Manipulación

Imagínese que en un futuro lejano se dan las condiciones para colonizar el planeta Marte, y para allá va la primera oleada de colonos, unos cien mil. Es la oportunidad de fundar una nueva civilización, partiendo de cero, diseñada científicamente; una especie de obra de ingeniería social, digamos.

¿Cómo va a funcionar esta sociedad? ¿Cómo van a distribuirse el trabajo y el fruto del trabajo? ¿Cómo se va a gobernar? ¿En qué principios básicos o valores, va a fundarse? Lancemos la primera piedra, digamos que entre los valores fundamentales estará el de la libertad plena del individuo.

Libertad plena implica que nadie será forzado a nada. Si alguien quiere cooperar, con su trabajo, bienvenido; pero si opta por consumir los bienes generados por los demás, sin aportar nada, eso será aceptado también. Y puede que esto no constituya un problema en sí; tal vez la eficiencia de la producción en ese momento sea tal, que unos pocos puedan generar toda la riqueza necesaria para satisfacer al resto.

En general, podemos imaginar cualquier conjunto de reglas —no necesariamente similares a las que conocemos hoy—, pero algo no podemos cambiar: tiene que existir un conjunto de reglas. Pero ¿qué tal si alguien opta por infringirlas, o por inventarse otras? ¿Qué tal si el número de infractores crece y amenaza con contaminar a toda la colonia? Para evitar ese mal, solo hay dos caminos: (1) Hacer cumplir las reglas por la fuerza —lo cual niega el principio de "libertad plena del individuo"—, (2) Contar con un medio de convencimiento tan eficaz, que ni uno solo de los miembros pueda concebir siquiera la idea de violarlas. Esto último es lo que yo llamo "Manipulación".

Hasta aquí, me parece claro que el concepto mismo de sociedad es contrario a la libertad plena del individuo, puesto que vivir en sociedad implica automáticamente el sometimiento a un conjunto de reglas que permitan la convivencia. Podemos, incluso, ver a la sociedad como un "ente" que necesita subyugar al individuo, mientras este, por su parte, necesita de un espacio donde realizar su individualidad plenamente. Existe entonces una relación dialéctica entre la sociedad y el individuo, que se resuelve en una especie de simbiosis: el individuo sacrifica parte de su libertad con tal de vivir dentro de la sociedad, mientras que la sociedad sacrifica parte de su interés subyugador con tal de que sus miembros cooperen para mantenerla a ella.

El sacrificio del indivuduo consiste diluir su individualidad en la "masa", dejarse manipular. Pero la manipulación no es algo malo o inaceptable, sino por el contrario, es la única vía no violenta que conocemos para obtener esa cohesión que la sociedad necesita para existir. Solo que uno no es "masa" todo el tiempo.

Cuando llego a mi casa y me sumerjo en el interior de mi propia vida, dejo de ser "masa" para ser autenticamente "yo". Y en ese momento de reposo y reencuentro conmigo mismo, la manipulación me molesta, porque me ataca, porque trata de negarme.

Hay, sin embargo, quienes nunca dejan de ser "masa". Llegan a sus casas, encienden el televisor y se dejan hipnotizar por las noticias y los comerciales. Son esas personas incapaces de formarse un criterio propio, las que repiten las retóricas de los presidentes. Por eso van a la guerra, por eso matan, por eso mueren, sin conocer el gozo de la verdadera libertad: ser uno mismo, aunque solo sea por unas horas.