Inicio
He creado este espacio para compartirlo con familiares y amigos, aunque no descarto la posibilidad de que otros visitantes se encuntren a gusto y lo puedan disfrutar tambien...

InicioMapa del sitioDescargasColaboradoresEnlacesAutor    
Buscar :

Ideas


Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Resistencia al cambio




Armando Acosta  (05-15-2006)

Mientras mi madre (de 67) se desconcierta cada vez que aparece un nuevo icon en su desktop, mi amigo Carlos (de 19) se lamenta porque Microsoft no ha sacado un nuevo sistema operativo en dos años. Yo por mi parte (con mis 46) las pienso dos veces antes de instalar Windows XP en mi computadora, ya que Windows 2000 me parece más estable y confiable... y me pregunto para qué necesitamos un nuevo sistema operativo en los próximos cinco años.

Esta diferencia de actitud ante los cambios de la tecnología parece estar relacionada con la edad... pero no directamente. La pregunta de que si Carlos se resistirá algún día a instalar un nuevo sistema operativo en su computadora, no tiene una respuesta trivial.

No es la edad lo que nos hace resistentes al cambio, sino el "rate de cambio" que imperaba en los días de nuestra juventud. Ese "rate" marcó nuestra formación cultural y en todo caso nuestra resistencia actual no es al cambio mismo sino a un rate de cambio diferente al que aprendimos (o asimilamos) cuando éramos jóvenes.

El hecho de que la tecnología cambie con mayor o menor rapidez, hay que verlo con referencia al término de vida de un individuo promedio. Mientras que en la Edad Media la gente usaba el mismo arco y las mismas flechas que sus ancestros de mil años atrás, nosotros, en contraste, hemos visto aparecer y desaparecer tecnologías enteras en el transcurso de nuestras propias vidas.

Mi predicción es que cuando Carlos tenga 40, seguirá exigiendo un nuevo sistema operativo por año... aunque tal vez para entonces ya a las computadoras no haya que instalarles el sistema operativo, sino que serán objetos desechables del tamaño de una calculadora de bolsillo.

Yo, por mi parte, extrañaré los "buenos tiempos" en que podía armar mis propias computadoras e instalarles el software que me diera la gana. Seguramente a mis 80 años me seguiré quejando de la inestabilidad de este mundo "que me ha tocado vivir".

El comprender todo esto no nos hará más adaptables a los muchos cambios que aún se avecinan, pero al menos nos hará sentir menos culpables... y quien sabe si hasta menos viejos.


  • Más comentarios


  • Imprimir   Enviar a un amigo   
                                                    

    Miami / USAmail@armandoacosta.comInicio