Someone called me a redneck woman

Ya en la recta final, la campaña republicana mantiene, con toda firmeza, su premisa inicial: que el público es imbécil. Lo digo porque no ha ofreciendo nada sustancial ni contundente sino solo entretenimiento: la Palin por un lado y Joe el Plomero por el otro ¿Habrán confundido la política con un Circo?

Su única oferta más o menos seria se refiere a los impuestos. Han llenado un estadio en Ohio con gente cuyos salarios son menores de 250 mi dólares al año; les han dicho que no rebajarán sus impuestos porque eso afectaría el bolsillo de la gente rica —Palin y McCain, por ejemplo— y aquellos les han aclamado con vítores y aplausos... bueno, tal vez los republicanos tienen razón: el público no es muy listo que digamos.

"Someone called me a redneck woman once —Dijo Palin—. You know what I said back? Thank-you very much!" —[Vítores].

O sea... redistribuir la riqueza entre la clase alta y la media, es malo; favorecer la línea diplomática frente a la militar, es malo. Pero ser tildado de "redneck" (racista) es bueno... no entiendo nada.

En cuanto a sus ataques contra Obama, más que reiterativos, ya resultan risibles. Terrorista, socialista, extremista de izquierda... ¡Musulmán!... "Negro" no pueden llamarle —a pesar de que ahora se puede ser "redneck"—, así que lo llaman "musulmán", una forma más aceptable de discriminación racial.

Si ese es el país que nos ofrecen los republicanos: continuidad de políticas económicas probadamente fallidas (de las que se benefician las empresas multimillonarias en detrimento de la clase media mayoritaria), continudad de posturas guerreristas (con el consecuente desprestigio internacional), conservadurismo (en un mundo cambiante)... si ese es el futuro de Estados Unidos, francamente, estamos muy mal.

Mas por extraño que parezca, y a pesar de estos desaciertos, la campaña no va del todo mal. Obama, quien contrario a su adversario ha ofrecido una postura elegante y un paquete de soluciones concretas y contundentes, así como una visión moderna y pragmática, solo aventaja a su contrincante en escasos diez puntos.

No quisiera ver a esta nación perdiendo la oportunidad que tiene en sus manos, la de poner en su cabeza a un hombre que entiende cómo funciona el mundo del siglo XXI y está enfocado a devolverle el liderazgo y la prosperidad perdidas en los últimos ocho años.

Pero tampoco me extrañaría que la perdieran. A fin de cuentas, los republicanos tienen razón: el público es imbécil. De lo contrario, no serían público sino protagonistas.