Inicio
He creado este espacio para compartirlo con familiares y amigos, aunque no descarto la posibilidad de que otros visitantes se encuntren a gusto y lo puedan disfrutar tambien...

InicioMapa del sitioDescargasColaboradoresEnlacesAutor    
Buscar :

Ideas


Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Algo interesante




Armando Acosta  (06-02-2008)

Qué frustrante es decir algo que es supuestamente interesante y que a la larga no despierta interés alguno. Frustrante, claro, porque el objetivo (despertar interés) no se cumplió. Pero el sentimiento mismo (de frustración) proviene, creo, del haberse interesado uno por cuestiones pueriles... probadamente pueriles.

La última vez que me ocurrió algo así fue hace poco. Estaba sentado en torno a una mesa redonda, al aire libre, en una tarde calurosa de Mayo. A ambos lados, o mejor dicho, a ángulos de ciento veinte grados aproximadamente (eso tienen de bueno las mesas redondas: no tienes a alguien a tu derecha o a tu izquierda, sino a un cierto ángulo) estaban, respectivamente, un chico y una chica, ambos compañeros míos. Sí, estaba en el trabajo, tomándome un respiro y fumándome un cigarro.

La conversación iba de temas ligeros cuando, no recuerdo cómo ni por qué, se enfiló por el tema político del momento: las elecciones en Estados Unidos.

Siempre he sabido (bueno, no "siempre", pero sí desde hace mucho) que la única manera de sacar provecho de un debate político es no tomándoselo muy a pecho. Pero una cosa es no mostrar pasión por el tema, y otro, muy diferente, es no creerse lo que uno mismo está diciendo. O sea ¡Uno se lo cree!

Decía yo, por ejemplo, que McCain no resolverá el problema de Irak. "Fue un error ir a esa guerra", explicaba, "de modo que es un error continuarla". De Obama, confesaba mi complacencia con su promesa de negociar con países hostiles, especialmente Cuba, ahora que Raúl Castro parece interesado en hacer algún tipo de reforma económica. En eso aventaja a Clinton, observaba yo, quien en últimas está adoptando la misma postura de mano dura del presidente Bush.

La chica se adelantó a acusar a Obama de estar "muy a la izquierda" y fue entonces que hice mi comentario más "interesante": Confesé que simpatizo con la "izquierda", aunque no en su fórmula arcaica a lo Chávez y Fidel, sino en la de ese otro socialismo a la europea, donde hay una economía de mercado encabezada por un estado cuya función es velar por el bienestar de su gente y no, meramente, dejar la vida pública en manos de la dinámica, siempre incierta, del mercadeo.

Pero la única respuesta que obtuve a mis comentarios fue la indiferencia. Mis interlocutores me retiraron la palabra y, lo que es peor, la mirada. A partir de ese momento la conversación continuó entre ellos dos y giró en torno a lo anecdótico. Que si Reagan fue un buen presidente y a él siguió, tras de dos períodos, Bush padre, otro republicano. Que si la guerra del golfo, que si Mónica Lewinsky, en fin, anécdotas, hechos, "pruebas".

Yo, que no leo periódicos ni veo televisión, y que de la historia me interesa más la Edad Media que la Guerra de Viet-Nam, me vi imposibilitado de aportar mis "pruebas". Mi opinión, mis tendencias ideológicas, quedaron pues desarmadas, sin una base tangible sobre la cual sostenerse. Y cuando algo no tiene sostén, termina precipitándose al vacío... es una ley ineludible de la Física.

No es culpa de ellos. Por el contrario, por adoctrinados que me parecieron ser (y sigo creyendo que lo son), me enseñaron una lección: La opinión, sin anécdota, es pueril. Porque este mundo es físico y ultimadamente tangible. Este tiempo es predominantemente visual. La especulación contemplativa es cosa del pasado y en el pasado no se puede vivir.

En fin, que hay que estar (a decir de Ortega y Gasset) "a la altura de nuestro tiempo"; y yo, por lo que he podido ver, aún no lo estoy.


  • Más comentarios


  • Imprimir   Enviar a un amigo   
                                                    

    Miami / USAmail@armandoacosta.comInicio