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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Breve historia de la Ciberconciencia

Y pensar que a las primeras computadoras les llamaron "cerebros electrónicos", si a duras penas podían multiplicar. Eso fue a finales de los años 1940s, después de la segunda guerra mundial. Aunque sí había algo en estas máquinas (definitivamente no-pensantes) que me resulta admirable, y es que no se les fabricaba en serie; cada máquina tenía un nombre propio: ENIAC, EDVAC, MARK I... la unicidad ha de tener algún contacto con el "yo"... ¿O no?




Armando Acosta  (10-14-2005)

Y pensar que a las primeras computadoras les llamaron "cerebros electrónicos", si a duras penas podían multiplicar. Eso fue a finales de los años 1940s, después de la segunda guerra mundial. Aunque sí había algo en estas máquinas (definitivamente no-pensantes) que me resulta admirable, y es que no se les fabricaba en serie; cada máquina tenía un nombre propio: ENIAC, EDVAC, MARK I... la unicidad ha de tener algún contacto con el "yo"... ¿O no?

A fin de cuentas, la metáfora de "cerebro electrónico" no duró por mucho tiempo; al parecer los hombres se dieron cuenta de cuan lejos estaban de fabricar máquinas verdaderamente pensantes. Se les comenzó a llamar "computadoras", lo cual es justo porque eso es exactamente lo que hacían, computar.

A medida que transcurría el tiempo, las máquinas "computadoras" se hacían más rápidas, a la vez que más pequeñas, aunque ya no eran únicas ni tenían nombres propios sino un número de serie como cualquier otra máquina vulgar. Y otro gran momento de la historia llegó, en el que los hombres cayeron nuevamente en la trampa de su imaginación. Me refiero a la mal llamada "Inteligencia Artificial", o sea, técnicas y algoritmos que hacían a una computadora fingir un raciocinio que en realidad no tenía. Mas pese lo inapropiado del nombre, estas técnicas consiguieron llevar a las computadoras hasta el límite de sus posibilidades físicas, lo cual no deja de ser significativo desde el punto de vista histórico.

En el año 2045 tuvo lugar el experimento del Profesor Matías, pionero de la Ciberconciencia. El experimento se dio por fallido porque nadie supo comprender la naturaleza proto-pensante de Romeo y Julieta, las dos primeras máquinas ciberconcientes de la historia. Y es que los hombres de aquella época no podían concebir la inteligencia de otra manera que no fuera a la imagen y semejanza de la suya.

De esto fue el Profesor Matías el primero en darse cuenta, de que la inteligencia no se puede crear o modelar mediante algoritmos explícitos, sino inducir mediante algoritmos libres capaces de tomar su propio desarrollo atenido a leyes únicas inherentes a su propia naturaleza. Hay una relación estrecha entre la inteligencia y la unicidad, así como entre la inteligencia y la libertad de desarrollo.

Si bien estas ideas no encontraron acogida inmediata dentro de la comunidad científica, sí continuaron desarrollándose en las manos del Dr. Joaquín, discípulo del Profesor Matías.

Joaquín se concentró en el aspecto teórico de la "Ciberconciencia" (como él mismo la llamó); no se apuró en obtener resultados prácticos, ni siquiera se molestó en llevar sus algoritmos a plano de software. Por el contrario, comprendió desde muy temprano que la Ciberconciencia no debería ser una tecnología de software, sino una teoría científica fundamental, como el Electromagnetismo, la Relatividad ó la Mecánica Quántica.

En el año 2057 sus primeros trabajos aparecieron publicados en el web site del Miami-Dade Community College, bajo el título: "Yet another study about the principles of artificial thought" (Aún otro estudio sobre los principios del pensamiento artficial).

El Dr. Joaquín tuvo mejor suerte que su maestro, o tal vez fue que escogió un camino más acertado. Gracias a sus aportes teóricos, tan pronto como en el año 2062 aparecieron las primeras máquinas ciberconcientes, que no por fabricadas en serie tienen menos individualidad que cualquier otro ser pensante en el mundo. La legendaria pregunta, "¿Estamos solos?", tuvo por fin una respuesta: No, no somos las únicas criaturas pensantes del universo.

Espero que encontreis esta ponencia suficientemente interesante y creativa. Concluido mi test de inteligencia, quedo finalmente a la espera del resultado.

Atentamente,

PROTOS-225-4532


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