No sé si votaré en estas elecciones

No sé si votaré en estas elecciones. Tendría primero que recobrar la fe en la democracia y en estos momentos, francamente, no la tengo.

Creo, más bien, que cada persona tiene la opción de ser individuo o ser masa. Yo elegí ser individuo, y eso implica tener ideas propias, que es lo contrario de comprar ideas. Porque los políticos, creo, no son más que eso: mercaderes de ideas, que ni siquiera son propias, sino las del mercado.

Esta sociedad ha llegado muy lejos en materia de elaboración. Todo, desde la tecnología hasta la política, se ha perfeccionado hasta el detalle más ínfimo. Las ideas también, así como las técnicas para venderlas: eso que llaman retórica, y eso otro que llaman propaganda, medios audiovisuales, maquinaria del convencimiento.

Es una sociedad, esta, hecha para las masas (léase, consumidores). Y yo, que me niego, hasta donde me es posible, a ser masa, me niego también a comprar ideas fabricadas por la industria del pensamiento (léase, para el consumo).

Votar, en mi caso, sería unirme a un juego cuyas reglas no apruebo, en principio. Mi dedición es, por tanto, apartarme, no jugar, contemplar el juego desde lo lejos, divertirme con él, como la audiencia en un estadio de fútbol. Pero sin apostar, sin emocionarme y sin amargarme la vida. Admirarme, eso sí, de cuan capaz es esta sociedad en materia de manipulación.

No os incito a la abstención (valga la aclaración). Si habéis elegido ser masa, enhorabuena. Después de todo, esta sociedad os necesita masificados, ya que esa es su esencia: la masa.

En verdad os digo que la democracia es una ilusión muy bella. No la perdáis, porque de ella dependemos para subsistir. Yo la he perdido, pero eso no cuenta: ahí estáis vosotros (todos los "otros") para compensar la pérdida.

Votad. Es vuestro derecho.