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IdeasY encima del sofá... un televisor
¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?
¿Un flat panel sobre mi buró?
¿Y por qué no... "debajo" del buró?
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Armando Acosta (07-29-2006) Este sábado que pasó, fui a una tienda de ropas para comprarme una camisa; su precio: 29.99. SÃ, ya sé que es un efecto psicológico que lo hace parecer inferior en un orden de magnitud, pero... ¿no resulta un poco idiota ese "truco"? La etiqueta decÃa textualmente "Only 29.99", como si de veras se tratase de un buen precio ¿Me creen idiota o qué? Asà fue que comenzó mi dÃa, no muy diferente a otros, solo que aquel sábado yo estaba un poco más susceptible a ese tipo de cosas, por lo visto. La camisa la compré, claro, y de camino a la caja registradora, me encontré con un estante repleto de revistas; las fotos de portada me hicieron volver la mirada sin siquiera proponérmelo, especialmente una donde aparecÃa una modelo espectacular, en bikini. Eso sà me hizo sentir idiota: ¡miren que desviarme de mis asuntos por una simple foto de una mujer en bikini! Tan idiota me sentà que en lugar de aquella, agarré una revista especializada en informática y me puse a hojearla, pero no, comprobé que tenÃa más publicidad que artÃculos técnicos, asà que la regresé a su sitio y al menos en ese instante volvà a sentir que tenÃa un cerebro debajo del pelo. El dÃa estaba fresco y soleado, la calle alegre y buyente, pero aquel 29.99 y el asunto de las revistas habÃan conseguido arruinarme la existencia. En cada pancarta publicitaria veÃa un embuste; ¿cómo puedo creer que un producto A y un producto B son ambos "el mejor" del mercado? no tiene lógica, por tanto, es un embuste. La televisión, mitad programación —la mayorÃa, mediocre— y la otra, publicidad: me están robando la mitad de mi tiempo. La Internet, todo gratis, ¡qué gratis ni qué ocho cuartos! ¿Acaso aguantarse esa publicidad en la cara todo el tiempo no es una forma de pago? Llegué a la casa mal humorado, tiré la camisa sobre el sofá y encendà el radio antes de dirigirme al baño. Noticias, las podÃa escuchar mientras me lavaba las manos: el conflicto del LÃbano, la mala palabra que se le escapó al presidente, los precios de la vivienda, lo mismo que vengo viendo en la tele desde hace dÃas, y en los periódicos ¿es que todos se han puesto de acuerdo para hablar de las mismas cosas? ¿O es que en realidad ocurren tan pocos sucesos en el mundo? Definitivamente, no era mi dÃa. No sé si llamarle a eso despertar o rebeldÃa, frustración o simplemente mal de pulgas. Solo sé que aquel sábado entendà muy bien cual es el precio de la individualidad, ese escapar de este rebaño al que llamamos, despectivamente, "la gente". Es un precio muy alto, quisiera volver a ser oveja, hacer lo que todos hacen, balar, cada cual en su legua. Pero todavÃa me pregunto por qué nos tratan como idiotas. ¿O será que en realidad lo somos? |
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