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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Hacer algo diferente




Roberto Wong  (06-08-2005)

Arístides siempre se había sentado a la mesa con camisa puesta asi estuviera solo en casa; podía faltarle cualquier otra prenda, aunque tampoco nunca prescindió de alguna; pero era costumbre y por ende ley en su casa no tener el pecho descubierto ante el plato de comida… asi lo hizo cumplir su padre día por día por mucho calor que hubiera y vinieran agitados de jugar cuatro-esquinas o quimbumbia; asi lo había aprendido su padre del abuelo y asi desde que se conocía, al menos desde que se inventó la camisa, en la familia ningún varón había comido descamisado para desayuno, almuerzo y cena y hasta para cualquier merienda de intermedio donde también se vestía la mesa con mantel o al menos algunos pequeños pedazos de tela donde recoger las migajas de pan.

Ese dia, sin embargo, Aristides deseó hacer algo diferente… a sus sesenta y algo años, como todos, habia pulido virtudes, arraigado malas mañas, interiorizado defectos, decantado sentimientos… no obstante seguía siendo, de cierto modo, el mismo niño puntual y estudioso que una vez al año amanecía sin deseos de ir a la escuela y, como no era costumbre ni perdia el hilo de las clases por ello, la madre lo escondía entre el montón de ropa de lavar hasta que Eustaquio se fuera a trabajar y entonces él pasaba la mañana alimentando a los animales o cualquier otra cosa entretenida; al otro día pedía libretas prestadas para copiar la lecciones perdidas…; de sus hermanos y las dos pequeñas hermanas era el más instruido, no sólo alcanzó a terminar la secundaria sinó comenzó a estudiar para maestro… esto lo interrumpió para dedicarse unos años a la finca hasta que reunió un dinero y le dió por irse a casa del hermano mayor en el pueblo… alli fue donde conoció a Paquita, la hija adoptiva de este pues no podian tener hijos… para la fecha Paquita sólo inspiraba deseos de jugar y asi lo hicieron hasta aquella tarde cuando por la humedad del pelo y la prisa entró al baño sin avisar y allí sorprendió a una Paquita de tiernos pechos canela de piel jugosa con música de lluvia al fondo… después de eso vendrian de los paseos tomados de la mano y cuando iban en la carreta a visitar a la familia él se ponia detrás de ella para protegerla… a cada bache habia un roce acompañado de un “perdón” concedido por una sonrisa de inocente malicia.

Cuarenta años después cuando ya no habia motivos para pedir perdones ni para la malicia, Arisitides decidió sacarse la camisa para comer como aquellas mañanas cuando amanecía sin deseo de ir al colegio sin afectar el curso de sus estudios, sin pensar que esta violación de costumbre tan arraigada podía cambiar el curso de su vida… Paquita estaba trabajando a esa hora porque le ayudaba a unos amigos en la tienda y esa noche le tocaba cerrar… llegaria a casa unos minutos después del oscurecer…

Entre las virtudes pulidas de Aristides estaba el tener memoria para los cumpleaños de todos… hasta para quienes ya no vería por el decursar de una vida en diferentes pueblos y ciudades -hasta en la capital habia vivido en los primeros años con Paquita-; más, últimamente como mecanismo infalible recordaba estas fechas exactamente hasta el día anterior; durante el dia en cuestión olvidaba comunicarse con la persona y al otro dia entonces ¡se volvia a acordar!… pues una cosa tenía buena, siempre recordaba lo que había olvidado y cuando lo había olvidado….

Ese día Aristides tenía la sensación de haber olvidado alguna puñetera fecha importante… revisó bien que no fuera el cumpleaños de Paquita ni el aniversario de bodas… ni siquiera aquel memorable dia que la descubriera mujer el cual quedó grabado en ambos porque un aire de dicha había pasado por esas pestañas bajando no de pudor si no de “no me importa que me mires” y él, tan obediente, no se apresuró a tomar la toalla para secarse el pelo mientras no perdia detalle de la casi adolescente anatomía con música de lluvia al fondo… si, a veces algunos pensamientos son recurrentes y vienen con las mismas palabras…..

