Se regala parque infantil

De niño, me gustaban los columpios, las canales y los "tio-vivos"; mi mamá me llevaba al parque Zoológico de La Habana y allí me daba banquete. ¡Cuánto hubiera dado por tener todos esos aparatos en el patio de mi casa! - Pues bien, ahora que soy un viejo y vivo en un pais desarrollado, veo como los niños de clase media-baja pueden gozar de ese privilegio, ya que esos aparatos los venden a bajo precio en las jugueterías, practicamente cualquier pela-gatos puede tener un parque infantil privado en el patio de su casa.

Este amigo mio se está mudando, compró casa nueva, y sí, él tambien tiene su parquecito privado para que sus hijos puedan juegar en la seguridad del hogar. El problema es que no quiere cargar con toda esa tarequera para la nueva casa, le sale mejor botar ese y comprarse otro, y como el hombre a quien él le vendió la casa, no tiene niños, este le ha pedido que le desmantele el parque... resultado: lo está ¡botando!

A mí se me parte el corazón. ¿Cuántos niños en el mundo (Cuba incluida) no desearían tener algo asi en sus casas, y simplemente no pueden?

Enseguida pensé en mi amigo Lachy que tiene una niña y el pobre, no tiene con qué comprar esas cosas... yo hablé de "bajos precios", pero es que tampoco son lo que se dice barato... El problema es que Lachy tampoco tiene una camioneta para transportar el parque (ni yo tampoco) ... y no le voy a pedir a mi amigo el que se muda que se ocupe también de la transportación.

Esta no sería la primera vez que me vería envuelto en problemas de redistribución de bienes abandonados. Recuerdo aquel refrigerador que botó Joaquin cuando se compró uno nuevo. A mi me daba pena ver que un equipo así, en pleno uso de sus factultades enfriativas, fuera a parar al rastro sin antes darle una oportunidad. "Tal vez le sirva a Roberto para su taller, o si no, lo dejo en el patio aunque sea para enfriar cervezas" - Asi me dije y terminé pidiendo un van prestado para trasladar el "muerto"... y sí, alli estuvo en el patio de mi casa por varios meses, hasta que me cansé y lo boté.

Asi me ha sucedido varias veces, he visto mi casa inundarse de desechos que luego termino desechando, como si mi casa fuera una espercie de departamento de cuarentena del servicio de la basura.

Esta vez era un poco diferente, no se trata de un tareco cualquiera, sino de un parque infantil... confiezo que aunque no tengo niños, hasta pensé en instalarlo en mi casa para cuando vengan los niños de mis amigos... pero no, esta vez me llené de valor y me resistí a servir de traficante de escombros sin ánimo de lucro. Si quieren botar el parque, que lo boten, y si quieren tirar la casa por la ventana, que la tiren tambien... aquí en mi casa no entra ni un tareco más... ¡Por mi madre que no!