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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Payaso azul

El destino impredecible de una obra pictórica de Roberto Wong le hace escribir un cuento autobiográfico donde cualquier nombre y locación parecida o igual a lugares o personas existentes o desaparecidas es porque exactamente asi se llaman y por ahí andaban.




Roberto Wong  (03-20-2006)

...y asi fue como por fin me enfrenté al proyecto del payaso azul, estimulado por colgar un lienzo grande en la pared de la casa reciencomprada por Maritza.

Maritza, nacida en New York, quiropráctico graduada en Georgia que me tropezaría haciendo honor a su origen cubano como organizadora de un festival hispano en Hollywood, no la ciudad leyenda del cine norteamericano, hoy tan deteriorada por cierto, sino un imperceptible punto tropical en la costa atlántica floridana inmediatamente al norte de Miami cerca de Pembroke Pines donde Maritza tiene su negocio -del cual alcancé a compartir la celebración de primer aniversario- y adonde ahora compró esta casa, no sólo más cerca de donde desarrolla su actividad profesional sino más apropiada a sus necesidades y expectativas actuales que el pequeño apartamento de Miami Lakes donde en parte descubrimos nuestra afinidad, actually Maritza es mi única amistad genuinamente cubano-americana, y hasta que se casó estuvimos comunicándonos con bastante frecuencia; derivado del matrimonio quedó Sofía Victoria, aunque ya Marcos no está y con la mudada la doctora Maritza Paz se despedía del hogar de tantos años, de antes y después de Marcos y de Sofía- y de Simón, el gato moroso. Maritza se despidió del apartamento de ventana alta frente al lago con una divertida fiesta de amigos donde se bailó belly dance muy de moda desde aquella novela de locaciones marroquíes en vez de las esperadas sevillanas ensayadas y representadas graciosa y sensualmente por Maritza para su micromundo nocturno post sesiones quiroprácticas, de españolerías, tapas y tablaos.

Ahora la doctora Paz repite su vista al lago pero también tiene una piscina, jardín de verdad- en vez de cuatro tiestos en la ventana al balcón- y paredes suficientes para albergar algunas de mis obras al menos en calidad de préstamo y bajo esa condición le prometí el payaso en rojo titulado "What a melon smile" pero luego me arrepentí sabiendo cuanto le iba a echar de menos en mi sala; me comprometí entonces a hacerle otro payaso siempre y cuando fuera del gusto de ella y de Sofía, como el otro, y de paso me permitiría reiterar el tema. No sé por qué me propuse desde un inicio una versión azul...; estiré entonces un lienzo sobre un bastidor de cincuenta y cuatro pulgadas por cada lado y previo a esto lo cubrí de cuanto color azul tenía a la mano incluido el resto de un spray de pintura industrial abandonado en el taller.

Una vez frente a este fragmento de infinito comencé a bocetar un personaje de cabeza desproporcionada y montado en bicicleta tal como la primera versión, sólo que ya no saldría tan alegre quizás influido por el frío color circundante y de alguna manera unas luces me sugirieron el horizonte citadino alternando con flechas en rejuego elemental de fondo-figura -ejercicio de primer año de diseño-... la bicicleta fue dejando una estela de rejas, las mismas u otras que evoco con frecuencia en mis dibujos como humo de café o cigarrillo, palabras de boca parlante, olor, música... porque la voluta de hierro también dibuja todo eso y por ello no la vemos como reja aprisionadora, encerrante sino como eco natural de todo nuestro entorno aún desconociéndolo aquellos miméticos herreros repetidores de las tradicionales fitoformas a golpe de martillo.

