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IdeasY encima del sofá... un televisor
¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?
¿Un flat panel sobre mi buró?
¿Y por qué no... "debajo" del buró?
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Armando Acosta (07-09-2006) En primer lugar, los polÃticos no mienten. Sus palabras son ficción, como las de un actor en el cine. Los discursos están orientados a producirnos emociones y eso es algo que debemos agradecer, porque nos hace sentir vivos y comprometidos con causas en las que ni nosotros mismos habÃamos pensado antes. Nos volvemos actores, a la vez que espectadores; es una experiencia viva que ni siquiera el teatro nos puede proporcionar. Tampoco los polÃticos prometen nada. Es tan solo una muestra de su avanzado sentido del humor. Porque son chistes verosÃmiles, tanto, que terminamos creyéndolos ¡y ahà está el chiste! Con un poco de sentido del humor, lograremos disfrutar de estos momentos, en lugar de machacarnos el hÃgado, como solemos hacer. Lo de la movilización es particularmente gratificante. ¿Se imagina qué aburrida serÃa la vida, de la casa al trabajo, del trabajo al bar, y de nuevo a la casa? ¿Acaso no viene bien una huelga de vez en cuando? para romper la rutina, digamos. O una marcha en protesta de... ¿qué importa qué? lo importante es ir y pasarla bien, corear consignas, desplegar pancartas, salir en televisión. Y si nos mandan a la guerra, mejor que mejor ¿Se imagina qué aventura esa? es como ir de cacerÃa; montar en carros blindados, arriesgar la vida —especialmente la del enemigo—, ver fuegos artificiales de calidad profesional, montar en avión gratis. Y si le preguntan por qué combate, responda simplemente que usted no se mete en polÃtica. Hay que evitar a toda costa caer en la apatÃa, pero tampoco puede usted hacerse responsable de la apatÃa de los demás. Hay mucha gente amargada por ahÃ, pero nunca debe tratar de reanimarlos, porque a usted, que no es polÃtico, sà le pueden tildar de mentiroso. Si alguien no vota por su candidato, allá él. Si su candidato no gana, mala suerte; es como en la loterÃa: si no le toca a uno, le toca a otro; siempre hay un ganador. Y el principal ganador es usted, siempre, sobre todo ahora, que ya sabe que los polÃticos no mienten sino actúan, no prometen sino bromean, y que encima de eso, organizan tremendas parrandas ¡hasta en el Medio Oriente! Siga estas instrucciones al pie de la letra y verá que nunca volverá a irritarse con las cosas de la polÃtica. Yo, se lo prometo. |
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