegando al millón , pero que cuando llegara no iba a poder sacar ni un centavo porque entonces dejaría de ser millonario.

Pero en realidad todos le teníamos un buen afecto. Cuando se fue para New Jersey le hiciemos una fiesta de despedida; fue la única vez que vi a Antonio tomarse un descanso. Yo creo que para él descansar era algo así como inmoral, y tener un solo trabajo era equivalente a ser un parácito social. Después de aquel dia, no lo he vuelto a ver.

¡Qué tiempos aquellos! En realidad me fue bien en aquella compañía, tenía horarios un poco atravezados pero también tenía beneficios, vacaciones, seguro médico, un aumento anual; fue cuando me compré mi casa y mi carrito nuevo. Después se me dio esta oportunidad de donde estoy ahora y la cogí no solo por el salario sino también por los horarios... esos turnos de madrugada me tenían loco. Y la verdad es que no me puedo quejar.

El otro dia me llamó el colombiano, que me dio tremenda pena porque no me acordaba de su nombre ni para atrás ni para alante y no quería hacércelo notar. Está de lo más bien, la hija se le casa ahora en diciembre y está contentísimo con eso. Le pregunté por el hombre-hormiga y me dijo que lo había visto recientemente encaramado en un poste y dando soporte técnico por su teléfono cellular, pues tiene tres trabajos, dos de los cuales los realiza en el mismo horario. Regresó, sí, a Miami y se compró un trailer en Opa-Locka. Dice el colombiano que se le ve feliz y hasta piensa inciar su propio negocio.

Me dio mucho gusto escuchar ese acento cantarín que tienen los colombianos, y también saber de Antonio, el hombre-hormiga; una buena oportunidad para repasar un montón de anécdotas y por supuesto, me volvió a soltar el chiste de qué sucede al final, después que uno se ha pasado la vida entera trabajando como un idiota... Uno se muere ¿No?


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