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Y encima del sofá... un televisor

¿Realmente merece el televisor ese papel protagónico que solemos darle?


¿Un flat panel sobre mi buró?

¿Y por qué no... "debajo" del buró?


Juegos de guerra




Armando Acosta  (09-08-2008)

De niño, jugaba con espadas plásticas y escopetas de corcho. "¡Te maté, te maté!", gritaba a mis "víctimas", e igualmente estaba dispuesto a "morir": solo era un juego. Lo aprendí de la tele, de aquellos animados de Tom y Jerry, de las películas de Robin Hood, de los episodios de mambises; lo seguí aprendiendo en los libros —Las mil y una noches, Los tres mosqueteros— en la escuela, en la Historia. En eso crecí, y en eso crecieron casi todos los niños de mi generación y de las anteriores, de las actuales y muy probablemente de las venideras.

De modo que matar —o, al menos, que alguien mate por nosotros— no es ajeno a nuestra percepción inmediata ni tampoco lo es a nuestro sentido más intuitivo de la justicia. Solo que existe esa otra justicia, la institucional, que no nos dejará matar —ni morir— a nuestro antojo.

¡Pero la guerra...! Cuando las tropas avanzan sobre el enemigo volvemos a sentir esa emoción que ya forma parte de nuestros instintos adquiridos: la devoción por los héroes. Los vemos en la tele, pero ahora son reales, tanto como en un "reality show". ¿No es cierto que quisieras estar allí?

En la guerra no hay policías. Nadie te impedirá portar un arma, la más destructiva y letal que la tecnología haya podido fabricar. La podrás disparar contra gente que ni siquiera conoces. Es más, te pedirán que lo hagas, o peor: si te niegas a hacerlo, te castigarán por cobarde o te llevarán a la cárcel por desertor. En la guerra, podrás demostrar lo que has aprendido durante toda tu vida: que matar —o que te maten— es un acto legítimo.

Antes de comenzar a escribir estas líneas, me decía que para ir a una guerra hay que estar enajenados, fuera de sí. Ahora veo que es cierto: lo estamos; desde niños, desde aquellos tiempos en que, el el barrio, gritábamos "¡Te maté, te maté!" abatiendo amiguitos con proyectiles de corcho.


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