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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Mi Cherokee en una grúa

He aquí la historia que lacera el orgullo de un gallardo Cherokee: el día que el mío fue conducido en grúa hacia al taller de mecánica.




Armando Acosta  (02-23-2006)

No hay nada que avergüence más a un carro, que el que se le exhiba por las calles de la cuidad, no movido por sus propias ruedas, sino ruedi-atado encima de una grúa como su fuese un prisionero de guerra.

El mío, un gallardo Cherokee de líneas clásicas (no como el 2005 que parece cualquier cosa menos un Cherokee), había servido a mis órdenes por todo un año de incontables batallas, conquistando tierras tan lejanas como Vero Beach. Siempre fiel, siempre altanero, resistente a los maltratos a que suelo someter a mis carros, sin protestar jamás, sin romperse.

Es cierto que siempre padeció de problemas eléctricos, pero justo es también decir que este Cherokee siempre tuvo la delicadeza de llegar a su destino antes de romperse, con tal de no dejarme abandonado en lejanas comarcas.

Fue el pasado Lunes (20) que, cuando intentaba salir de casa de Yisell, el motor de arranque se negó a realizar su trabajo... y conste que esto exime un poco de culpas a mi pobre Cherokee, ya que ese motor había sido cambiando antes por uno con "garantía de por vida".

Y he aquí algo que aprendí ese día: Hasta no hace mucho, "garantía de por vida" era síntoma de buena calidad, tanta, que el fabricante se arriesgaba a asumir los gastos de una reparación o reemplazo, toda vez que ello resultaría muy poco probable. Pero los tiempos han cambiado, con el consecuente aumento de las tasas de engaño al consumidor. Este motor de arranque no es nuevo sino "ribeteado" (en cubanés), o "refurbished" (en inglés), o sea, reparado a partir del que otro cliente entregara antes; y en efecto, la garantía exige que uno entregue el motor defectuoso. De modo que esta "garantía de por vida", lejos constituir una prueba de calidad, solo tiene el propósito de compensar comercialmente la malísima calidad del producto... de hecho, este motor de que les hablo, me duró solo siete meses.

Durmió pues mi Cherokee fuera de casa, en esa noche, al cuidado de Yisell y de los gatos que se acomodaron en su techo como si este fuera una cama "King-Size". Al día siguiente inicié los preparativos para el rescate: contacto con el mecánico, un taxi para moverme a casa de Yisell... y la grúa.


Ya dije que un paseo en grúa es un acto denigrante para cualquier carro, pero el que le tocó al mío fue el más humillante de todos. En lugar de viajar erguido sobre la cama de un camión-grúa, se le hizo colgar por sus ruedas traseras y rodar con las delanteras cara atrás, a lo largo de nueve interminables millas que comprenden calles y autopistas.

Yo viajé en la cabina al lado del gruero, y este no vaciló en encender el radio con música de hip-hop. Por suerte recibió una llamada en su celular que le hizo apagar el radio. Esto no solo me liberó de tan inmerecido castigo sino que me puso al corriente de algunas interioridades de la vida de los grueros.

En un inglés ganguero-miamense con pinceladas de cubanés mundano, el gruero (a mi lado) explicaba (a su interlocutor trans-telefónico) que Coral Gables es una mina de oro, accidentes todos los días; que ahora viene el "rush hour" (hora pico de tráfico)... "ahorita empiezan a chocar", que los grueros ganan mejor comisión cuando operan gruas grandes... y por último, que él acaba de salir de una prisión federal donde cumplió dos años de castigo.

Por fin llegamos a nuestro destino, y si bien ningún taller de mecánica se distingue por su belleza precisamente, es cierto que sentí un gran alivio cuando vi a Lázaro Vega, el médico de mis carros.


Aquí quiero hacer un aparte para presentarles a Lázaro Vega. Lo conozco desde hace muchos, muchos años, y me llena de orgullo decirlo: es uno de los pocos mecánicos que es a la vez perito en su materia y honesto en su corazón. Se los recomiendo de buena fe y aquí tienen sus datos por si llegaran a necesitar de sus servicios.

       Miami Auto Tech Corp.

       9090 South River Dr.

       Medly, FL. 33166

       Tel: (305) 888-8382

La historia terminó felizmente. El motor de arranque fue cambiado y mi Cherokee volvió a rodar por las calles de Miami con su acostumbrada altanería. Espero que este "nuevo" motor de arranque nos dure más de siete meses y que la vergüenza sufrida en esta contienda le obligue a recuperar su habitual delicadeza -¡Y que no vuelva a dejarme botado cuando estemos lejos de casa!


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