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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Sobre matrimonios gay... en Estados Unidos

Por estos días, el asunto del matrimonio gay se discute en los Estados Unidos, pero no desde su ángulo moral, sino legal. El presidente George W. Bush ha dado su apoyo a un proyecto de enmienda constitucional, según el cual, el matrimonio entre personas del mismo sexo, queda simplemente prohibido.




Armando Acosta  (06-06-2006)

El presidente aparece ante las cámaras de televisión, pero esta vez no nos habla de Irak, sino de la definición que, a su juicio, debería tener la palabra matrimonio: "a union between a man and a woman". Y para que así conste por los siglos de los siglos amén, el presidente da su apoyo a un proyecto de enmienda constitucional que definiría la institución del matrimonio, en esos términos.

Es un debate interesante, pero lo más interesante de todo, es que se produzca. —Señores, estamos en el siglo XXI, ¡Come-on! —y justo en un país donde la lucha contra la discriminación de todo tipo, gays incluidos, ha ganado tantísimas batallas en el pasado.

Los demócratas se adelantan acusando al presidente de tratar de desviar la atención del problema de Irak, al tiempo que de atraer hacia sí, a los sectores más conservadores de la población. Tiene sentido, pero en esos bretes partidistas, honestamente, yo prefiero ni meterme.

El asunto es interesante en sí mismo. Por una parte está el problema de la homosexualidad como tal, ¿lo aceptamos ó no? Por el otro, está el problema de su legitimación: ¿Estamos dispuestos poner nuestra tolerancia en blanco y negro? Y si sí, hay toda una coletilla de consecuencias legales y morales que le cuelgan, que tampoco deberíamos pasar por alto.

Suponga usted que Josefa y María están unidas en concubinato gay; la una es ciudadana norteamericana, la otra vive en su país de origen, Cuba. ¿Podría Josefa reclamar a su compañera, utilizando para ello su endeble condición de concubina? Otro gallo cantaría si ambas estuviesen legalmente casadas; ahora Josefa pudiera reclamar a María, exactamente en los mismos términos en que lo hicieran José y Penélope, que sí son esposos "auténticos".

Pero aún si el matrimonio gay llegara a legalizarse, todavía nos queda el asunto de la crianza de los niños... adoptados, en este caso ¡hasta que la ciencia lo permita! A muchos de nosotros nos sigue asustando la idea: ¿niños criados con homosexuales? ¿Qué ejemplo es ese para una inocente criatura! Pero con ello solo ponemos de manifiesto nuestra falta de convicción. Si aceptamos que, definitivamente, los gays no son enviados del demonio, entonces ¿por qué habrían de ser un mal ejemplo para sus "hijos"? De hecho, hay muchos gays adoptando criaturas en estos momentos, sin mayores consecuencias.

La cuestión es que no podemos comernos el pastel y luego repugnarnos con el merengue; el pastel nos lo comemos, sí o no. Y es que la ley de una nación, no es más que la codificación de la moral de su pueblo. Si nuestra sociedad acepta a los homosexuales y les reconoce como gente común —ni siquiera como enfermos—, entonces nuestra Ley debe reflejar, en blanco y negro, ese consentimiento. Antaño llegó a prohibiese el matrimonio entre personas de diferente raza, y aún, de diferente religión; es algo atroz desde nuestra óptica contemporánea, pero esas leyes solo reflejaban la moral de su época. Lo verdaderamente atroz, es que nuestra ley se modifique, para prohibir aquello que la sociedad ya ha aceptado; y mucho más atroz si esa modificación se hace a nivel constitucional, con lo cual el debate sobre la cuestión, quedaría silenciado de por vida.

Yo espero que los norteamericanos sean más abiertos de ojos esta vez. Que reeligieran a su presidente, it's ok; que se dejaran arrastrar a una guerra absurda... it's conceivable. Pero ¿dejar que en su constitución se coloque una mordaza de tan grueso calibre? —that would be too much!— I hope they won't.


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