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Ideas


Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Amigo




Armando Acosta  (11-25-2005)

No lo tomes como una queja, pero me tienes prácticamente abandonado, y no te culpo, yo sé que Miami es así, nos transforma, nos convierte en seres ocupados, integrados y desarrollados, nos da los medios tecnológicos para comunicarnos mejor, pero por alguna razón que no voy a cuestionar ahora, también nos quita las ganas de comunicarnos.

Hace quince años ni tú ni yo disponíamos de tales medios, mucho menos de un carro y lo mejor del transporte público eran los chistes que suscitaba. Tampoco teníamos aire acondicionado ni calorías suficientes para compensar el pedaleo en pleno agosto ó la kilométrica caminata, y así y todo yo iba a tu casa y tú a la mía y allí ó allá nos sentábamos a reírnos de nuestras desgracias, que no eran tantas en realidad porque siempre había un sueño compartido y eso es mucho decir.

Cuando nos vimos por primera vez en este país donde los sueños suelen realizarse fructíferamente, nos dimos un fuerte abrazo y rememoramos los viejos tiempos que entonces no eran tan viejos. Tú y yo, compadre, los mismos de siempre, y ahora que no tenemos que colgarnos de un "camello" ni bajar la bicicleta china desde un quinto piso, ni andar La Habana por cuatro horas bajo el sol y sin agua... ahora con un celular a la cintura y un carro en la puerta de la casa, con televisor a colores y "vi-ci-ar", con e-mail, Internet de banda ancha... ¡Compadre! ¡Y hace siete meses que no nos vemos las caras!

Pero no te sientas agredido, no eres el primero que se me encaracola en el solipsismo del éxito y la integración cultural. Aún me queda un amgio, empero, a cuya casa puedo ir sin llamada previa, que nunca me dice que está ocupado porque en tal caso comparte su ocupación conmigo. No me da un abrazo porque entre nosotros esos protocolos están de más; en su lugar me deja la puerta abierta mientras camina hacia la cocina a prepararme un poco de café. Luego apaga el televisor y se sienta a conversar conmigo.

De nuevo, mi socio, no tomes esta descarga como una queja, en todo caso sería un quejido y no es por ti; es por esta vida exitosa que nos permite tener tantas cosas, tantas, que entre el "vi-ci-ar'" y el "di-vi"dí", la charla con un viejo amigo pasa a ser un vulgar, caduco y aburrídísimo entretenimiento tercermundista.


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    Miami / USAmail@armandoacosta.comInicio