Inicio
He creado este espacio para compartirlo con familiares y amigos, aunque no descarto la posibilidad de que otros visitantes se encuntren a gusto y lo puedan disfrutar tambien...

InicioMapa del sitioDescargasColaboradoresEnlacesAutor    
Buscar :

Ideas


Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


La transculturación
hombre-máquina

La tecnología moderna está dotando a nuestras máquinas con modales impostadamente humanos que a veces suenan hasta ridículos. El reconocimiento (a duras penas) de comandos de voz, la respuesta verbal (ingenuamente) inteligente, la toma imparcial de (torpes) decisiones, son tan solo unas pocas características de las nuevas interfaces hombre-máquina.
Pero lo realmente interesante, es que a medida que las máquinas se "humanizan", nosotros, los humanos, nos mecanizamos a la imagen y semejanza de ellas. A menudo se confunde el profesionalismo con la frivolidad; cada vez que la cajera de Office Depot me pregunta "¿Encontró todo lo que buscaba, señor?", me dan ganas de responderle: "Casi todo, miss androide, porque calor humano no encontré por ninguna parte".




Armando Acosta  (06-04-2006)

Primero me salió el buzón de voz con su lista de opciones a marcar: el uno para nuevos productos, el dos para añadir servicios... Me apresuré a marcar el cero, a menudo un atajo hacia lo que uno en definitiva quiere: hablar con un ser humano; pero no, el sistema ya se había protegido contra ese truco: "Lo siento, la opción que usted ha entrado es incorrecta...". Sabía que la opción que necesitaba no podía estar prevista en el menú, así que me armé de paciencia y opté por dejarme arrastrar por el torrente ¡Qué remdio! En fin que al cabo de una hora y quince minutos, pude dar con un representante de carne y huesos.

- Gracias por llamar a ABC Whatever Incorporated. ¿Me puede dar su número de cuenta, por favor?

       - 4532-2250

       - Gracias, un momento por favor... Gracias por esperar. ¿En qué puedo ayudarle, Señor Fonseca?

       - Dígame una cosa ¿Usted es un ser humano o un sistema informático con reconocimiento de voz?

No fue una burla, en realidad tenía esa duda; los modales de aquel representante me resultaban tan frívolos y mecánicos como los del mismo buzón de voz que me había conducido a él.

Y es que de tanto andar con máquinas, hemos llegado a incorporar su frivolidad y su mecanicismo dentro de nuestra propia cultura. Lo irónico es que nuestras máquinas tratan de imitar el comportamiento humano, y nosotros, sin darnos cuenta, hemos terminado imitando el comportamiento de ellas: la influencia cultural es mutua.

¿Cual será el desenlace? ¿Qué podemos hacer para detener este proceso de deshumanización?

Yo creo que el problema nace de ese afán que tenemos los humanos por "humanizar" a las cosas inanimadas; lo hacemos con nuestras mascotas, por ejemplo, con las cuales establecemos una relación afectiva tan fuerte, que hasta llegamos a creer que piensan.

De igual manera, animamos a nuestras máquinas: las proveemos de voz, las instruimos para que reconozcan la nuestra, les damos poder de decisión: establecemos con ellas una comunicación lo más parecida posible a la comunicación entre dos personas. Pero con ello solo estamos disfrazando sus limitaciones, e incluso, añadiendo limitaciones nuevas que no son inherentes a su naturaleza.

Las máquinas tienen sus propias virtudes: son rápidas, precisas, capaces de acometer tareas voluminosas. Por décadas --e incluso siglos, si contamos a partir de la revolución industrial-- las máquinas nos han ayudado a aumentar nuestra productividad. Lo irónico es que en este siglo, las máquinas ya comienzan a retrazarla --el buzón de voz es un buen ejemplo--, y la causa está, como he dicho, en nuestro empecinado interés por "humanizar" la interfaz de comunicación hombre-máquina.

La respuesta, sin embargo, no vendrá de los ingenieros, sino del público. En primer lugar, habría que reconocer que esto es un problema, cosa que no está ocurriendo todavía; y es que no se trata de un problema tecnológico, ni siquiera económico, sino de un fenómeno netamente cultural.

No estamos solos. Es cierto que las máquinas no piensan, pero creer que lo hacen, será suficiente (y de hecho, lo es) para que nos dejemos influir por sus "modales". Mientras el público se sienta cómodo con su propia deshumanización, el proceso continuará.

Pero ya desde hoy pueden verse "focos de resistencia": toda esa gente que se irrita ante el buzón de voz; los que salen a la calle en lugar de quedarse viendo televisión en sus casas; los que se reúnen en un bar con sus amigos en lugar de enviarles un mensaje por e-mail.

¿En qué parará todo esto? ¿Quien puede saberlo? ¿Acaso son predecibles los procesos culturales?


  • Más comentarios


  • Imprimir   Enviar a un amigo   
                                                    

    Miami / USAmail@armandoacosta.comInicio