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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Entre la libertad y la cordura




Armando Acosta  (09-01-2005)

Entre la libertad y la cordura hay un abismo, hacen falta alas para sobrevivir el salto, y mucho más coraje para siquiera concebirlo. Mientras nos ata la cordura al seguro suelo, la libertad nos aúlla desde lo lejos invitándonos al vacío; nos llama cobardes, se burla del pesado fango de pisada firme en nuestros pies.

Pero la cordura tiene forma de valiosos objetos, tan cercanos y cotidianos que camuflados en el paisaje llegan a formar parte de él. Objetos y costumbres, protocolos y actitudes, creencias, certezas, valores. Objetos a fin de cuentas, adquiridos todos, ninguno tan poco banal como el siguiente.

La libertad, en cambio, tiene mi forma, la que yo quiera darle, la libertad soy yo mismo. Pero yo desnudo, limpio de la posesión, curado de las ansias de tener. Yo descalzo de raíces-trampas, yo volando en las tres dimensiones de mi propio abismo sin temer a esa caída que aumenta por diez veces en cada segundo, o nueve punto ocho para ser más exactos.

Hay veces en que hay que decidir entre una y otra, como el hombre casado que se enamora de su amante. A veces el precio de poseer es tan elevado que nos obliga a empeñar las alas. Dudamos. Con pasos cuerdos nos dirigimos a la casa de empeño. Para qué nos hace falta un par de alas que ya no usaremos nunca, apenas recuerdos de una adolescencia extinta. Dudamos. Tan arraigado es el vicio de poseer que nos aflige perder la posesión de un vuelo inexistente. Mutilados, así nos sentimos. Es el momento de decidir, porque no se puede seguir dudando por el resto de la vida.

La libertad es perderlo todo, todo lo adquirido, todo lo impostado. Libertad es colocarme al centro de mi propia existencia y dejar que el mundo exista después que yo. No temer, porque yo estoy conmigo. Es un acto "descartado", mas no por "descartar" sino por Descartes: Yo pienso... luego existo.


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