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IdeasY encima del sofá... un televisor
¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?
¿Un flat panel sobre mi buró?
¿Y por qué no... "debajo" del buró?
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Armando Acosta (04-13-2008) Cuando las olas del mar pierden sus poderes curativos, paciendo impávidas, cual ovejas, y las nubes vuelven a ser el seco vapor de agua, más elevado en el cielo cuanto más terrenal en nuestros ojos vacÃos de lluvia, es que el tiempo ha escapado de nosotros. Un tic-tac ajeno, lejano, enano, define entonces al mundo. Cadencia hueca, susurro inerte, murmullo de grillos que se esconden, asà late la vida en la tarde agonizante. No hay brillo en nuestros ojos, tan solo la muerte, que asecha. Asà he quedado, haciendo clicks sobre una pantalla iluminada de sombras, estáticamente activo, inmóvilmente tintineante, errante, con todos los rincones del mundo, virtual o fÃsico --¡qué más da!--, asomados al cristal --lÃquido--, mirándome; y yo que no he podido verlos, porque mis ojos ya no ven más que sombras. Y ha pasado... eso también hay que decirlo. El tiempo sà existe. Cierto es que a veces se nos pierde, escondido entre las alas de los grillos, entre el crepúsculo y la noche, entre las sombras del cristal o entre un click y el otro click. Pero existe, más allá de nuestra percepción conciente, más allá del siniestro plan de un suicidio. Y nos mueve siempre, nos lleva consigo, aún sin sentirlo, aún después que hemos olvidado su tintinear melancólico. Sà me ha pasado --más de una vez--. He yacido por siglos, como yace una piedra en la corriente arrolladora del rÃo, y un dÃa después, he vuelto a la vida. Y ha sido --siempre-- por la feliz intromisión de una musa. No es cierto --también hay que decirlo-- que las musas habitan el alma de los poetas, ni que sus cantos son a veces de risa y otras, de llanto. Musas hay en todas partes, en el abrir de cualquier ala, en el vaivén de cualquier ola. Las musas son las hijas del tiempo y su canto es rÃtmico y alegre: tic-tac... tic-tac. Me ha pasado, sÃ, muchas veces. Que he estado inmóvil, dormido, por siglos, y una musa ha venido a salvarme de la muerte. |
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