Inicio
He creado este espacio para compartirlo con familiares y amigos, aunque no descarto la posibilidad de que otros visitantes se encuntren a gusto y lo puedan disfrutar tambien...

InicioMapa del sitioDescargasColaboradoresEnlacesAutor    
Buscar :

Ideas


Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Un mes en Madrid

Hola, amigos, ya llevo más de un mes en Madrid y aún no les he contado mis aventuras. Ya estoy tarde, porque han sido muchas, pero algo alcanzaré a contarles en este artículo.




Armando Acosta  (11-03-2006)

Apenas llegué, me pregunté si había hecho bien en venir... España me ha sabido diferente esta vez, al menos a estas horas de fin del primer día. No siento que he llegado, creo que siempre he vivido aquí, que toda mi vida anterior no ha sido más que un sueño. Cuando desperté por la noche, después de haber dormido tres horas en la tarde, tuve exactamente esa sensación.

Lo anterior es la primera nota de mi diario en España, escrita en el mismísimo día de mi llegada, 21 de Septiembre, pero de eso hace un mes y dos semanas. Ya no me pregunto si he hecho bien en venir, sino cómo voy a hacerlo bien de ahora en adelante. He visitado otras ciudades, pero Madrid sigue siendo ese rincón del mundo al que siento pertenecer, aunque sé que no pertenezco todavía.

Un mes parece poco, y en efecto lo es para una aventura migratoria como la mía, pero me ha alcanzado al menos para sincronizarme con el "tempo" de esta sociedad, tan diferente al de aquella que dejé. "Tú vienes con el acelere de Estados Unidos", me decían mis amigos de aquí, y creo que tenían razón.

Sincronizarme ha sido una buena cosa, porque me permite disfrutar mejor lo que tengo delante. Vivir en Madrid, o en cualquier otro lugar donde existan reliquias que uno aprecie, tiene la ventaja de poder disfrutarlas con toda calma. El Palacio Real es uno de mis favoritos, y no tanto el palacio como sus alrededores, y más que eso, la reconstrucción mental que hago de su pasado cada vez que lo visito. Madrid comenzó justamente allí, en aquel espacio; no como palacio real, sino como Alcázar (fortaleza militar) musulmana en el siglo IX. No es fácil abstraerse de la intrincada metrópolis que hoy lo envuelve, pero con algunos datos y un poco de imaginación, se consigue una vivencia fascinante. Pero hay que estar allí, naturalmente.

A diferencia de cuando vine de turista el año pasado, ahora siento que todas esas cosas están aquí para mi disfrute; no para explorarlas y mucho menos, fotografiarlas, sino para vivirlas en toda su dimensión como se vive de una mujer el amor y no meramente su belleza.

Hay que decir, sin embargo, que las reliquias de Madrid (y de toda España) no se encuentran solamente en la piedra, sino más que nada, en su gente. No habría bares sin españoles, ni sin tabaco, ni sin papeles tirados en el suelo al borde de la barra; ni sin ese "hola" cantarín a la llegada y ese "hasta luego" que ellos pronuncian "hasta logo". Y por supuesto, no soy el primero en admirar la calidez de los españoles: ya Washington Irving, en el siglo XIX, se desbordaba de admiración en sus "Cuentos de la Alhambra", y esto es solo un ejemplo bien pintoresco que se me ocurre citar.

Si pudiera definir la fase de mi aventura en que ahora me encuentro, la llamaría: "de turismo permanente". En estos momentos, mi mayor motivación es familiarizarme con Madrid; más que descubrirlo, conquistarlo. No tengo coche (automóvil), así que además de las calles (con nombres de reyes y marqueses), las autopistas y las autovias, tengo que aprenderme las rutas de autobuses que me conducen a los diferentes lugares. El Metro es fácil, no hay que aprendérselo: bajas a la estación subterránea y allí está toda la información que necesitas; eso sí: has de conocer los nombres de los diferentes barrios, los puntos de referencia, tienes que saber a dónde vas, en definitiva.

Al principio andaba solo en Metro, y cada vez que subía de nuevo a la ciudad, me parecía otra ciudad: ni idea de cómo relacionar el punto de partida con este al que había llegado. Andar en buses me ha dado una mejor perspectiva, porque me voy fijando por dónde va el bus y me imagino cómo haría yo si estuviera conduciendo un coche. De hecho, el otro día alquilé uno y me aventuré por ese laberinto de calles que es Madrid, con sus rotondas de cuatro semáforos, sus túneles, sus autopistas, sus manzanas triangulares y su tráfico infernal, tanto de coches como de peatones.

Camino mucho también. He bajado 18 libras y eso fue en los primeros 18 días, a una libra por día; después de eso no he bajado ni una más, estoy estancado en 200. Demás está decir que caminar por Madrid es una experiencia totalmente diferente a la de caminar en Miami, ni siquiera en South Beach. La ciudad simplemente te invita a caminar; está llena de atracciones para ver y de sitios para detenerte a descansar. Donde quiera hay un bar, un café, un restaurante, una cervecería, que son todos la misma cosa, prácticamente. Si te entran ganas de orinar, entras en cualquier sitio de estos y usas el baño... pero luego te da pena y ya que estás ahí, te tomas un café, o una coca-cola, o una cervecita... y de paso te sientas a fumarte un cigarro porque es difícil encontrar un sitio donde no te permitan fumar. En fin, que terminas pagando entre uno y tres euros por orinar, si quieres ponerlo así.

En resumen, pudiera decir que aquí la vida es evidente, y que es pública además, de bares, metros, autobuses y de mucho caminar por los muchos parques y paseos, por estas calles que fueron hechas para caminarlas y que han sido caminadas por siglos antes de mi llegada. No sé cómo será en invierno, pero estoy pronto a saberlo porque ya se siente venir. Mas esa es otra historia, que les contaré a su debido tiempo. Por ahora, estas han sido, a grandes rasgos, mis vivencias. Espero que las hayan disfrutado, aunque (siento decirlo) mucho mas las he disfrutado yo...




  • Más Eventos


  • Imprimir   Enviar a un amigo   
                                                    

    Miami / USAmail@armandoacosta.comInicio