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He creado este espacio para compartirlo con familiares y amigos, aunque no descarto la posibilidad de que otros visitantes se encuntren a gusto y lo puedan disfrutar tambien...

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Ideas


Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Welcome Home, Patricia

Angel Diaz llegó a los Estados Unidos en 1994, tenía 61 años de edad y una misión inpostergable: traer a su familia. Es un caso bastante común, pero siendo Angel mi amigo entreñable de tantos años, su caso cobra el significado de lo único.

Tras ocho años de desesperada espera, hoy llegó ¡por fin! la adorada hija de sus desvelos, Patricia.




Armando Acosta  (09-01-2003)

Agosto 31, 2003

Patricia es la menor y única hembra de tres hermanos casaderos. Angel, su padre, fue mi jefe durante ocho años en el Departamento de Sonido del ICAIC (1982-1990). Mi admiración por él no se limita al aspecto técnico, sino también al humano, como en aquella ocación en que se reunió con sus subalternos para despedir a Plaza como a un amigo y no como un "gusano", y asi se hizo.

A pesar de su vida relativamente cómoda como jefe de mantenimiento, su carrito y sus viajes al extranjero, el idealismo de Angel se vio frustrado a la larga, entonces tomó la desición de emigrar y asi lo hizo. Atrás quedaba su esposa Silvia, sus tres hijos y su perro Pito.

Cuando lo vi en Miami, reconocí enseguida al mismo Angel honesto, sabio y austero que había dejado en Cuba cuatro años atrás, asi fue como mi ex-jefe se convirtió en amigo. Para Angel no era el fin, sino el principio de una carrera contra el tiempo. Tenía que sustentarse, ahorrar dinero, obtener su recidencia permanente, luego la ciudadanía americana, reclamar a su mujer y sus hijos y hacerlos llegar a Estados Unidos por via legal.

Siete años más tarde, gran parte de esa meta estaba cumplida, vivía en una casa de su propiedad junto a su mujer y sus dos hijos varones, ostentaba la cuidadania americana y toda la conveniencia que eso representa, hasta el perro Pito formaba parte de la familia miamense. Pero faltaba una pieza esencial en este rompecabezas migratorio: Patricia. Angel cumplia sus 70 años de edad que afortunadamente no han deteriorado su físico y mucho menos su espíritu.


Hoy domingo es el gran final de la novela personal de Angel y Silvia. En horas del medio dia partió del aeropuerto José Martí en La Habana el avión que condujo a Patricia a casa de sus padres en Miami.


Angel no pudo resistir la tentación de compartir su infinita felicidad con todos aquellos que la valoran. El frente de la casa se inundó de automóviles, el buzón se galardonó con un globo rotulado: "Welcome Home, Patri" (Bienvenida a casa, Patricia). El patio se desbordó de familiares y amigos, el pantri de la cocina no dio abasto para servir libras y más libras de comida hecha en casa, las sonrisas de oreja a oreja daban fe de una gran alegría de la cual me enorgullezgo por haber sido testigo.



"Hasta el último momento estuve con el corazón en la garganta" - Me comentó Angel - "No podía estar tranquilo hasta no saber que el avión habia despegado... tú sabes cómo son de impredecibles las cosas en Cuba. Estuve siguiendo por Internet los partes sobre ese vuelo, pero para asegurarme, llamé a un amigo mio en La Habana... Me dijo que él personalmente habia visto entrar a Patricia en el avión y habia visto al avión despegar... solo entonces pude respirar tranquilo".

Patricia se veia cansada, y no es para menos, habia dormido solo dos horas en la noche anterior. "¿Cómo te sientes?" - Le pregunté - "¿Qué te parece todo esto?". Me respondió muy escuetamente pero de buena gana, a pesar del cansancio tenía muchas ganas de comunciarse: "Todo es tan diferente... imagínate, me parece que estoy soñando".



No, Patricia, no estás soñando, al contrario, la pesadilla ya tocó a su fin.


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