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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Nueva Moneda Cubana "Un Cafe"

ya que se ha hablado un poco sobre el dinero en este sitio, yo tambien tengo mi parte que aportar, en mi caso en lo que corresponde a grafismo y simbolismo del papel moneda




Tejuca  (03-07-2006)

Nueva moneda cubana "Un Café"

La mayoría de los seres humanos no son héroes. El héroe que entrega su vida por la causa de los demás y que en algunos momentos puede coincidir con su propia causa es un tipo de ser humano que se diferencia del resto por su vocación de salvar al mundo fuera de su puerta. Casi siempre es un hombre que decide que la sociedad es más importante que su familia. Los héroes cubanos de la revolución pretendieron poner estos cánones en la mente de todo el pueblo valiéndose de un enemigo enorme que los mantendría siempre expuestos al peligro y una patria que sería siempre necesario proteger, de ahí que todos los cubanos fueran mirados como héroes y el que decidiera abandonar esta visión sería condenado, llamado traidor y, de ser posible, eliminado. Pero resulta que el contenido genético del héroe no es abundante y sólo aparecen unos pocos en cientos de miles: es imposible convertir a un pueblo entero en esa especie que se denominó alguna vez "hombre nuevo". Sobreponer esto o igualarlo con factores económicos ya ha sido demostrado que es una aberración, el intercambio de héroes médicos que van a comerse el monstruo de la insalubridad por petróleo, plantas eléctricas, ollas de presión y cacharros nunca será un factor de pánico en la bolsa de valores. De ahí que nuestro país ya ha tenido bastante por qué padecer, desde una miseria agotadora hasta una corrupción desmesurada, desde un enemigo ficticio hasta un gobernante vitalicio. El día que Cuba disponga de otra forma de mirar lo que es conveniente para sus habitantes habrá quienes sigan influyendo con su vocación de héroes, habrá quienes quieran tener el protagonismo que piden sus genes, pero es muy probable que en la visión gráfica de la isla aparecerán nuevos códigos que rompan con los ya agotados carteles, retratos y poses heroicas. Quizás será necesario que aparezcan perdedores, vaciladores, cobardes sonrientes, cantantes de guarachas, cómicos olvidados, padres de familia. Entonces quizas pudiéramos hacer un pais mas viable y sin pretención de perfecto.

Armando Tejuca. Miami, 2005

¿Qué hace un héroe en un billete? ¿Exponerse al manoseo, el doblez o la rotura o a no sé cuantas oscuras transacciones? ¿O peor aún, arriesgarse a que la inflación lo haga perder valor, ese que según los libros de historia nunca perdieron bajo las balas enemigas? ¿Para qué están allí esos héroes? ¿Para recordarnos acaso que todas sus proezas y sacrificios no eran tan desinteresados como parecían? ¿Para hacernos saber que en definitiva todo tiene su precio, que nuestros trabajos y nuestros placeres serán tasados bajo sus severas miradas, o que nuestros gestos más cotidianos están amparados por su tutela sofocante? ¿Acaso no tienen bastante con las páginas de la historia, los discursos, los nombres de la calles y las estatuas de los parques? Cuando alguna vez un poeta se preguntó angustiado “¿A qué dios suplicar no ser ni héroes ni traidores?” hablaba de todos los que no aspiramos a enmarcar nuestra vida en la estrujada gloria del papel moneda. Que no aspiremos a héroes no supone que querramos cambiar nuestra alma por billetes repletos de héroes.

Para nosotros está hecho este billete. Va llegando la hora de que nuestras monedas se nos parezcan más: billetes que se asemejen al esfuerzo constante pero humano con que las obtenemos y a los placeres mundanos en que las gastamos. Como esa tacita de café acabado de colar, unidad mínima del goce diario, del más inocente de nuestros humanos vicios. Todos conocemos de aquellas viejas tribus cuya moneda eran conchas o semillas de cacao, objetos preciados y raros pero que poéticamente los resumían. El valor asociado directamente a los sentidos, al placer de la vista, del sabor o del tacto. Si como se dice en Norteamérica “time is money” los billetes adornados con héroes pretenden comprar la eternidad cuando en verdad lo que se aspira es a estafarnos las vidas hasta el último minuto. Con estos billetes de “un café” sólo se pretende comprar el tiempo justo, el humano. Aquí van billetes que servirán para comprar vida en nombre de la vida. Servirán para recordarnos que nuestra sencilla humanidad, nuestras ilusiones y sueños, como nuestros apetitos, no necesitan avergonzarse frente a aquellos héroes quienes, dicen, calzaban almas varias tallas superiores a las nuestras: héroes a quienes preferimos imaginarnos tomándose con nosotros una tranquila taza de café.

Enrique Del Risco. NYU. NY, 2005


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