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Ideas


Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Encuentro fatal

Un hombre se asquea de la sociedad y de la especie humana y decide aislarse en un paraiso natural pero sus reflexiones y acciones lo llevarán a un final impredecible




Roberto Wong  (12-30-2005)

…si algo falta en este mundo es altruismo, si algo abunda, es la insensibilidad; las muertes y miserias de muchos no nos conmueven; quizás, justifiquen algunos; porque son distantes allá detrás de una pantalla de luces; tampoco somos capaces de ayudar al de al lado, tratar de aliviar esos sufrimientos tan a la mano no del vecino puerta con puerta sino de aquél que ni techo ni puerta tiene ni ninguna se le abre y nos extiende la mano y una mirada… antes de aliviar su escasez inmediata y palpable nos cuestionamos si esto serviría para algo, ¿llenará su estómago nuestras dudas?… muchos se vierten a la religión más generalizada: la indiferencia…

Conozco al mundo por este cuerpo comandado por una mente o el corazón o un Dios, -quien sabe a estas alturas- y este canalizador de información me habia traicionado llevándome a esas conclusiones nefastas, algo andaba mal y habría de arreglarlo… como no podía dar solución al dilema mundial decidí aislarme, si de alguna manera pudieramos y queremos arreglar el mundo debemos comenzar por nuestro minúsculo ser, es lo que se llama “empezar por el principio”.

Reflexionando un poco más sobre mi ostracismo voluntario puedo pensar que también decidí alejarme de todo porque es muy incómodo e incongruente, además de inconsecuente, aborrecer la civilización y vivir con ella; debía teminar con el chantaje de quienes, por razones culturales y sociales, amén de por todas las comodides añadidas, dependia; para esto debia renunciar a quienes pertenecia… en un final no sé si me retiré para arreglar las cosas, al menos mis cosas o por asco…

En mi soledad, sufriendo aún más de la dependencia de mis congéneres llegué a una conclusión peor: aborrecía la condición humana… ¿Como tolerar pertenercer a la raza depredadora numero uno? ¡Cuanto abuso de todo lo que le rodea! ¡Cuanta división y odios existe en nuestra especie!

Alli estaba acostado y desnudo en medio de la naturaleza salvaje, mi presencia era la única evidencia de la existencia humana en este oasis … débil por la dieta inacostumbrada de frutas y vegetales silvestres miraba al cielo… ¿sería asi el paraiso?… el pecado, sin embargo lo llevo dentro; esa culpa de ser humano es el fruto prohibido ya tragado por mi… esas estrellas revelan mundos diferentes…¿será así de despiadada toda criatura inteligente en este universo?

Sentí un ruido, percibí un movimiento de cuerpos no muy lejos, me incorporé y, claro, eran mis amigos que habían bajado a tomar agua; el lago es nuestra fuente de vida… ellos se acostumbraron a mi mirada; y yo me acostumbré a observarlos en silencio y muy quieto para no espantarlos y disfrutar de esos momentos de apacible belleza aunque en mis primeros intentos tan sólo mi olor delataba mi presencia y me era dado sólo por un instante el espectáculo de estas criaturas de ojos nobles, caminar majestuoso y enrevesados cuernos besando sus imagenes en el espejo liquido, todo atrapado como por gracia de un relámpago divino interrumpiendo una total oscuridad.

Es curioso como ellos no tienen facultad para ninguna expresión facial. Sus rostros son igual de tranquilos acariciando un hijo, peleando por una hembra o ante la agonía de la muerte… no tienen cargos de conciencia, ni arrepentimientos, ellos hacen lo que la naturaleza les dicta y toman de ella lo necesario para vivir sana y tranquilamente, no más.

Esta vez decidí seguirlos, ver de donde venian y cómo vivian… mi soledad era insana y volver a mis congéneres no estaba en mis planes… al principio pudo haber sido un retiro temporal pero mis reflexiones me llevaron a permanecer apartado… ya habia sobrevivido al duro principio, me habia adaptado al nuevo medio… podria estar orgulloso de esto si hubiera quedado orgullo en mis patrones de pensamiento… estos se habian modelado a valores existenciales más primarios.

Mientras avanzaba sin perder la manada de vista iba observando las relaciones entre sus miembros, sus reacciones ante el ambiente; cuando llovia, cuando se cruzaban con una fiera… cuando llegaban a un claro solian avanzar sus narices temblorosas, más bien vibrantes… ante cualquier variación tenian una comunicación infalible para reaccionar al mismo tiempo de la misma manera.

No me costó mucho para incorporar, sin proponérmelo, estas respuestas al medio… sin necesidad de mirarlos sino correteando a cierta a distancia a su lado, sintiendo misteriosamente su presencia podia desplazarme a su ritmo y en la dirección indicada para mantenerme junto a la manada… el “misterio” dejó de serlo…. mi nariz húmeda sabía cuando me salia del perímetro de los mios… una mañana, bajamos a beber y a mi lado estaba ella con sus cuello elegante, sus pestañas atrapadoras de machos y sobretodo su sensual olor a sudor…; mis intenciones fueron cortadas por al macho más viejo… era de esperar… debo confrontar esto como los otros… los otros han sido vencidos… pero yo no siento miedo sino unas ganas inmensas de montar esa hembra y mis ganas son la fuerza para el encuentro frontal.

Nos miramos fingiendo indiferencia pero cautelosos… midiendo, calculando… nadie podria decir si habia odio o desprecio en nuestros gestos incluidas nuestras miradas desde estos ojos tan negros… bajamos las testas… madura y muy ramificada la de mi contrincante, seguramente suficientemente dura para quebrar mis incipientes ramificaciones pero soy más ágíl para poder escoger el ángulo apropiado.

Aún concentrados en el enfrentamiento percibimos un peligro ajeno, un peligro que nos unía en el propósito de huir, y él lanzó su gemido de alarma… yo quise unirme a la estampida pero quedé petrificado ante una imagen remotamente familiar… un animal, no mucho más grande que nosotros avanzaba despacio en dos patas hacia mi… no era un oso, estaba desprovisto de pelo en casi todo su cuerpo y a una distancia imposible para una garra o un colmillo laceró mi costado emitiendo un sonido ensordecedor… caí, la manada estaba ya lejos… lo vi encimarse… no me rodeó el cuello con su mandíbula, no llamó a sus cachorros… me arrastró mientras me desangraba y atando mis patas a una rama gruesa me hizo pasar mis últimos minutos viendo las cosas de cabeza.


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