¿Fascistas islamistas?

El fascismo es una ideología occidental que nada tiene que ver con el Islam. Se basa en un nacionalismo exacerbado con un Estado autoritario ejerciendo amplios controles sobre la vida de la nación. Su recuerdo nos retrotrae a los horrores de la II Guerra Mundial. Su renacer en tiempos recientes, o la sola posibilidad de que renazca, nos causa espanto.

Y es justamente por eso que hoy relacionamos el término "fascismo" con la simple —o simplificada— imagen del mal. Es un icono, algo así como el Diablo de los tiempos medievales. Pero definitivamente es un error —¡garrafal!— llamar fascistas a los terroristas islámicos, que por el contrario, se apoyan en el fanatismo religioso, en el odio al occidente cristiano, y que no apelan al concepto de nación dentro de su ideología ancestral.

Pero el presidente no es ajeno a nada de esto. El presidente no está confundido, el presidente trata de confundirnos a nosotros. Lo que ha hecho, es establecer un vínculo subliminar entre el terrorismo islámico y ese icono del mal que ahora llamamos, inescrupulosamente, fascismo. El presidente nos pide, en otras palabras, que odiemos a nuestro enemigo.

A un pueblo no se le pide odiar, si no es para incitarlo o convocarlo a una guerra. Y es curioso que este "llamado" ocurra en momentos en que la opinión pública norteamericana comenzaba a preocuparse por el regreso de sus tropas de Irak. Coincide también con el repentino conflicto del Líbano, y con la pregunta de que si Irán —previamente acusado por Estados Unidos de intento de fabricación de armas nucleares— entrará o no en dicho conflicto y cuales serán las consecuencias.

Es todo un rompecabezas donde las piezas parecen encajar tan bien, que da miedo aceptar la imagen que se va perfilando. Algunos hablan hasta de una tercera guerra mundial.

"Fascistas islamistas"... un término incorrecto... o un error "oportuno".