En Miami, la gente reaccionó con calma. Una amiga me despertó a las once de la mañana para darme la noticia. Salí corriendo hacia el televisor mientras Windows se desperezaba, insensible, ajeno totalmente a mi impaciencia.
Mi televisor fue más ágil. Univisión y Telemundo --las principales cadenas hispanas del país-- daban cobertura especial y continua, mas no había mucho que cubrir: La única fuente oficial de información, el Granma, había sido escueta y puntual: "Les comunico", escribía Fidel, "que no aspiraré ni aceptaré- repito- no aspiraré ni aceptaré, el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe".
El resto de los canales televisivos ya habían, a esas horas, regresado a su programación habitual, excepto el canal 6 (en inglés), hasta donde alcancé a ver. Por fin Windows se despertó y pude asomarme al resto del mundo vía Internet.
En efecto, la noticia ocupaba las primeras planas de los principales periódicos del mundo, comenzando por el portal de Yahoo. CNN, Washington Post, The New York Times, BBC, El País, El Mundo y otros. En YouTube, sin embargo, no había huellas del evento a esas horas de la mañana.
El presidente George W. Bush, a quien la noticia sorprendió en un viaje por África, se pronunció oportunamente. Dijo --aunque no en estas palabras-- que para quien esto debe significar algo es para el pueblo de Cuba; que habrá quienes aboguen por mantener la estabilidad pero él espera que este sea el inicio de la transición democrática para los cubanos; que el mundo debe ahora cooperar para el fomento de instituciones democráticas dentro de Cuba y que Estados Unidos va a ayudar en esa transición.
El Parlamento Europeo también se pronunció, pero con mayor diplomacia: Se limitó a reafirmar su ofrecimiento de diálogo político con el gobierno de Cuba con el fin de abordar temas de interés común.
El gobierno español fue más entusiasta, declarando que "espera que la renuncia vaya acompañada de apertura democrática" y añadiendo que "desde España vamos a trabajar para que esto sea así". El PP, partido de oposición, hizo declaraciones similares.
Y al tiempo que leía todo esto, aumentaba mi asombro ante un Miami calmado y cauteloso, nada que ver con aquel que salió a las calles para festejar la enfermedad del líder cubano hace ya poco más de un año.
Lo que suceda en Cuba a partir de este momento es incierto, aunque no deja de ser un rico terreno para la especulación. Lo que sí me queda claro --clarísimo-- es que el mundo, incluyendo a Miami, está listo para ayudar a un cambio. Espero que Cuba, también lo esté.
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