Salió entonces "Tito y la bicicleta"... el título sugerido por la semejanza del personaje con el recienfallecido hermano de Albita- para mi familia era "el hermano de Albita" aunque tendría seguramente su individualidad- al cual, de paso, lo recordábamos relacionado con un episodio que involucraba a ese ineludible medio de transporte cubano; del tal pasaje supe por mi mamá, a través de sus quejas por carta: Miguel Ángel se había quedado descaradamente con mi bicicleta en la Habana y aunque yo rodaba un Pontiac en Miami, mi madre insistía en el valioso medio de transporte ni siquiera para ella sino para El Gordo, su hijo postizo, mi hermano, quien merece un cuento aparte de tendederas y religiones africanas y sus propias rejas y flechas multidireccionales... Todo el asunto de Tito quedó como una ridícula anécdota que en nada afectó las relaciones entre las familias ya reunidos todos de este lado. A Tito lo vi por penúltima vez el 31 de diciembre del 2000 en su casa y después lo supe enfermo, la última vez fue embutido en aquél cajón... se remarcaba su inexistencia alrededor de un cuerpo maquillado para la ocasión... en las noticias se anunciaba el fallecimiento de la irreverente María Félix y la reverenciada Reina Madre de Inglaterra.

...Tito azul, payaso o no, quedó mejor en esta ventana de algo más de cuatro pies por cada lado que en aquél lúgubre estuche y el desparramarlo por la superficie me permitió un gran juego de valores y matices dentro de una misma gama, creo haber logrado cosas importantes a nivel técnico incluido la modelación correcta de las luces en la cara, aprendida de barrocos españoles colgados en la National Gallery, utilicé el dorado por primera vez en una obra pictórica y quise darle la connotación tradicional divina en esa flecha apuntando al cielo, adonde por seguro andará el ya desindividualizado Miguel Ángel acompañando a tocayos de segunda- de su segundo nombre quiero decir-; aún después de burdamente semiatrapado en acrílicos azulados; las otras flechas pudieran indicar las indecisiones de quien tenía un pie en la lancha que lo sacaría de Cuba y una mano en el carnet del Partido Comunista; en un final hizo, creo yo, lo más conveniente al menos para su familia, Anais incluida, apenas una adolescente por la fecha, amén de los riesgos...; claro que es mejor quedar juzgando un pedazo de tela pintado que una vida o una decisión personal de otro...; de cualquier manera esta historia vinculada a la pieza de arte es totalmente irrelevante, las obras visuales deben entrar por el ojo, como la música por el oído, obra que necesita explicación no trasciende más que esta, lo que importa de un lienzo pintado es lo que cada cual ve como para aquel pintor amigo quien viera en proceso a "Tito y la bicicleta" y me preguntaba si se trataba de "Il postino", refiriéndose a la película italiana que narra la relación de Pablo Neruda con un hombre muy simple y Rubén, otro amigo, se vió retratado igual de narizón y ojos botados bicicleteando por las calles de Camaguey donde ofició como cartero igual de embicicletado...

Este solitario payaso azul, pudiera ser un caribeño cualquiera o un hombre de cualquier latitud rodando rejas entre azules, mar o cielo con su cara de cansancio de pedalear, paladear una existencia donde nunca tomó las decisiones, flechas indicando el camino a cualquier extremo del lienzo incluido al dorado allá arriba ruta finalmente seguida también por una voluntad ajena.

Finalizo relatando el inusual destino de esta pieza contada desde su nacimiento… un final no muy ajeno a todo lo acontecido en esta secuencia de párrafos… Payaso azul fue expuesto al público por primera y única vez en un salón de belleza eventualmente convertido en galería y tras cumplido su ciclo allí fue transportado de regreso a casa de su autor… en ese trayecto Tito, la bicicleta, las rejas, las flechas y los azules decidieron protagonizar un perfonmance “vial” y se desataron de sus amarras, sirvieron por un instante de vela al vehículo rodante y luego vimos por el retrovisor aquella tela volar… no provocó ningún accidente, fue tan extraño… ni siquiera puedo decir que se le viera luchar entre la gravedad y el viento, juraría que se disolvía, se iba haciendo intangible y me hacía sentir, a pesar de la desaparición sin despedida, una rara tranquilidad.



Roberto dudó en publicar este texto debido a lo delicado de hablar de otros sin haberles avisado pero esperando sea tomado todo como literatura que es, lo brinda al fin seis años después de escrito- excepto el párrafo final agregado en la última revisión. (Nota del Editor)


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