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Ideas


Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Tony en concierto

Estaba loco por salir a escena, te lo confieso, pero cada vez que miraba a mi manager, este me hacía señas para que aguantara un poco más.




Armando Acosta  (05-14-2006)

Estaba loco por salir a escena, te lo confieso, pero cada vez que miraba a mi manager, este me hacía señas para que aguantara un poco más.

El público estaba frenético, se paraban de sus asientos y silbaban a coro tratando de imitar mi tono, desafinados, claro, pero me enternecía su intento. Algunos comenzaban a maldecir, otros alzaban sus brazos y cerraban los ojos para caer en prematuro éxtasis.

Pero no era suficiente, según mi manager, aún podían dar más. Y en efecto, una hora más tarde los teníamos a todos parados sobre las gradas, por lo menos la mitad agitaban sus camisas al viento; otros cargaban a sus muchachas al hombros y trotaban con ellas en el lugar. Los silbidos se intensificaban, prolongaban y afinaban cada vez más orquestando a un tono colectivo que íntermodulado en el aire producía un trémolo espectacular. No podría decir quién estaba más impaciente, si ellos o yo. Entonces mi manager accedió a dejarme salir.

Fue genial, verdaderamente emocionante, apenas hube desembocado por la pata izquierda del escenario, el alarido con que me recibió el público alcanzó los 130 decibeles. No me apresuré, era preciso desplegar mi acostumbrado movimiento escénico exactamente en la misma manera que todos los toneros de éxito lo habían hecho antes; nada es peor para un artista que ser original.

Por fin llegó la hora de hacer música, el generador de tonos esperaba por mí junto al telón de fondo. Alcé los brazos, dirigí la mirada al cielo y cerré los ojos para concentrarme. El público se calló de golpe; aunque mis ojos estaban cerrados, podía imaginar a aquellas sesenta mil almas acompañando mi gesto con iguales gestos. Era el momento de comenzar.

Lentamente me dirigí al telón de fondo, el cañón lumínico me siguió pacientemente y gracias a su inmensa luz pude comprobar que el generador estaba corrido de frecuencia, mas como todos tenían sus ojos cerrados, no pudieron percibir mis maniobras sobre el instrumento para situar la frecuencia correcta, 3.25 Kilohercios, esa a que tan acostumbrados están sus oídos por haberlo escuchado tantas veces por la radio.

No esperé más, accioné el botón de salida del generador y mi inconfundible tono resonó en los parlantes para el deleite de todos.

Fue un concierto genial, tal vez no el más importante de mi carrera, pero sí te digo que el más emotivo de todos. Nunca antes había sonado mi tono tan puro como en aquella noche, tan monótono, solidario, enajenante; algo para recordar, sin dudas, al menos para mí. Un éxito más del tonero del momento, vuestro Tony Tres-KiloHerzs, un servidor... y bueno, aprovecho para anunciar la salida de mi próximo disco este verano, "Ruido Rosado"... es un poco experimental, digamos, mi incursión en armonías un poco más contemporáneas.


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