El hombrecito del lazo en el cuello

Hoy nuestro caricaturista preferido acabó con su vida. El único hombre de esta ciudad que a diario levantaba su pluma y pincel para plasmar en imágenes los acontecimientos más connotados dejando una sonrisa en nuestro corto tiempo. Valera se olvidó por un rato que la vida es humorística, que es como una historieta, es una broma y quiso gobernar el mundo que él conocía, su periódico, su edificio, su redacción. Ese fue su fallo puesto que nada de eso es suyo. Vivir en un mundo en donde la propiedad es sólo una ilusión y en el cual las leyes penden sobre nuestras cabezas es un error para alguien que se cree con ideas suficientes para poder cambiarlo. Las proteínas y los flujos sanguíneos no actuaron bien en el cerebro de Valera y como si se tratase de una broma descomunal desenfundó su pistola plástica y se fue a tomar el mando de su mundo. Los equipos Swat le rodearon y los amigos le hicieron saber que estaba equivocado. Después se entregó y nadie rió la broma, más tarde le leyeron sus cargos. Hoy Valera duerme en un camastro dentro de una prisión en Miami esperando por una fianza. Esperando para que venga por él uno de sus personajes favoritos. Yo personalmente creo que vendrá el hombrecito del lazo en el cuello que sentado en un banco de la calle 8 no hacía más que criticar lo que pasaba en esta ciudad. Quizás la suma de sus chistes le den nuevamente la libertad para que trace los contornos negros que hoy no vi en el periódico, su periódico.

Armando Tejuca

Miami 2006