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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


El gato tonto




Armando Acosta  (10-12-2003)

Lejano en su memoria felina estaba el diario vagabundear de patio en patio. Su madre lo había abandonado a temprana edad, sus hermanos y hermanas, emprendido su propio rumbo. La vida de cachorro destetado había comenzado sin que apenas pudiera comprenderlo. Pero un día esa vida terminó, fue el día que entró en el patio de Alicia y de ella recibió alimento, caricias y también un nombre, Sebastián.

Para un joven gato como él, la comida es el principio de todo. No tardó en aprenderse los horarios del desayuno, del almuerzo y de la comida; también se acostumbró a asociar su alimentación con la presencia de Alicia, con su pelo largo y su cariño casi felino, las caricias en las guataquitas, la voz enternecedora, la magia del contacto táctil con un ser de tan descomunal tamaño.

A veces Sebastián aparecía a destiempo ante la puerta de vidrio y se asomaba al interior de la casa. Alicia salía entonces con un platillo desbordado de leche o con alguna golosina oasional. Sebastián la olía, comenzaba a comer, y mientras lo hacía, esperaba ansioso la acostumbrada caricia en sus puntiagudas orejitas. No siempre llegaba... la comida era entonces insípida, injustificada, cual sería el sentido de llenar la panza teniendo las orejas tan tristes.

Alicia... si fueras de mi tamaño, si tus orejas fueran como las mías, si tuvieras una cola larga y peluda que enroscar con mi cola. Te imagino sentada en lo alto de la cerca, contemplando la luna con tus ojos verdes, tus bigotes brillando en la noche, tus ojos radiando maullidos que no pronuncias porque sabes, yo puedo sentirlos en el éter.

Yo sé que apenas me entiendes, que las cosas lindas que maúllo para ti, se pierden en el aire sin alcanzarte. Mi deseo es ridículo, un imposible casi, pero si te soy franco, enteramente franco... aún no pierdo las esperanzas de tener un gatico contigo.


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