La oscuridad

La oscuridad es el espacio comprimido de la intimidad misma del inconsciente. La duda enfatizada entre cuatro paredes. El susto sin precedentes, el miedo a lo desconocido, el espacio sugerente y la búsqueda de sueños.

En la oscuridad se resumen dos mil preguntas y las respuestas se apegan dudosas al imperceptible color de lo oscuro. En las sombras y detrás de nuestras caras, se agrupan tiernas las caricias cómplices y las culpables, las torpezas y las traiciones mayores.

Nos escondemos de nosotros y de los otros que somos nosotros mismos, debajo de las tantas acolchonadas sabanas de la penumbra. Nos arropamos con ella para no levantar sospechas cuando con temor de niños malditos finalmente nos hacemos partícipes del juego.

En la oscuridad finalmente no importan los colores, ni las fisonomías inherentes a fantasías visuales. Se terminan las impresiones y se olvida uno de los rasgos y de las formas.

En la penumbra toda tiene forma amorfa o completamente uniforme, no existen gustos especiales, y todo se determina con el sentido táctil. En lo oscuro se definen muchas habilidades y se refinan aquellas ya aplicadas y aprendidas.

Se piensa mejor con los ojos cerrados, se sueña con los ojos cerrados, se siente más un beso con los ojos cerrados. Y con los ojos cerrados la oscuridad esta adentro nuestro, de donde sale a vagar cuando los tenemos abiertos.

Pertenecemos a ella, no le somos ajenos, es parte de nuestra historia porque todos tenemos un espacio dentro de la oscuridad como ella posee un pedazo dentro nuestro ser.