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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Caso Antena

Esta historia está inspirada en un hecho real que me fue relatado por un amigo. Solo he cambiado los nombres de los personajes asi como algunos detalles.




Armando Acosta  (05-03-2003)

En el mismo año en que Microsoft lanzaba su nuevo sistema operativo Windows 95, Pedro arrivaba al aeropuerto de Miami procedente de Cuba. Dos años más tarde planeaba su primera visita a la isla... sí, los cubanos son los únicos exiliados políticos que pueden regresar a su pais cuando lo desean. Solo que el caso de Pedro era un tanto más complicado, allá le había quedado una causa judicial pendiente, y por eso se apresuró en llamar a un amigo suyo en La Habana para asegurarse. Dicho sea de paso, la causa de Pedro no tenía nada que ver con política sino con la fabricación y venta ilícita de antenas parabólicas caseras.

Eso fue a finales de los noventas, Pedro cursaba el último año de su carrera de ingeniería en telecomunicaciones y realizaba prácticas de producción en EasySoft, que es un instituto élite de investigaciones. La profunda crisis económica que reinaba en todo el pais habia sido bautizada como "Período Especial", pero aún no se había despenalizado el dolar de modo que la tenencia esa moneda dentro del territorio nacional estaba absolutamente prohibida.

EasySoft concentraba sus investigaciones en el area de robótica en un intento por ingresar divisas al pais por esa via; y como suele suceder en Cuba, la empresa gastó millones y produjo centavos, pero los afortunados que trabajaron allí tuvieron la oportunidad de jugar con alta tecnología durante varios años. Pedro fue uno de esos afortunados, hasta a alguien dentro del equipo se le ocurrió la idea de fabricar antenas parabólicas para piratear los canales de televisión del satélite. Era el incio de un negocio muy prometedor que años más tarde inundaría las azoteas cubanas con parábolas caseras, pero hasta ese momento, era terreno virgen.

El dia que lo agarraron, Pedro se preparaba para un examen que tenía al dia siguiente. Cuando lo hicieron entrar a la oficina para el interrogatorio, lo primero que vio sobre el buró fue un expediente titulado "Caso Antenas".

Pedro se sentó sin decir nada. El oficial abrió el expediente y comenzó a explicar:

       - Sabemos que usted se dedica a hacer los circuitos de las antenas en casa del ciudadano Demetrio Almederos, y también que usted maneja directamente la venta de las antenas, 150 dólares cada una... ¿Qué tiene que decir a eso, cuidadano?

Pedro guardó silencio por unos instantes, estaba bastante desconcertado; por fin reaccionó:

       - No voy a decir ni una sola palabra antes de ver a mi abogado.

       - Ven acá, chico, ¿Tú te crees que esto es una película americana?

Esa noche Pedro durmió en el calabozo. Antes de ingresar le hicieron dejar todas sus pertenencias personales incluidos los cordones de los zapatos. Dentro del calabozo había otro sujeto, un mulato flaco de mal aspecto a quien apodaban "Piti el Voláo".

       - Yo estoy aquí por culpa de mi mujer.

       - ¿Te fajaste con ella?

       - No, con ella no, si yo a esa negra la quiero cantidá... El problema es que cuando yo salí del tanque (la cárcel), la mujer me había vendido to los muebles, y yo no puedo pelmitil eso... Lo primero que hice fue salir a discutir mis mueble. Llego yo a casa del que tenía mi frigidaire, un gordo él, sentáo en el sofá muy comodón, y el frigidaire ahí ¡Qué lindo! Pues entro yo pol la puelta y le digo: Oye, man, eso es mio y me lo llevo... Pero el hombre se me pone farruco y tuve que darle dos tiro en el pecho... Por eso es que estoy aqui.

A Pedro no le costó mucho esfuerzo vislumbrar que su compañero era bien versado en en asuntos carcelarios.

       - Ven acá Piti, yo entiendo que cuando uno entra aqui le quiten el dinero, la cartera, los documentos... ¿Pero por qué los cordones de los zapatos?

       - ¡Ah, man, fácil! Eso es pa que no puedas ahorcarte... pero si tú quieres ahorcarte no hay problema, allá atrá hay una tendedera que está buenísima pa eso.

El segundo interrogatiorio fue con medios audiovisuales y a todo color. Los oficiales mostraron un video tomado desde tres cámaras espias instaladas en casa de Demetrio Almenteros. Se veian claramente a los mecánicos moldeando las parábolas en el patio de la casa, a los camiones procedentes de una "empresa mixta" entregando las cajas de materiales incluyendo un imneso rollo de cable coaxial, y por supuesto, el mismo Pedro aparecía entrando y saliendo de la casa en imnumerables ocaciones. Aun así, Pedro se mantuvo en sus treces y negó todos los cargos, que eran graves: tráfico de divisas, malverzación de los bienes del estado y distribución ilegal de alta tecnología.

En realidad podía sentirse afortunado. Según supo después, el "caso antenas" comenzó como una investigación del Departamento de Seguridad del Estado, pues se pensaba que las mismas serían utilizadas para comunicarse con la CIA; pero a medida que la investigación progresaba, se hacía evidente que esta gente solo pretendía lucrar ilicitamente, por lo que el caso fue trasferido al Departamento Técnico de Investigación, es decir, la policía civil.

Un buen dia, Pedro fue dejado en libertad. Quedó pendiente un juicio a celebrarse casi un año después, pero en ese intervalo sucedieron muchas cosas en el pais: la crisis se agudizó, el gobierno tomó la desagradable medida de autorizar la circulación del dólar, el negocio de las antenas parabólicas se convirtió en algo cotidiano y las azoteas de las cuidades cubanas se llenaron de parábolas "made in el patio de mi casa".

El abogado defensor no tuvo dificultades en demostrar la inocencia de su cliente, pues los delitos de que se le acusaba, ya no eran tales. No obstante, el juez le impuso una multa de 200 pesos cubanos. Pero en lugar de pagarlos, Pedro abandonó el pais.

Ya han pasado dos años de aquella aventura, pero nadie escapa completamente de su pasado. El amigo en la Habana tuvo que dar varias carreras para conseguir la información.

       - Oye, Pedruco, ni se te ocurra venir para acá, todavia te andan buscando con una orden de arresto para meterte preso.

Pedro es ingeniero en telecomunicaciones, trabaja en una estación de televisión donde sus compañeros lo admiran y lo respetan por su talento. Entre sus funciones está mantener un par de antenas parabólicas más grandes que el calabozo donde conoció al tal Piti, y en su casa hay una pequeña antena de Direct TV que compró en Radio Shack sin hacer cola. Es irónico, despues de todo, haberse metido en todo este rollo por unas antenitas maltrechas fabricadas a puñetazos en la casa de Demetrio Almederos... claro, en Cuba no había Radio Shack por aquella época... ni ahora tampoco.


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