Se sentó ante el reciencalentado plato de frijoles… siempre que Paquita trabajaba en la tarde le dejaba la comida hecha, ella se iba después del almuerzo… estaba sin camisa… “que extraño”, se dijo… “tengo deseos de quitarme los pantalones…” y asi lo hizo… para eso se descalzó primero… tomó la cuchara… pero antes del primer bocado se deshizo de sus interiores… se quedó completamente desnudo, sólo con los calcetines algo altos y las inseparables pantuflas de andar en casa… sentía la dura tabla de la silla en las nalga y algo de frio acompañado de la felicidad de estar haciendo alguna bellaquería… “No hemos sido muy pudorosos; pero si Paquita me viera mínimo se asombra aunque no se escandalice…” ; comenzó a comer con gestos normales… mojando el pan integral en el plato de aceite y ajo también preparado por su esposa para este propósito y sin olvidar las pastillas entre cada sorbo de jugo… “como hecho de menos tomarme un vaso de jugo sin pastillas por medio….”

La cocina tenía una puerta al exterior siempre cerrada para evitar el paso de insectos desde el pequeño patio trasero, Aristides se sentaba siempre frente a esta puerta lo cual le hacia dar la espalda a la entrada principal de la casa aunque para llegar a esta habria de atravezar dos habitaciones…; cómo de costumbre cuando estaba solo intentaba tener la menos cantidad de sonidos a su derredor… rara vez ponía música de manera que podía percibir; hasta donde daba su defectuosa audición los ruidos de la casa y la calle… su semisordera podia haber sido provocada, según bromeaban algunos, por falta de uso de sus oidos… sin embargo no se le escapaban sus ruidos preferidos: el follaje al viento, la chirriante rueda del hamster infinitamente recorrida en las noches, el sonido de las pequeñas cataratas cayendo de los filtros de las peceras y la llave abriendo la puerta… cuando escuchaba este último en muchas ocaciones se escondía para jugar un poco con Paquita y esos encuentros diarios se habían repetido por décadas seguidos de las mismas sonrisas y abrazos.

En su pensamentera andaba cuando sintió cómo intentaban abrir la puerta de la cocina, alguien evidentemente con la llave y que también tendria la llave de la verja exterior… “Paquita no puede ser… si saliera temprano ella llama…”… Desnudo de la mitad de las piernas hacia arriba no sabía si correr a cubrirse o tomar algo en la mano para defenderse del posible intruso… pero todo fue muy rápido alli estaba su hija sonriente con esposo, cuñado y sus dos hijitos asomando “felicidades papá… mamá nos dió las llaves para darte la sorpresa… ni te recordó tu cumpleaños porque dice que ultimamente lo olvidas todo y asi… papá, ¡que raro tu comiendo sin camisa!…” … la mesa impedía ver el resto del cuerpo pero la nietecita quien se acercaba a darle un beso tuvo la primicia y difundió inmediatamente y a viva voz su fiel versión del hecho: “abuelito está en pelotas”… “niños, niños, vengan para acá… decia Esther entre sorprendida y asustada… ; Aristides no podia hacer nada, la ultima cucharada de frijoles estaba aún en la boca porque no podía ni tragar y la pregunta de siempre en estos casos rondándole la cabeza “¿Por qué a mi?”; se sintió mareado… ¿Cómo carajos iba a sospechar que vendría toda esta parentela si están a más de dos horas de camino…? ¡y no avisan!

Vino, por supuesto, un escándalo familiar donde hubo lugar para la recriminación, la compasión por el pobre viejo y hasta para tomar las cosas con buen sentido del humor… Paquita fue la única que no se metió en comentarios con nadie… las cosas se normalizaron bajo la premisa de un principio de arterioesclerosis y eso cambió para siempre la relación con cada uno de los miembros de la familia… esto no afectó demasiado en la parte práctica del asunto, hacia mucho Paquita y Aristides no andaban en mucho visiteo ni festejadera familiar pero a Aristides le reventaba lo de la artereoesclerosis para justificar lo de aquella tarde… él sólo quiso hacer algo diferente ese dia… después de todo ¡era su cumpleaños!


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