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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


El agua es dañina para la salud

Me he dado cuenta que es verdad: El papel aguanta todo lo que le pongan, y lo que es peor, siempre hay un idiota que se lo cree. He aquí, por ejemplo, una muy convincente discusión sobre lo dañina que resulta el agua para nuestra salud.




Armando Acosta  (09-15-2006)

¿Se ha preguntado usted por qué no podemos beber agua de mar, y por qué el agua de pozo sabe diferente al agua de manantial? ¿Acaso no tienen todas las aguas la misma composición química? Bueno, el agua propiamente dicha, o sea, el líquido transparente inodoro e insaboro, sí, H2O, pero ese líquido viene con muchas otras cosas que no están expresadas en su fórmula química, y son todos esos minerales que se encuentran disueltos en ella y todos los micro-organismos que la tienen por hábitat.

En el caso del agua de mar, por ejemplo, predominan las sales minerales, como el cloruro de sodio, y son ellas las responsables de ese sabor salobre que le caracteriza. Pero quien haya tenido oportunidad de tragar agua de mar —en la playa por ejemplo— no solo habrá ingerido H2O y cloruro de sodio sino, además, algunos pocos miles de organismos marinos cuasi-microscópicos que se conocen, en conjunto, como "planctum" y que es el alimento principal de las ballenas. No dude que ese sorbo de mar le haya proporcionado también una buena ración de huevos y hasta larvas de peces, algas, desperdicios orgánicos, bacterias, sustancias venenosas que algunas especies utilizan para su defensa.... todo eso alcanza a disolverse en el agua marina y quedar al alcance de la primera boca que se abra. No es aconsejable beber agua de mar.

Pero no crea que la llamada "agua dulce" está exenta de peligros similares. El agua es un disolvente excelente y no hay mineral que resista la tentación de "bañarse" una vez que se ha puesto en contacto con ella. Las aguas de un cristalino manantial en el medio del bosque, por ejemplo, son ricas en minerales, y nuevamente son estos los que le proporcionan su agradable sabor. Pero no se deje engañar por la madre Naturaleza, entre esos "sabrosos" minerales se encuentran algunos tan nocivos —y hasta letales— como el plomo. Tampoco estará esta agua exenta de bacterias, gérmenes y hasta de desperdicios animales. No es aconsejables beber agua de un rió, por muy cristalina que se nos presente.

¿Y qué tal el agua de la cañería? ¡Aún peor! No solo arrastra esa agua todo el hierro, cobre, plomo o cuanto haya en el interior de las tuberías que la condujeron hasta su hogar, sino que además contiene cloro y otras sustancias químicas que los acueductos modernos utilizan para desinfectarlas; químicos que son tan letales para las bacterias que pretenden eliminar como para nuestro propio organismo.

En tiempos de mis abuelos, la gente solía hervir el agua en una gran cazuela, antes de colocarla en el refrigerador. No hay bacteria que sobreviva los 100 grados Centígrados, de modo que esta práctica parece efectiva para evitar enfermedades de origen bacterial. Lo malo es que al aumentar la temperatura del agua, favorecemos su capacidad como disolvente, y es ahí cuando las paredes de la propia cazuela —generalmente de aluminio— aprovechan para hacer su aporte contaminante sobre el agua.

Otro efecto secundario de hervir el agua es que al hacerlo, eliminamos el oxígeno que se encontraba disuelto en ella. En efecto, aparte del oxígeno contenido en la propia molécula de agua, existe otra dosis que se encuentra disuelto en todo el volumen, y es el que respiran los peces. Es por eso que el agua hervida no sabe bien y cae pesadamente en el estómago. Recuerdo que mis abuelos, para contrarrestar esto, vertían el agua que habían acabado de hervir, de un recipiente a otro, una y otra vez, con el fin de hacer que el oxigeno del aire se disolviera en el agua. Y en efecto, lo conseguían; solo que junto con el oxigeno, regresaban al agua todas las bacterias y gérmenes circundantes, de modo que el propósito de haber hervido el agua, quedaba, al final, comprometido. En fin, que no es mucho lo que, en la práctica, se consigue al hervir el agua en una cazuela.

La tecnología nos ha traído una alternativa: los filtros de agua. Pero ¿Son realmente efectivo estos filtros? La idea del filtro es hacer pasar el agua por cavidades microscópicas que retienen minerales nocivos así como micro-organismos. Lo único malo es que estas cavidades no son tan selectivas como pudiera uno, quizás, imaginar. No hay garantía de que un ión de plomo pueda atravesar con éxito estos micro-conductos, así como puede hacerlo algún virus —cuyas dimensiones son comparables al de una molécula— o incluso una bacteria. Los filtros son, pues, una protección parcial: tan solo consiguen disminuir la probabilidad de contaminación.

¿Entonces? ¿El agua embotellada? No, el agua se embotella en instalaciones industriales donde los agentes contaminantes, como las cañerías, son tan activas como aquellas que conducen el agua a nuestras casas. Algunos fabricantes, incluso, utilizan radiación gamma para eliminarle las bacterias, y estos rayos son ciertamente peligrosos, letales incluso a partir de cierta intensidad.

La cuestión es que el agua es nociva, y no me refiero, repito, al agua pura, H2O, de que nos hablan los libros de Química, sino de esa agua final que llega a nuestras manos y a nuestra boca. Por eso lo recomendable es reemplazar el agua por el alcohol. No hay micro-organismo que pueda sobrevivir en el alcohol, y su capacidad como disolvente no se puede comparar jamás con la del agua. Un buen trago de vodka, o de wisky escocés, es lo que yo recomiendo para calmar la sed. Y si de bañarse se trata... ¿Qué mejor que hacerlo en una piscina de champaña?


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