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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Sobre las palabras del presidente en este Septiembre 11

Este 11 de Septiembre, cinco años después del atentado terrorista, el presidente Bush se ha dirigido a la nación a través de los principales canales televisivos. ¿Qué nos quiso decir exactamente?




Armando Acosta  (09-12-2006)

No había mucho que esperar de este discurso. Por una parte, el propósito sería --creo yo-- el de conmemorar una fecha que ya es histórica, no solo para esta nación, sino para la humanidad en su conjunto; por otra parte --y sobre todo--, Bush no es un hombre que se distingue por la belleza de su oratoria precisamente. Pero aún con estas premisas, me dispuse a escuchar el discurso y lo escuché hasta el final; quería saber cómo el presidente haría encajar la guerra de Irak dentro de ese esfuerzo antiterrorista que él mismo ha bautizado como "guerra contra el terrorismo".

Y lo hizo de forma magistral. Según él, el fracaso de la contienda de Irak convertiría a ese país en santuario de grupos terroristas como Al-Caeda. Se refirió también al compromiso moral de salir victoriosos en ese episodio ya que lo contrario sería interpretado por los terroristas como síntoma de debilidad. No se atrevió a continuar con su viejo argumento de que Sadam Husein mantenía vínculos con esos grupos, demostrando una vez más que su oratoria, si no bella, al menos no carece de poder de adaptación a medida que las circunstancia cambian.

No sé si usted, amigo lector, quedó convencido con este nuevo argumento del presidente. Yo no, porque esas palabras no alcanzan a justificar la contienda misma. Sigo pensando que la guerra de Irak fue un gran error, algo que lejos de ayudar a la lucha global antiterrorista, la retrazan. El nuevo argumento del presidente no se refiere al porqué Estados Unidos fue a la guerra, tan solo justifica el porqué no se debe sacar la pata, una vez que se metió. Es solo el giro lingüístico --burdo, por cierto-- el que produce la ilusión de que existe una conexión entre Irak y el terrorismo, pero ese vínculo, simplemente, no existe.

En general, el lenguaje utilizado en todo el discurso fue retóricamente simple, infantil diría yo; me pareció dirigido a estudiantes de primaria y no a un pueblo que se supone culto y con dos dedos de frente. Creo que los norteamericanos no merecen que se les hable como a idiotas, porque no lo son: diferentes encuestas de opinión reflejan que hoy por hoy, más de un cincuenta por ciento de los estadounidenses no ven la guerra de Irak conectada al 9/11... de ahí que el presidente haya enfocado sus esfuerzos de esta noche a contrarrestar esa percepción. Si lo logró o no, eso está por ver.


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