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¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Museo Salvador Dalí en Florida.

Un viaje al surrealismo para conocer la obra infinita del deseo.




Tejuca  (02-09-2008)

  Para muchos viajar es un gusto, un placer. Para otros seres es parte de su trabajo. Para una minoría es lujo. Para la gran mayoría una forma de olvidar los problemas cotidianos. Desplazarse como turista es muchas veces considerado ocio, incluso en España que es madre del lenguaje ocio es eso, turismo.

  Salir de vacaciones puede ser el momento preciso para volar millas de distancia usando los puntos de las tarjetas de crédito, las ofertas de las agencias de viaje o las viejas promesas sin cumplir de visitas necesarias como pretexto.

  Es una verdadera sorpresa descubrir atracciones al doblar de la esquina. Para los amantes del arte, los que reconocen virtud en el modo de hacer y vivir de los que han sido dotados con sensibilidad plástica, descubrir un museo construido especialmente para guardar la colección más importante sobre Salvador Dalí hecha fuera de España es una sorpresa grata.

  Poco se habla en los medios de comunicación o en los círculos de amigos sobre Dalí Museum. Ubicado en la ciudad de Saint Petersburgo, a unas doscientas millas al norte oeste de Miami. Uno puede llegar a el visitando el sitio de Internet (www.salvadordalimuseum.org) en donde explican como acceder dependiendo del lugar en que te encuentres. En el caso de que hagamos el viaje desde Miami por carretera lo más probable es llegar a Saint Petersburgo con la sensación de haber volado por un rato ya que un enorme puente (Sunshine Sky Bridge) nos espera para ser cruzado justo antes de aterrizar en la ciudad. Presenciar esta maravillosa obra de ingeniería nos hace pensar en lo grandioso del intelecto humano, en el potencial de creer en proyectos que pueden parecer descabellados y llevarlos a cabo. Cruzar el puente es el indicio de que algo grande estaremos por presenciar.

  La ciudad de Saint Petersburgo es pequeña y turística, se ve que ha cambiado en poco tiempo y sus calles conservan nombres en español. Es la ciudad que dio alojamiento a la colección de los señores A. Reynolds y Eleanor R. Morse hace mas de 25 años.

  Hace mas de medio siglo este matrimonio de multimillonarios un día entendió que Dalí era un genio, de esos pintores que solo nace uno cada cuatrocientos años (el anterior fue Da Vinci). Y por esas raras conexiones de la vida Dalí era español, loco y pobre mientras que sus admiradores eran norteamericanos, “cuerdos” y muy ricos. Algo así como dos personajes de novelas pero con un objetivo muy distinto, dejar un legado para la humanidad.

  Los señores Morse eran herederos de una tradición familiar para fundar museos y hacer fortunas, originarios de Cleveland mientras que Dalí fue y es el padre del surrealismo, nacido en Cataluña, España. Tanto los filántropos como el artista en este museo están unidos como historias muy justamente. Se suele entender el arte como algo o parte libre que no necesita de los mercados, lejos de los “avatares mundanos de la existencia”, pero a estas alturas del mundo y las verdades practicas de la vida esto es solo la porción romántica del fenómeno. Los artistas que han gozado de fama y fortuna en vida lo han hecho por la ayuda de personas (mecenas) que se han compenetrado con el mensaje artístico del momento. Visionarios que han apoyado y formado parte del desarrollo de la historia del arte, sin los cuales muchas obras verían su fin en el olvido. En el caso de los genios como Dalí de no haber sido los Morse otros hubiesen llegado para comprar todo lo que hacia pues verdaderamente la maestría con que pinto sus lienzos o desarrollo sus inventos mas alucinantes sorprende cada día mas. A medida que los medios electrónicos se nos brindan como la mejor alternativa para trabajar las imágenes podemos apreciar mas el pensamiento sui géneris de Dalí. Cuadros que parecen videos, filtros de photoshop o dispersiones atómicas. Llama la atención especialmente un retrato de su esposa de toda la vida, la hermosa Gala quien observa el mediterráneo desnuda desde una ventana, el espectador se aleja veinte yardas y puede comenzar a ver el retrato enorme del presidente norteamericano Abraham Lincoln, asociación extraña y caprichosa muy común en todo pensamiento surreal. Destacan también cuadros majestuosos y enormes pintados ya en la vejez que nos hacen pensar en una fuerza misteriosa que poseía Dalí capaz de solucionar lo imposible. Toda la colección se nos brinda como lo que fue: sueño, capricho, desplazamiento de la razón. Todo nos hace pensar que un hombre se le fue al resto de los mortales. Por eso uno de sus cuadros más polémico fue el de Cristo en la cruz, al cual pintó observándolo desde la cabeza, desde el cielo como el padre que observa al hijo. Con esta visión Dalí rompió con la tradición de ver a Jesús desde abajo, desde la tierra en donde vivimos todos, lo acusaron de creerse Dios.

  Ahora creo que él tenía su poco de razón.

  Después que uno visita este museo comienza a entender un tanto este mundo, de cómo unos hombres crean cosas con su intelecto y otros con su capital. Formas de creación ambas muy útiles para el desarrollo de nuestra especie.

  Uno puede entender también que las vacaciones no tienen porque ser solamente ocio si nos ayudan a admirar nuestra pequeña grandeza.

Armando Tejuca.

Miami 2007.


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