Inicio
He creado este espacio para compartirlo con familiares y amigos, aunque no descarto la posibilidad de que otros visitantes se encuntren a gusto y lo puedan disfrutar tambien...

InicioMapa del sitioDescargasColaboradoresEnlacesAutor    
Buscar :

Ideas


Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Muerte súbita




Roberto Wong  (08-11-2003)

Me pregunto qué pasaría si muriera hoy mismo contemplando la lluvia... ¿para qué habré vivido si no he hecho nada de lo planeado? ¿Para quién o quienes he sido rele-vante?...¿Es todo eso importante?... a decir verdad, cuando me sorprende la fulminante catástrofe personal mis pensamientos no andaban por ese lado filosófico, sino por el lado práctico, logístico, del asunto... en las cosas por hacer... en los pendientes, por ejemplo no dejé una nota con instrucciones diciendo adonde llevar el paquete encerrado en el maletero o qué hacer con aquél otro que llegará en unos dias... aún en casos de personas de avanzada edad o de enfermedades terminales la muerte es un imprevisto y se pueden quedar hasta deudas sin pagar a amigos que no lo merecen; no sé si el banco permitiría cambiar un cheque de alguien dado de baja de este mundo teniendo en cuenta que la fecha es posterior al deceso, en cualquier caso sería prudente poner la fecha atrasada.

Un infarto o un paro cardíaco me ha sorprendido sentado en mi auto esperando a que aflojara el aguacero para entrar al apartamento provocando, en fracciones de segundos de un tiempo de todas maneras sin sentido para medir, todas estas dudas... no me da tiempo, aún en el lado donde el tiempo tiene algún sentido, a marcar el número de ur-gencias en mi teléfono portátil que llevo en el bolsillo y asi sentado es dificil de sacar... Los vecinos me ven alli sentado con mi impermeable amarillo, mi cabeza ladeada... quizás se durmió...

Mi esposa me espera en la puerta de su trabajo pero, como es de suponer, no la voy a recoger porque ya no existo.... el que fue mi cuerpo, aun sin signos de descomposición a lo que pudiera ayudar el aire acondionado sigue sentado en el mismo sitio del princi-pio de la narración... Ella se decide a venir a pie esperando cruzarse conmigo a los pocos minutos en la camino como otras veces cuando me he entretenido escribiendo cuentos absurdos, ya a medio camino está un tanto preocupada y otro tanto enojada... "si no tiene una buena justificación, ¡lo voy a matar!"... es sabido que esta expresión no encierra ninguna intención realmente homicida... y de todos modos tampoco es que en el estado de narrador muerto del cual disfruto me afecte mucho esto.

Lamento no haber hecho al principio de este texto un recuento de mis cosas y una especie de testamento como suelo hacerlo más como ejercico de memoria aunque tampoco debo tener tanta memoria para un recuento tan exiguo... pienso que las cosas en el apartamento, las compartidas y las que aún son parte de mi vida personal, se las quedaria mi mujer aunque también sé que ella consultaría con mi familia dada la recien-te unión que llevamos... y no hablo del matrimonio, de mudarnos juntos, en general nos conocemos hace relativamente poco y, para mi sorpresa, lo que pudiera ser un incon-veniente para muchas mujeres mi estado de solterón viviendo aún con mi madre pesó a favor en esta relación. La necesidad de llenar el otro lado y la avalancha de afinidades nos impuso una vida en pareja bastante rapidamente... después de todo es una lástima este padecimiento cardíaco con final prematuro, aunque, según mi opinión, este tipo de finales no son ni prematuros ni atrasados... se termina y ya, no hay margen a cues-tionamientos. De todos modos muchas de estas cosas ahora trasladadas al pequeño espacio cohabitado con mi esposa son totalmente desechables: notas personales, souvenires, retratos de amigos, chequeras en blanco o copias de cheques, recortes de periodicos y revistas... podrian botarse unas cuantas cajas de esta colección de objetos inservibles... sólo yo sería capaz de repasar todas estas cosas una por una como cuando intento organizarlas... soy como un agente aglutinador de todo esto, sin mi, una ratonera de principios de siglo no tiene nada que ver con una oración de san Francisco de Assis o con un bolígrafo con una dirección impresa.

En casa de mi madre quedarian mis esculturas y pinturas y nadie se piense en una costosa colección de arte, estoy hablando de mis popios intentos... en esa área es donde más cosas inconclusas quedarían: lienzos a medio pintar, cartulinas esbozadas, terracotas sin cocinar e ideas sin concretar que ningún neurólogo podría escudriñar en una masa encefálica expuesta para la autopsia... ¿Adonde irán a parar las ideas?... ¿al mismo lugar que las ilusiones, los planes, los recuerdos y todo ese producto volátil de nuestro pensamiento? ¿será siempre necesario recurrir a algo visible, audible, palpable, olible, degustable, para trasmitir lo sentimientos? No obstante no creo mi producto intelectual tan relevante como para almacenarlo y archivarlo en esa maravilla de invento que sería algo así como el "backup" de nuestra memoria... ¿en cual momento exacto sacar o copiar estos datos..? quien sabe... una vez exhalado ese misterio de la vida... ¿quedará algún rastro de esto en nuestro cerebro?

Saliendo de este campo para uno más concreto pienso en el tiesto de carro donde mi cuerpo sigue aún sentado... y hago un paréntesis para preguntarme si ese cuerpo es todavía mío, si no pertenece a mis seres queridos que lo despedirán como fetiche de mi existencia y como nada dije en vida al respecto lo podrán enterrar, incinerar o hundir en las aguas... o si ese cuerpo pertenece al universo al cual se fundirá mucho más comprobadamente que una discutida alma... volviendo al auto, posiblemente sea donado a un amigo o institución pues no creo que mi esposa lo quiera después de encontrarme alli, de haber sabido este final no hubiéramos hecho el gasto en gomas nuevas aunque habiéndolo hecho con tarjeta de crédito quedará impago por deseso del acreditado...

Muchos se lamentarían, si pudieran, de no haber dado un abrazo, pedido una disculpa no haber dicho un "te quiero'... pero esas son pendejadas, cursilerias... en fin, ya amainó la lluvia... estoy sentado en mi auto aún con el motor prendido y son casi las once... debo apurarme para buscar a mi esposa pues si le digo que me se me hizo tarde escribiendo otro de mis cuentos ¡es capaz de matarme!


  • Otros cuentos


  • Imprimir   Enviar a un amigo   
                                                    

    Miami / USAmail@armandoacosta.comInicio