Socialismo fantasma

Hace veinte años, los soviéticos andaban en su Perestroika y los jóvenes en Cuba escuchábamos atentos, intrigados y —en el fondo— esperanzados. ¿Es posible un socialismo con democracia? —nos preguntábamos, porque la palabra "capitalismo" resultaba prohibitiva para nosotros. ¿Regresar al capitalismo? —nos cuestionábamos—. Por supuesto que no, sería un retrazo, algo lamentable, peor el remedio que la enfermedad.

Han pasado veinte años, repito, y lo curioso es que ahora (en Miami) he tenido oportunidad de presenciar lo contrario: "Socialismo" es aquí una mala palabra; o más que eso: un tabú, un fantasma, una herejía. He escuchado a obreros asalariados defender los intereses de las clases altas a las cuales no pertenecen ni podrán pertenecer jamás. Y he escuchado a personas inteligentes decir ingenuidades tales como que Obama quiere redistribuir la riqueza y por eso es un socialista.

Se ha alegado que medidas similares a las de Obama ya han sido practicadas por republicanos de la talla de Reagan y hasta por el mismo Bush, quienes entonces pudieran ser tildados de "socialistas". Y lo curioso de estas alegaciones está en el uso de la palabra "socialista" con sentido peyorativo, como si se tratase de algo "malo" en lo que nadie está dispuesto a caer.

A decir verdad, "socialismo" y "capitalismo" han dejado de ser modelos para convertirse en rasgos de toda sociedad moderna, y la norteamericana es un buen ejemplo de ello. ¿Acaso no hay aquí una redistribución de la riqueza implementada para proteger a los menos afortunados? ¿Acaso no existen un Medicare, un Social Security, un HRS, un salario mínimo, una ley anti-monopolio, una ley de bancarrota y un larguísimo etcétera?

La sociedad norteamericana tiene mucho de "socialista"; no es ese capitalismo salvaje que en estos tiempos de campaña pareciera estar en la perspectiva mental de los conservadores. Así que "socialismo" no es sinónimo de retrazo sino todo lo contrario: es ese conjunto de rasgos que tornan a la sociedad más viable y que los norteamericanos han ido incorporando, uno tras otro, a lo largo de su historia.

No hay, pués, nada malo en ser "socialista". Lo malo está en usar etiquetas y, mucho peor, usarlas malintencionadamente con el propósito de confundir o de sembrar el pánico. Mas lo peor estará de nuestra parte (como electores) si nos dejamos confundir y amedrentar por tabúes del siglo pasado... ¡Hey! por si no os habéis enterado, ya estamos de lleno en el siglo XXI.