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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Un punto luminoso en el cielo

Los expedicionarios acampan a orillas del canal despues de navegar por mucho tiempo en busca de tierra fértil. Subitamente la paz del campamento se ve afectada por un extraño punto luminoso que aparece en el cielo.




Armando Acosta  (07-21-2003)

Las labores de mantenimiento marchaban bien, aunque muchos preferirían verlas prolongarse por mucho tiempo ya que la vida en el campamento era mucho más agradable que navegar el canal dia y noche.

Las aguas eran ya más cálidas, tanto que se podía uno bañar en ellas aunque no era aconsejable hacerlo por demaciado tiempo. El suelo, sin embargo, continuaba siendo de piedra dura y lisa como desde el dia de la partida.

Las tiendas inflables estaban dispuestas en círculo alrededor de una pequeña e improvisada plaza central. La noche era como todas las noches, adornada de estrellas y regocijada con el bullicio de las actividades nocturnas.

Lidio era uno de los pocos hombres de la expedición que no había encontrado pareja, pero eso estaba bien, no es bueno para un rey tener pareja antes que tener cuidad. Su distracción favorita era alejarse del campamento para contemplar el cielo con tranquilidad.

       - Si mi señor me lo permite, compartiremos las estrellas de esta noche.

El rey de los ruptos no esperaba compartir la noche con nadie, pero cuando dio la vuelta hacia la intrusa, cambió de opinión.

       - Patricia, ese es tu nombe ¿no?

       - Patricia Gala de Canalia, mi señor. Me alaga que conozcas mi nombre.

       - Llegará el momento en que no podré aprenderme todos los nombres.

       - En ese momento me sentiré aún más alagada, señor.

Lidio sonrió para celebrar la respuesta de la joven y acto seguido alzó la mirada al cielo para continuar su contemplación.

- Cuadrante 38.

       - ¿Cómo sabes que estoy mirando exactamete el cuadrante 38?

       - Yo también observo las estrellas todas las noches, conozco muy bien el cielo. Además, sé lo que buscas en ese cuadrante.

       - Sí, el sol.

La mirada de Lidio se perdió en la lejanía.

- Creo que eres demaciado romántico para ser un rey - Observó la muchacha con tal delicadeza que no sonó irreverente.

       - No soy romántico, Patricia, en realidad estoy pensando en política.

Patricia miró a su rey y sonrió profundamente como quien descubre a un bribón. Lidio bajó de las estrellas a los ojos de la muchacha y sonrió como quien descubre a un incrédulo.

       - En la Tierra - Explicó - hay una civilización de hombres que miran al cielo igual que nosotros. Hace siglos que no sabemos nada de ellos… ni ellos de nosotros; me pregunto si será posible que nos volvamos a encontrar para formar una civilización única.

Las miradas y sonrisas de respectiva incrédulidad conectaron a ambos por algunos segundos más antes de que Patricia respondiera:

       - Tus palabras, señor, siguen siendo románticas.

       - Tal vez lo sean.

Lidio regresó a su contemplación, era obvio que no disfrutaba la polémica si no veia buenas garantías de desarrollo. El sol no lucía nada majestuoso en realidad, pero Lidio podía identificarlo, pensaba en la grandeza de tiempos lejanos que no conoció y pensaba en el futuro también, trataba de imaginar una colonia en cada punto luminoso y en la forma de conectarlas a todas...

       - ¡Señor!

Patricia tenía ahora los ojos bien abiertos y su brazo derecho se extendía hacia otro sector del cielo; Lidio miró hacia allí y comprobó que una de las estrellas, bastante más luminosa que el resto, se desplazaba lentamente en dirección este.

       - Un metorito - Murmuró.

       - No, mi señor, ya se hubiera desintegrado, es algo más grande que un meteorito.

Lidio guardó silencio para concentrarse en el ruido del campamento. La música se había detenido, en su lugar se escuchaba un gran murmullo y algunos gritos aislados... no precisamente de júbilo.

       - ¡Vamos!

La plaza estaba llena de gente, todos hablaban a la vez; desde una tarima colocada justo en el centro, los consejales trataban inultilmente de restablecer el orden. Cuando Lidio entró en la plaza, sin embargo, todos se callaron de golpe; Lidio continuó hasta la tarima y desde allí se dirigió a la multitud:

       - Pueblo de Rupturia, no puedo creer que os habrais dejado impresionar por un simple punto de luz en el cielo; mientras no sepamos exactamente qué es, no tenemos por qué amedrentarnos... ¡Os prohibo que os dejeis dominar por el pánico! ¡Ramón!

Un jóven de aspecto diligente salió desde el interior de una tienda y permaneció de pie junto a la puerta mirando a su rey.

       - ¿Algún informe sobre el punto luminoso?

       - Señor, apenas han transcurrido treinta minutos desde que el punto luminoso apareció en el cielo. Por su trayectoria, es probable que esté en órbita alrededor del planeta a gran altura, lejos del punto de ignición con la atmósfera. También calculo que... es de gran tamaño.

El estruendo de gritos, llantos y lamentos fue instantáneo. "¡Es el fin!", se dejaba escuchar. Lidio no estaba tan preocupado por el punto luminoso como por el peligro de histeria colectiva; el joven Ramón permanecía de pie esperando por más preguntas; los consejales hacían esfuerzos por controlar la situación; Lidio miraba hacia adelante sin decir nada.

       - ¡Silencio! - Gritó por fin con la intención de dar un golpe de efecto. Los gritos cesaron aunque continuó algún murmullo y alguien siguía llorando en el fondo.

- Sé pefectamente lo que estais temiendo - Dijo- pero no es el fin, yo os garantizo que ese punto luminoso no es un meteoro. Si todavia sentís confianza en vuestro rey, idos tranquilos a vuestras tiendas y esperad hasta que tengamos más información.

La multitud se disolvió entre murmullos mientras Lidio se dirigía a la tienda en cuya puerta Ramón aguardaba por más preguntas.

- Vamos adentro – Le ordenó al joven – Quiero que me digas todo lo que sepas sbre ese punto luminoso, candidato a meteorito o lo que sea.


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