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Los indecisos

Si tuviera que clasificar al electorado norteamericano, lo dividiría en dos grandes grupos: los que votan por un candidato y los que votan por un partido...




Armando Acosta  (10-30-2008)

Si tuviera que clasificar al electorado norteamericano, lo dividiría en dos grandes grupos: los que votan por un candidato y los que votan por un partido (o más bien por "su" partido).

A estos últimos los llamo "pre-electores", porque su voto está definido de antemano, antes incluso de comenzada la campaña electoral. De esperar sería que no se fijasen en las noticias ni participasen de los debates. ¿Para qué, si ya saben por quién van a votar de todas, todas? Pero sucede al revés: estos pre-electores son los más encarnizados, más incluso que los fanáticos de un equipo de fútbol.

Solo que cada noticia, cada argumento, lo utilizan para fortalecer sus votos de fe; hasta de un clavo caliente se asirán con tal de validar sus principios y llama la atención cuán importante (vital) para ellos es el acto de validar.

De estos he visto en ambos bandos, demócratas y republicanos. En estas elecciones, sin embargo, muchos demócratas han desertado de sus filas y las razones han sido dos: (1) Una buena parte favorecía a Hillary Clinton, con tal frenesí que su derrota en las primarias resultó fulminante para ellos. (2) Sobre muchos pesa un prejuicio racista que les impide votar por un candidato negro por muy demácrata que este sea.

El argumento del racismo no es un pretexto que me he inventando. En primer lugar, he partido de la premisa de que un pre-elector siempre votará por "su" partido, de modo que alguna razón de extremo poder habrá tenido que pesar en su deserción. En segundo lugar, he recibido confesiones de más de uno: "Soy racista, te lo digo honestamente", me han dicho en confidencia... recuérdese que en Estados Unidos el racismo es un tema delicado.

Los pre-electores republicanos no tuvieron el fenómeno de la merma primaria, pero en compensación han tenido una campaña manejada fatalmente por su partido. Ya he dicho que un pre-elector necesita alimentar su fe a costa de lo que sea; por eso no me ha sorprendido ver a personas extremadamente inteligentes repetir cual papagayos las tonterías que la campaña republicana ha colocado en sus bocas sempri-abiertas.

Estos son los pre-electores, el primer grupo. El segundo grupo es el de los llamados "indecisos", esos que pueden votar por los Verdes si les viene en gana porque no tienen preconcepciones ni afiliaciones previas. Mas ello no significa que no tengan criterio, al contrario, son estos los verdaderos electores que votarán basado en conclusiones auténticamente personales, descontaminadas de todo prejuicio. Son estos los que elegirán a un candidato y no a un partido.

Lo peculiar de este grupo es que está compuesto de gente pensante. Y es peculiar porque no es común que la gente piense, especialmente cuando se trata de política: la gente prefiere que los "analistas" piensen por ellos en la tele.

Pues bien, la campaña de Barac Obama parece haber puesto un énfasis en este grupo de electores libres. Lo digo porque, a diferencia de la republicana, no se ha desgastado en mascotas (como Joe el Plomero) y descalificaciones del contrincante, sino que se ha concentrado en explicar una y otra vez cuales son las propuestas concretas de su candidato. Hoy Bill Clinton lo ilustraba diciendo:

       â€” Obama no ha preguntado cuales soluciones son las más populares; en cambio ha dicho: "Dime cuales soluciones son las correctas, que yo me encargo de venderlas".

Y creo que en eso ha consistido el éxito de Obama: ha vendido ideas auténticas. Los pre-electores no alcanzarán a captarlo, por supuesto: no es alimento para su inamobible fe. Los "indecisos", en cambio, cuyo voto hay que comprar con argumentos y no con mascotas, tendrán en Obama el producto perfecto para ellos: la autenticidad.


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